Guillermo Cervera pasa revista a una vida en guerra
El fotógrafo resigue su carrera en imágenes en un libro con textos de Plàcid García-Planas
“He ido a buscar el sinsentido de la guerra”. Es lo que explica el fotógrafo Guillermo Cervera del centenar de imágenes suyas que contiene el libro La guerra es una piscina (Comanegra),un heterogéneo conjunto de fotos que componen un impactante relato visual. Las fotografías se acompañan de textos del periodista y escritor Plàcid Garcia-Planas.
Fotoreportero de guerra que ha cubierto numerosos conflictos armados, desde Bosnia en el 93, y ha visto incluso morir a colegas a su lado, Cervera ofrece una selección fotográfica que va de lo terrible a lo extravagante y en la que muestra, desde el realismo más crudo a la metáfora, lo que significa para él la guerra. Es una mirada muy personal, cargada de alusiones a sus propias experiencias y recuerdos, una mirada en la que puedes encontrarte con el cadáver de un soldado libio o el de un guerrillero tamil alcanzado en la cabeza por un proyectil de grueso calibre (una imagen atroz), junto a la foto de un desfile de alta costura o la de Paris Hilton pinchando en Amnesia. Soldados muertos, escenas robadas de sexo (incluso un autorretrato en pleno acto) y bellas sirenas de pega en Florida. Hay una impudicia en la mezcla que es para Cervera la de la propia guerra y su locura. “Explico la guerra, el periodismo, la vida, el mundo desde el sinsentido; es a lo que se refiere el título y la propia foto de la portada, un vestido flotando en el mar, arrojado por una refugiada siria al llegar a Lesbos”.
Entre las fotos más impactantes, la de unos soldados ucranianos muertos junto a un pote de macarrones
“Mi vida ha estado llena de guerra, hasta mi padre es la guerra”, señala Cervera, cuyo progenitor es comerciante de armas. Su antepasado fue el almirante Cervera, que perdió la flota en Cuba. Pese al antecedente, el fotógrafo afirma que solo encuentra la paz en el agua, surfeando o en su velero Isabel. Y en el recuerdo de su madre, a la que le dedica el libro.
¿Cuál es la foto más fuerte del conjunto? “Para mí, la Polaroid que rescaté de un álbum de mi padre y en la que aparece en un hotel en Riad haciendo broma con una máscara de gas puesta, durante la primera guerra del Golfo”. ¿Y de las suyas propias? “La de Tim Hetherington muriendo tras la caída de un proyectil en Misrata. Por todo y por el lío que se ha formado sobre la conveniencia de publicarla o no. Un debate que considero hipócrita”. ¿Y de la que está más orgulloso? “Me parece muy buena la de los soldados ucranianos muertos junto al pote de macarrones que estaban comiendo. Ahí está todo”.
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