Paladares ‘black’
Cinco de los mejores restaurantes de la capital encabezan los gustos culinarios de los titulares de las tarjetas opacas de Caja Madrid. En ellos gastaron 132.250 euros
Los 82 consejeros y directivos de Caja Madrid que utilizaron las tarjetas opacas podrán ser acusados de ética dudosa, pero no de tener mal paladar. La fortuna que gastaron en comidas es la prueba. Este es el hit parade de sus gustos culinarios. En los cinco excelentes restaurantes que se mencionan a continuación gastaron nada menos que 132.250,93 euros entre 2003 y 2012.
Errota-Zar: 47.186 euros. Platos imaginativos, pero sin desviarse de la cocina tradicional vasca. Esta es la seña de identidad del restaurante favorito de los consejeros. Quizá por su cercanía al Congreso de los Diputados, en el número 3 de la calle Jovellanos, era el preferido de los dueños de las tarjetas black. Entre las especialidades del restaurante, abierto en 1999, destacan la merluza a la parrilla —que hizo famosos a sus propietarios en el negocio que regentaban en Tolosa (Guipuzkoa)—, las anchoas fritas, las croquetas de bacalao, el besugo, el chuletón de buey y la tarta de limón ácido.
Su amplia carta de vinos y puros y el comedor privado del que dispone son algunos de los alicientes que atrajeron a los 15 consejeros (8 del PSOE) que comieron en Errota-Zar, donde el precio medio por comensal es de 50 euros. José Acosta Cubero, histórico dirigente del PSM, fue el que más contribuyó a la buena marcha de este negocio, con 27.288 euros repartidos en 128 visitas durante los años 2003, 2010 y 2011; entonces iba varias veces al mes. Con 13.497 euros, le sigue Francisco José Pérez Fernández, exsecretario de organización de los socialistas madrileños. Fue 61 veces al restaurante, siempre a comer, con sobremesas que se alargaban incluso hasta las siete de la tarde.
Moaña: 34.417 euros. Mariscos y pescados, elaborados a la gallega, con sus patatas cocidas y su salsa allada, eran los platos más buscados en esta marisquería, en el número 4 de la calle de Las Hileras, a escasos metros de la Plaza Mayor. Ya cerrado, el restaurante Moaña —que lleva el nombre de un municipio pontevedrés— era propiedad del empresario José Limeres, dueño también de otros dos templos de la cocina gallega en Madrid, Portonovo y Ponteareas.
En las “suntuosas” instalaciones de Moaña, decoradas con maderas nobles —según describen el local algunas guías en Internet—, comieron 26 de los consejeros y directivos de la caja. El precio medio por persona rondaba los 50 o 60 euros. Las comilonas más caras corrieron a cargo de la tarjeta de Carlos María Martínez Martínez, consejero ejecutivo de la entidad, que gastó en la marisquería 9.885 euros; en dos ocasiones, la cuenta marcó 1.634 y 1.793 euros. El segundo lugar lo ocupa de nuevo Francisco José Pérez Fernández, que se dejó 5.294 euros en la treintena de ocasiones que pisó Moaña entre 2007 y 2009.
Zalacaín: 26.967 euros. La carta del primer restaurante español en conseguir tres estrellas Michelín —ahora conserva una— también era del gusto de los consejeros. La lasaña gratinada de boletus edulis y foie, el muslo de pato guisado, la manita de cerdo rellena, las ensaladas de langostinos y bogavante y el pequeño Búcaro Don Pío son algunas de las especialidades más famosas de Zalacaín, donde 14 titulares de las tarjetas opacas se dejaron una pequeña fortuna. El navarro Jesús Oyarbide y su mujer, Chelo Apalategui, abrieron este célebre restaurante, ubicado en el número 4 de la calle de Álvarez de Baena, en 1973, una década después de inaugurar Príncipe de Viana, también en la ruta gastronómica de las tarjetas black. El precio de sus platos, entre los 30 y 50 euros, no disuadió a consejeros como Mercedes de la Merced Monge, exteniente de alcalde en Madrid con el PP —fallecida en 2013—, que acudió en 35 ocasiones y gastó 9.834 euros. También fue el expresidente de Caja Madrid Miguel Blesa, que cargó a su tarjeta opaca 94.583 euros solo en restaurantes en siete años. En Zalacaín disfrutó de 14 banquetes que costaron cada uno entre 200 y 700 euros. Su saldo total fue de 7.138 euros.
Príncipe de Viana: 12.054 euros. En el número 5 de la calle de Manuel de Falla, muy cerca del Bernabéu, no había nada más típico que las cofias de sus camareras. El restaurante, uno de los mejores ejemplos de la cocina vasco-navarra en la capital. Cerró en 2011, cuando estaba a punto de cumplir medio siglo de historia. Los directivos y consejeros de Caja Madrid se gastaron en Príncipe de Viana —donde el precio medio por comensal rondaba los 80 euros— 12.054 euros. Degustaron, seguro, sus platos más famosos: la menestra con verduras de Tudela (28,6 euros), el bacalao al ajoarriero (27 euros) y sus canutillos a la crema para el postre (14,85 euros). Blesa cargó 3.871 euros en su tarjeta en las 18 veces que comió en este restaurante entre 2003 y 2009, cuando dejó el cargo; ninguno de sus pagos bajó de los 150 euros.
Combarro: 11.614 euros. En 48 ocasiones pasó su tarjeta black Ignacio de Navasqués Cobián, miembro de la comisión de control de Caja Madrid, en esta marisquería también próxima al Bernabéu, en la calle de la Reina Mercedes, 12. Es propiedad del grupo Combarro, que tiene otro restaurante en Madrid, Sanxenxo, igualmente visitado por los dueños de las tarjetas opacas. Desde 1973 ofrecen a sus comensales empanadas gallegas, filloas para el postre y, sobre todo, marisco traído cada día desde Galicia; una mariscada puede costar entre 120 y 150 euros por persona. El grueso de los gastos de Combarro corresponden a De Navasqués Cobián, que cargó 7.275. Muy lejos le siguen los 1.072 euros con los que José Antonio Moral Santín, consejero a propuesta de IU, se homenajeó en tres ocasiones; tres comidas que costaron entre 300 y 400 euros cada una.
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