‘Monas’ de diseño
En la Semana Santa se imponen los dulces de temporada. Los huevos de Pascua crecen como tentación para todos los públicos
Los huevos gigantes de Pascua son un objeto de deseo gastronómico. Las monas (cuyo nombre proviene del árabe muna, obsequio), han trascendido la tradición, arraigada en Cataluña y Valencia desde hace siglos. Además del presente que los padrinos regalan a sus ahijados el lunes de Pascua, es un objeto de autorregalo, de disfrute sibarita individual o compartido.
Las monas, las figuras ovoidales de chocolate que irrumpen con fuerza en estas fechas, no solo muestran un aspecto minimalista, vestidas solo con envoltorio plateado o dorado. Se prestan a un juego sugerente de evocaciones infantiles y referencias adultas.
Es el caso del pastelero catalán Oriol Balaguer, cuya obra se puede degustar en Madrid, en una tienda donde los productos se exponen como en las vitrinas de una joyería. Para estos días, lanza los Huevos trencadis, unas monas conceptuales inspiradas en la obra arquitectónica de Gaudí. Con cacao de Venezuela, Trinidad y Santo Tomé, ha diseñado unos huevos mosaico de chocolate negro y blanco. Y para los paladares infantiles, ha elaborado figuras de payasos, ranas, gallos y setas y dos personajes reconocibles del cine: el petit chef de Ratatouille y Olaf, el muñeco de nieve de Frozen.
Alejandro Montes, el chef pastelero responsable de Mamá Framboise se ha lanzado asimismo a la fantasía y para estas fechas salen de su obrador animales de un colorista zoo de chocolate: ranas, ratones, elefantes, tigres… Y como estrella, el conejo de Alicia en el país de las maravillas con rasgos del estilo de Tim Burton. Cada pieza precisa cinco horas de elaboración artesana con chocolate blanco y toques de vainilla que, según su creador, aportan una cremosidad y un dulzor al agrado del gusto infantil.
Otro as de la pastelería madrileña, Ricardo Martínez, incluye monas de Pascua entre los atractivos (¡esos macarons y esos cruasanes!) de su espacio Moulin Chocolat. Junto a figuritas de granja y formas ovoidales clásicas, sorprenden unas gallinas, de blanco deslumbrante, que van acompañadas de huevos de colores.
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