_
_
_
_

Zombis, abrazos y lágrimas de Pikachu por Hiroshima

Un sinfín de fans abarrotan un Salón del Manga que mezcla gastronomía con disfraces y un testimonio del holocausto nuclear

Aspecto que ofrecía ayer el concurso de 'cosplay' en el Salón del Manga.
Aspecto que ofrecía ayer el concurso de 'cosplay' en el Salón del Manga. JUAN BARBOSA

El rango de personajes va de los clásicos Pikachus pokemonianos a lo que parece un miembro de las SS. “No soy un nazi. Soy el doctor Edward Richtofen de Call of Duty”, rebate indignado Jan Lopera, de 16 años. “Un oficial alemán que quiere convertir a la humanidad en zombis”. Él mismo ha construido su imponente Wunderwaffe PG-2, arma que dispara rayos eléctricos expansivos, y ha deformado uno de los palos de la esvástica. El oficial creazombis deambula por esa inmensa pasarela cosplayde 60.000 metros cuadrados (10.000 más que el año pasado) que en el fondo es en buena parte el 21º Salón del Manga de Barcelona, cuya jornada sabatina incluyó colas largas, un concurso de disfraces de Mario Bros y una breve visita de Ada Colau, alcaldesa de Barcelona.

Pero ni el Wunderwaffle ni la cruz gamada lograban intimidar a los omnipresentes repartidores de abrazos. El doctor misántropo aguantaba el tipo con dignidad cuando uno de ellos se abalanzó sobre él. Los había a decenas: adolescentes que paseaban en grupo con ganas de dar y recibir amor. “Al menos he dado 300 abrazos hoy”, decía Elisa Marseguia, una quinceañera de Figueres con una peluca lila que sostenía un cartel de Free Hughs. Su amiga de look gótico le daba la razón. “En la calle me siento la más rara de todas. Aquí soy la más normal”, afirmaba muy seria. “En el mundo real el friki todavía no está bien visto”.

Pero una vez al año el friki es el rey en Barcelona. Algunos no tenían tiempo ni para atender a la prensa. “Vuelve cuando terminen de hacernos fotos”, espetó un logrado Célula, el androide de Bola de Drac que sorbía a sus enemigos por la cola. Otra, más solícita, extiende sus alas de ángel mientras explica su disfraz: “Soy un angeldroid llamado Ikaros”. El androide, una gerundense de 18 años, lamenta la apuesta de este año del salón por centrarse en un personaje “tan poco pedagógico” como Mario Bros.

Mientras la testigo de Hisroshima explicaba cómo la piel calcinada del progenitor se desprendía como una cáscara de plátano, dejando ver la carne viva, de fondo se escuchaba el jaleo del concurso de cosplay

Muchos visitantes no alcanzan la edad mínima para asistir a la cata de sakes de las 16 horas. Entre ellos, Yami Tabby, una granadina de 16 años, ídola de masas en Japón, que cantó para el público del concurso de cosplay, acto estrella del día, como manda la tradición del salón para los sábados. Éste convocó a centenares de entusiastas que jaleaban a los participantes cual público del coliseo. “Aquí hay mucho nivel”, sentencia Dani, un vasco de Irún vestido de héroe de Ataque a los titanes. Los ganadores, Cristian Ibarz i Cristina Ros, representarán a España en la competición mundial.

Mientras tanto, en el pabellón superior hablaba Sadae Kasaoka, superviviente del ataque nuclear que arrasó Hiroshima hace setenta años. Su presencia parte de la iniciativa del Salón de rememorar los hechos con la exposición Mangas nucleares. Aquí el público es menor en número y mayor en media de edad.

“Es el acto más interesante con diferencia”, afirma Damián Puentes, de 22 años, que no se disfraza porque “el manga se vive por dentro”, asegura mientras se queja de las colas y las dimensiones de la feria. “Es demasiado grande. Ha perdido autenticidad”.

El discurso de Kasaoka era pausado e interrumpido a intervalos por la traducción. La mujer de 82 años evocaba la mañana en que vio como una explosión cegadora destrozaba su ciudad y mataba a sus padres. No escatimó en detalles: las bocas de los oyentes se torcían cuando explicaba como la piel calcinada del progenitor se desprendía como una cáscara de plátano, dejando ver la carne viva. De fondo se escuchaba el jaleo del concurso de cosplay, y entre el público se hallaba, llorando, la que debía ser el único Pikachu triste del festival.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_