Aquí nació la peseta
Recuperados los restos de la Seca de Barcelona del siglo XIX
Las excavaciones realizadas en el interior del edificio de La Seca de Barcelona han puesto al descubierto las estructuras utilizadas para fabricar moneda en el siglo XIX, el último periodo útil de este enorme edificio que a intervalos, desde el siglo XIV, ha acuñado las monedas barcelonesas y catalanas. También la peseta, que estuvo viva hasta 2009, nació aquí. Peceta era la denominación popular dada a los dos reales acuñados por el archiduque Carlos en Barcelona hasta 1714. Cerrada tras la Guerra de Sucesión, la Seca volvió a abrir durante la dominación napoleónica en 1808, momento en que se acuñaron las primeras pesetas como tales.
Si el edificio se llama “la Seca” lo más que probable es que en su interior se localicen restos de la fabricación de moneda en Barcelona. Pero los trabajos arqueológicos realizados en 2010, previos a la reforma del edificio situado en el número 40 de la calle Flassaders —presidido por un enorme escudo barroco de Felipe V— permitieron documentar solo actividad acuñadora desde el siglo XIV pero proporcionaron pocos restos de esta actividad. Era como si el uso posterior, como taller de adobes, almacén de droguería y discoteca hubieran acabado con el pasado monetario del edificio que acuñó las pesetas entre 1808 y 1881, año en el que se clausuró.
Pero ahora la cosa ha cambiado. En la parte posterior de la manzana que delimitan las calles Flassaders, Mosques, Cirera y La Seca y accediendo por una enorme puerta arquitrabada, existe una nave propiedad del ayuntamiento. Los trabajos para instalar allí las oficinas, los servicios de documentación y la acogida de estudiantes del Museo de las Culturas del Mundo, que se construye en la vecina calle de Montcada, han puesto al descubierto, a tan solo 10 centímetros del pavimento actual, las entrañas de la ceca barcelonesa del siglo XIX. Tras localizar restos de actividad en la cata realizada para instalar la caja de un ascensor, Jaume Ciurana, concejal de Cultura del Ayuntamiento de Barcelona, dio la orden de excavar en extensión los 300 metros cuadrados de la nave.
Después de unos 15 días, la excavación dirigida por la arqueóloga Anna Bordas de ATICS y supervisada por Carme Miró, directora del Pla Barcino, ha dado su fruto: Se ha recuperado la carbonera, un depósito para agua, acequias con restos de óxido, túneles y canalizaciones para conducir el agua caliente para mover las máquinas o arrastrar los metales fundidos a altas temperaturas. También se han hallado más de una docena de enormes losas de piedra de Montjuïc con marcas de haber servido de base para fijar estas máquinas al suelo y unas 15 monedas, todas defectuosas que los monederos —los profesionales que heredaban el oficio de fabricantes de moneda— olvidaron en algún momento. “Es normal, las que no salían bien al final del proceso se volvían a fundir”, explica Bordas mientras controla los trabajos de una pequeña excavadora que retira escombros de relleno localizados junto a la carbonera.
El proyecto para el Museo de las Culturas no hipotecará el futuro de lo localizado
Este espacio, casi desconocido por los barceloneses y lejos del bullicio del turismo, ha conservado los restos del proceso necesario para fundir el metal, realizar las planchas de donde salían los discos o cospeles y acuñar las monedas a martillo, molinos de prensa de volante y finalmente automatización con máquinas movidas por vapor o electricidad.
En una de las zonas, por debajo de estas estructuras ha aparecido un muro del siglo XIV que permite deducir que la actividad, al menos, se desarrolló durante seis siglos. En los próximos días, tras dibujar y documentar los restos se protegerán con geotextil y se cubrirán de arena para poder comenzar a trabajar en la otra mitad. Según Ciurana, que asegura que es pronto para valorar la importancia de lo localizado, todo lo que se haga en relación con el Museo de las Culturas, un proyecto que dirige la arquitecta Meritxell Inaraja, será reversible, para no hipotecar posibles planes de futuro para estas estructuras.
Para Albert Estrada-Rius, conservador jefe del Gabinete Numismático de Cataluña, situado en el MNAC, los restos aparecidos son como haber encontrado el Paraíso. Autor de una tesis doctoral en 2012 sobre la Casa de la Moneda de Barcelona asegura que “es como ver la historia en directo. Hasta ahora teníamos el resultado de los avances, que son las monedas, y podíamos leer los documentos que nos explican cómo se fueron introduciendo en cada momento. Todo es como un puzle y ahora lo podemos ver en 3D”, explica.
En 1856 la Maquinista Terrestre creó la primera prensa para acuñar con vapor
La semana pasada Estrada-Ruis estuvo en Madrid viendo en la Real Casa de la Moneda una prensa Thonelier que quizá estuvo anclada en alguna de las piedras localizadas. “Fue creada por la Maquinista Terrestre y Marítima en 1856 y en una cartela se puede leer que fue la primera de España”. Estrada cree que la máquina que supuso introducir el vapor en la producción por el empeño de Francesc Paradaltas, se trasladó a Madrid tras el cierre de la ceca en 1881. Hasta ahora el testigo mudo de todos estos avances era la imponente chimenea que se conserva en el edificio anexo a la excavación —que ocupa una sociedad gastronómica vasca— construida en 1858. “Sería un crimen no conservar un edificio con una carga histórica tan fuerte que como las Drassanes, vertebran el principado”, remacha Estrada-Rius.
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