El proceso soberanista erosiona al PDeCAT
La destitución del consejero Baiget es el último golpe que cuestiona el poder de la ejecutiva del partido
“Hasta los huevos” está Francesc Homs de que el PDeCAT pague los platos rotos del proceso soberanista. El exportavoz de la Generalitat catalana, condenado por desobediencia al Tribunal Constitucional, lo escribió el pasado lunes en Twitter, tras la destitución fulminante del consejero de Empresa Jordi Baiget. Tres plantes en tres meses han puesto en entredicho a la dirección del PDeCAT.
El primero, el pasado abril, fue el órdago y posterior marcha atrás del número dos de la ejecutiva, David Bonvehí, cuando se confirmó que dos miembros de ERC habían grabado una charla privada suya con militantes. Bonvehí anunció, acompañado por la coordinadora general del partido, Marta Pascal, que denunciaría el caso ante la fiscalía, pero cambió de opinión en 72 horas.
Los nombres
de la primera línea legislativa no están en la dirección
Germà Gordó, otrora referente del poder de Convergència (CDC, el precedente del PDeCAT), abandonó el partido en junio por estar investigado en el caso del 3%. Pascal pidió que renunciara también al escaño, pero Gordó la ignoró. No solo eso: aseguró que trabajará para dar mayor influencia a Nova Convergència, su plataforma interna en el PDeCAT.
El tercer acto que cuestiona a la dirección de la formación ha sido la expulsión de Baiget por dudar de la celebración del referéndum de independencia.
La Presidencia de la Generalitat anunció la tarde del lunes que Baiget dejaba el Ejecutivo. Pocas horas antes, la coordinadora general del PDeCAT había asegurado ante los medios de comunicación que Baiget continuaría en el Gobierno hasta la celebración de la consulta. La comparecencia de Pascal se produjo tras la reunión semanal del comité ejecutivo nacional del PDeCAT, en la que no se abordaron las palabras de Baiget que cuestionaban el rumbo del Gobierno. Tras la reunión, Puigdemont quedó con el consejero Santi Vila para verse en privado y comunicarle que relevaría a Baiget. La decisión fue enteramente responsabilidad del presidente de la Generalitat, según la versión oficial de los hechos, sin que tuviera influencia la presión pública de la CUP o la que pudiera haber ejercido ERC.
No solo Francesc Homs remarcó su oposición al cese de Baiget: también lo hizo la exvicepresidenta de la Generalitat Joana Ortega. Josep Martí Blanch, que fue secretario de Comunicación con Artur Mas, escribió así mismo en las redes que “el cese de Baiget responde a la actualización diaria del test de pureza que toda revolución practica”. “Cada vez menos pero más puros”, ironizó.
Al PDeCAT le han surgido otros competidores procedentes de la vieja CDC, como el partido Lliures del exdiputado Antoni Fernández Teixidó. El consejo de dirección de Nova Convergència decidió el pasado junio actuar como una asociación política y soberanista en la que quepan los catalanistas no independentistas.
Una portavoz del PDeCAT asegura a EL PAÍS que el peso de Nova Convergència es minoritario y que la ejecutiva del partido no se siente cuestionada por el caso Baiget ni por otros conflictos. El presidente del PDeCAT, Artur Mas, no se ha posicionado oficialmente sobre estas crisis internas. Gordó y Baiget eran hombres de confianza del expresident pero también fue decisión de Mas, tomada en cuestión de horas a finales de 2015, que fuera Puigdemont quien asumiera la presidencia de la Generalitat para desencallar el acuerdo con la CUP.
El PDeCAT cuenta con 13.000 afiliados, un 43% de los que tenía CDC cuando fue disuelto en 2016. Tiene varias familias internas, como es habitual en cualquier fuerza política, pero sin un liderazgo claro. Puigdemont quiere abandonar la primera línea política tras la consulta del 1-O y Mas ha sido inhabilitado por la condena del 9-N. Neus Munté, portavoz del Gobierno catalán y vicepresidenta del PDeCAT, no ha querido dar un paso adelante y el partido sigue sin candidato que ocupe el vacío que dejará Puigdemont. El partido tampoco tiene sustituto para Xavier Trias en el Ayuntamiento de Barcelona.
En la ejecutiva del PDeCAT —formada por ocho personas— no aparecen los nombres de la primera línea legislativa o del Gobierno. Los casos más representativos de esta atomización del poder son el mismo Puigdemont pero también Jordi Turull, portavoz de Junts pel Sí; Neus Lloveras, presidenta de la AMI, o Mercè Conesa, presidenta de la Diputación de Barcelona. A diferencia del PDeCAT, ERC tiene un liderazgo sólido con Oriol Junqueras y en su ejecutiva sí que están los pesos pesados. Todas las encuestas publicadas este año indican que el PDeCAT se desplomaría en unas nuevas elecciones catalanas, siendo superado por ERC.
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