Aguas subterráneas mezcladas con restos fecales afloran en sótanos de Ciempozuelos
Un informe encargado por el Canal de Isabel II reconoce que algunas alcantarillas vierten al subsuelo
Un informe encargado por el Canal de Isabel II admite que las aguas fecales se están mezclando con las aguas subterráneas en Ciempozuelos (23.000 habitantes al sur de Madrid). Y no solo por roturas de colectores, sino porque algunas alcantarillas están vertiendo directamente en las galerías que históricamente canalizaban el agua subterránea del municipio. Esas corrientes contaminadas afloran en la parte más baja del pueblo, donde viven unas 300 familias, inundando de forma recurrente con su pestilencia algunos sótanos y garajes. Los vecinos llevan años denunciando un problema de salud pública que, además, les hace temer por la integridad de los edificios. El Ayuntamiento busca soluciones y asume que tendrán un enorme coste económico.
Ciempozuelos no se llama así por casualidad. Durante siglos, sus habitantes aprovecharon las aguas del subsuelo con pozos y galerías subterráneas (minas) que canalizaban el líquido para abastecerse y regar los campos. Así, el subsuelo de una buena parte de esta localidad a 37 kilómetros al sur de la capital es una especie de queso gruyere que, además, se ha ido tapando y modificando sin control a medida que se edificaba la zona desde la segunda mitad del siglo XX.
El resutado de todo ello es ahora un monumental lío de corrientes de agua subterránea que aflora en multitud de ocasiones en los sótanos y los garajes de las casas de la zona geográficamente más baja del municipio. Y lo hace, para rematar, mezclada con las aguas fecales de las alcantarillas, como acaba de constatar un reciente estudio encargado a las empresas Inteinco y Serynco por el Canal de Isabel II Gestión, responsable del mantenimiento del alcantarillado del municipio.
A María Horcajada, de 65 años, se le inundó el sótano casi hasta el techo en enero de 2011. Desde entonces, ha tenido que soportar olores y gases peligrosos como el metano que surge de las aguas fecales —“He pasado el invierno con las ventanas de la planta baja abiertas”, cuenta— y con bombas que achican agua día y noche y la llevan a las alcantarillas. En su urbanización de chalés, otros siete vecinos (de 38) han sufrido inundaciones.
Desconocimiento de la red
Carlos Girbau, de 56 años, es uno de ellos. Explica que cada vez que se soluciona el problema en una casa (con bombas, con pozos, tapando las fugas...), no se sabe dónde va a volver a aparecer en ese laberinto modificado del subsuelo. “El agua busca siempre los puntos de menor resistencia y se generan balsas que acaban saliendo a la superficie en el momento que no tienen por donde escapar”, asegura. Además, no se trata solo de las inundaciones, pues las aguas fecales son corrosivas, recuerda Girbau, lo que les hace temer que pudieran dañar la estructura de sus casas.
Carlos y María forman parte de la asociacióncreada hace dos años para intentar buscar soluciones. Implicaron al Ayuntamiento (gobernado por Ahora Ciempozuelos), que a su vez encargó un estudio al Instituto Geológico y Minero que apuntó la gravedad de un problema de salud pública y de contaminación de aguas subterráneas.
También reclamaron la ayuda del Canal de Isabel II y, fruto de ella, llegó el pasado mes de diciembre el trabajo encargado por el Canal sobre la zona más afectada (la que se puede ver en el gráfico). El texto habla de al menos un colector “con roturas” que hace “que se filtren aguas fecales hacia una mina”, y de otro colector que cae directamente en otra de las galerías y, de ahí, en “una cámara de conexión de minas”. En todo caso, el estudio reconoce en sus conclusiones que no solo se desconocen “muchos de los trazados de las minas”, sino también “la intercepción, desviación, roturas y conexión de colectores de aguas fecales desde las viviendas desde hace muchos años”. Esto quiere decir que alcantarillas y galerías subterráneas se mezclan y entrecruzan en un trazado desordenado y desconocido, por lo que una solución global al problema sería “difícil” y “conllevaría unos costos muy elevados”, remata el texto.
El Canal de Isabel II asegura en su respuesta a este diario en que el problema es que “acometidas particulares” han conectado sus desagües a las galerías, a pesar de que, según Girbau, el propio informe encargado por la empresa pública dice que hay algo más, que es la propia red de colectores que está incompleta: “Hay zonas del pueblo donde los colectores han desaparecido y donde el agua fecal se vierte directamente sobre el subsuelo”, dice el vecino afectado.
El coste del arreglo
En todo caso, el Canal insiste en que su empresa “no ha diseñado la red ni tampoco ha realizado las conexiones de las viviendas”, y en que el convenio firmado con el Consistorio solo les obliga a “la inspección y limpieza de los colectores, así como la reparación de las averías”, en este caso van a asesorar para buscar soluciones “en los puntos más problemáticos”, pero no van a pagarlas. “El Ayuntamiento es el responsable de buscar la financiación necesaria, ya sea vía PRISMA [el plan regional de inversiones de la Comunidad de Madrid].
En el Ayuntamiento no están tan seguros de que la responsabilidad del Canal sea tan limitada, sin embargo, prefieren de concentrarse en diseñar las soluciones (para los cual han abrazado la ayuda técnica de la empresa) antes de pensar en cómo pagarlas, teniendo en cuenta además que el municipio tiene una deuda de unos 36 millones de euros, algo más del doble de su presupuesto anual. Gema Fornel, concejal de Medio Ambiente, destaca la creación de una mesa del agua en la que están reunidos todos los grupos políticos, los técnicos y los vecinos afectados.
A pocos kilómetros de Seseña
Ciempozuelos está muy cerca del vertedero de Seseña donde arden desde hace una semana decenas de miles de toneladas de neumáticos, a unos ocho kilómetros en línea recta. Así que, cuando en los últimos días las noticias hablaban de las posibles consecuencias que los tóxicos pueden tener en las aguas subterráneas, los vecinos afectados por las inundaciones en Ciempozuelos se echaban las manos a la cabeza. “Lo que nos faltaba”, dice Anselmo Rodríguez (62 años).
La Plataforma de afectados por las aguas subterráneas de Ciempozuelos insiste en la dimensión medioambiental de su problema. Por eso, piden soluciones en “tres niveles”, señala Carlos Girbau: evitar que el agua entre en las casas; un plan real de intervención para la red de saneamiento —“Tiene que entubarse perfectamente”— y, a largo plazo, recuperar el agua de las minas para el uso común del pueblo.
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