_
_
_
_
_

El pistacho como alternativa a la fruta dulce en Lleida

Borges planta 16 hectáreas, que se regarán con el Segarra- Garrigues

Plantación de pistachos en la comarca del Urgell.
Plantación de pistachos en la comarca del Urgell. Javier Martin

Ni cereal, ni fruta, ni olivar, ni forrajes. El pistacho busca hacerse un hueco en el paisaje agrario de la planade Lleida. La Generalitat recomienda a los payeses este cultivo como una alternativa de gran futuro en el área regable del canal Segarra-Garrigues por su alta rentabilidad y resistencia a las temperaturas extremas. La producción de pistacho, cuyo precio en bruto (con cáscara) oscila entre cinco y nueve euros por kilo, podría paliar en parte los problemas que atraviesa la agricultura por la imparable caída de los precios, principalmente de la fruta dulce. Pero este cultivo también tiene inconvenientes: necesita mucha agua y el árbol no da los primeros frutos hasta cuatro años después de ser plantado.

El Grupo Internacional Borges, propiedad de la familia Pont, ha plantado en Mas de Colom de Tàrrega, junto a un antiguo convento cisterciense, las primeras 16 hectáreas de pistacheros que se regarán con agua del canal Segarra-Garrigues. La voluntad de la empresa es ampliar la superficie hasta 50 hectáreas. Borges, que ya tiene plantaciones de pistacho en Badajoz, Granada y California, ha firmado además un convenio con el departamento de Agricultura por el que ofrecerá asesoramiento técnico y créditos blandos a futuros productores de este fruto seco, a quienes comprará la producción.

El pistacho necesita mucha agua y no es rentable hasta pasados diez años

Ramon Pont, presidente de la firma, pronostica un crecimiento espectacular del pistacho, similar al que ha experimentado en Estados Unidos, donde en 30 años su producción se ha multiplicado casi por veinte: ha pasado de 12.338 a 235.000 toneladas, equiparándose a los principales países productores (Irán, Turquía o Siria). España, con solo 5.000 hectáreas plantadas, es deficitaria en pistacho. Importa cada año unas 14.000 toneladas, por lo que el cultivo del fruto tiene un mercado asegurado solo con la demanda interna.

Antoni Pujol, coordinador de la promoción del pistacho del Grupo Borges, asegura que la introducción del pistacho en terrenos de regadío ha despertado un gran interés entre los agricultores de Lleida, a pesar de la complejidad que entraña para ellos el cambio de cultivo. Además de unas buenas expectativas de producción (entre 2.500 y 3.500 kilos por hectárea) y de comercialización, Pujol enumera los atractivos del pistachero frente a otros cultivos mayoritarios en la zona, como la fruta dulce. Uno de ellos es la longevidad productiva del árbol, de más de 50 años, los bajos costes de producción, la resistencia a plagas, una mecanización sencilla (similar a la de la aceituna) y la floración tardía (a partir de la segunda quincena de abril), lo que le hace resistente ante temperaturas extremas.

Los payeses que se han interesado temen invertir sin ayudas públicas
Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Entre los inconvenientes, aparte de la dificultad para encontrar la codiciada planta injertada a precios razonables, el principal es el largo proceso de crecimiento hasta que el pistachero es productivo. El árbol da los primeros pistachos al cuarto año de ser plantado y entra en plena producción a partir del séptimo u octavo año. Además, para lograr una producción alta, precisa de 4.000 metros cúbicos de agua por hectárea, lo cual rebate la creencia de que es un cultivo de secano.

El pistachero es un árbol dioico, de ramificación abundante y copa amplia. Una de las peculiaridades es su diferenciación sexual, por lo que las plantaciones requieren una estratégica combinación de árboles machos y hembras, en la proporción de uno a ocho, para conseguir una buena polinización. Solo las plantas femeninas dan fruto.

Antoni Baldomà, que cultiva unas 40 hectáreas de cereales y frutales, es uno de los agricultores de la zona que se ha interesado por el nuevo cultivo, aunque de momento se muestra prudente. Como a muchos payeses, si no hay ayudas le da miedo iniciar otra inversión cuando todavía no ha amortizado las realizadas anteriormente. “La idea me gusta, pero el hecho de que las plantaciones no sean rentables hasta pasados diez años hará que me lo piense mucho antes de aventurarme”, señala.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_