Campaña de la fruta sin efecto llamada
El empresario agrícola catalán deja de dar trabajo a temporeros contratados en sus países de origen. Este año, sólo 250 personas se han acogido a este convenio laboral
La crisis económica ha transformado la mayoría de sectores y el agrícola no es una excepción. El paro y la precariedad ha cambiado el perfil de los trabajadores de las campañas de recolección de fruta en Cataluña hasta el punto que se han extinguido los temporeros contratados en sus países de origen —sobre todo de Colombia y Rumanía— que tras la campaña regresaban a casa.
El coordinador territorial en Lleida de Unió de Pagesos (UP), Josep Maria Companys, asegura que la cifra de temporeros contratados para trabajar en el campo en Cataluña ronda las 22.000 personas. “De estos el 90% son empleados que viven en España pero son de origen extranjero, hay 1% de contratación en origen y el resto, el 9%, son estudiantes y trabajadores nacidos en el país”. Companys detalla que ese 1% de temporeros contratados en origen son “asalariados de confianza que llevan 8 ó 9 años viniendo a trabajar, siempre con el mismo agricultor”. El número de contratados en origen este año oscila entre los 250 y 270. “Antes, sólo en Unió de Pagesos contratábamos en origen, sobre todo de Colombia, cerca de 6.000 temporeros”, recuerda Companys.
19 poblaciones afectadas por la tormenta
El consejero de agricultura, Jordi Ciuraneta, visitó ayer algunos de los campos frutales que resultaron afectados por la tempestad de piedra que azotó el pasado viernes 19 poblaciones de las comarcas leridanas del Pla d'Urgell, las Garrigues y el Segrià. Las organizaciones agrarias ya han calculado que la superficie afectada por la citada tormenta supera las 15.000 hectáreas, motivo por el que el consejero de agricultura reclamó ayer a Agroseguro “la máxima celeridad” en el peritaje de las fincas. Ciuraneta, que realizó esta petición mientras visitaba fincas de Soses y Aitona, informó de que algunos cultivos podrían haber perdido la totalidad de la cosecha.
El presidente de la Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores (ASAJA) de Lleida, Pere Roqué, mantiene que el cambio de paradigma contractual es lógico: “No sería normal ir a buscar trabajadores fuera de nuestras fronteras, cuando en España hay millones de personas en el paro”. Roqué se enorgullece al pensar que ahora se ha profesionalizado el trabajo de los temporeros que son nómadas siguiendo las campañas agrarias, “en invierno hacia el sur de España y en verano hacia el norte”. Joan Carles Massot presidente en Lleida de la organización Joves Agricultors i Ramaders de Catalunya (JARC) también apuesta por la profesionalización del trabajador agrario: “Fomentamos que el empresario tenga alojamiento para sus temporeros, es un modelo en el que siempre contratamos a las mismas personas y las alojamos en la explotación, de esta forma, nos ahorramos tener que enseñar año tras año lo que tienen que hacer”.
El salario en el campo está fijado por un convenio que estipula que el trabajador debe cobrar 6,06 euros por cada hora de trabajo. “Al agricultor nos cuesta entre 8 y 9 euros la hora ya que tenemos que sumar impuestos”, puntualiza Companys. Este año, los empresarios agricolas han recibido ofertas de una especie de ETT que ofrecen trabajadores a menos de 7 euros la hora “sólo pueden jugar rebajando el salario al temporero, hay trabajadores que cobran entre 3 y 4 euros la hora”, denuncia Companys. Massot afirma que en las cámaras de fruta el convenio a veces es “incluso” inferior.
Verano en la cámara
Laia es una estudiante de Bellas Artes que este año vuelve a trabajar como temporera en una cámara de fruta de Lleida. “Consigues mucho dinero aunque las condiciones laborales son deplorables”. Si en el campo los trabajadores suelen ser inmigrantes, en las cámaras hay un número mayor de trabajadores nacidos en España. Los hombres realizan funciones donde se emplea más la fuerza. Apilan y montan cajas... “Tienen un sueldo superior al de las mujeres”, denuncia Laia. La hora en la cámara de fruta es muy variable va de 5 a 10 euros la hora pero por lo general el trabajo del hombre se paga un euro más caro que el de la mujer.
Este año, la imagen de los temporeros deambulando por las calles se ha reducido considerablemente. Años atrás era habitual ver a centenares de subsaharianos durmiendo a la intemperie en el solar que ocupaban las viviendas del seminario de Lleida, este año, hay muchos menos. El tercer teniente de alcalde la Paeria, Xavier Rodamilans, informa: “En 2002 el Ayuntamiento atendió a 1.625 temporeros y este año llevamos 524”.
El efecto llamada ya no funciona, sostienen todas las organizaciones agrarias, ya que los agricultores contratan siempre a las mismas personas. El ayuntamiento atiende a una media de 17 personas diarias, les ofrecen servicios de guardarropa, servicios de ducha, alimentación… muchos siguen durmiendo a la intemperie. Rodamilans está convencido de que conseguirá erradicar este problema humanitario en cuestión de muy “pocos años”.
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