La montaña de basura del parque natural
Comuneros destapan la existencia de un vertedero desde hace 27 años en As Fragas
Hay una montaña de basura en el parque natural de As Fragas do Eume, la joya verde del bosque atlántico europeo. Es un antiguo vertedero municipal incontrolado y clandestino del que pocos sabían pero que lleva plantado en el suelo de los montes de Trapa unos 27 años. Lavadoras, botellas, chapas oxidadas, bolsas, plásticos y todo tipo de desperdicios imaginables engordan este montón inmundo de residuos camuflado bajo unas paladas de tierra y silvas a unos 300 metros de una pista asfaltada que sube hacia la cantera de Ourela, de Pontedeume a Monfero. Aunque fronterizo, este vertedero pirata está dentro de los límites de un parque natural único que se estira a lo largo de 9.126 hectáreas repartidas entre cinco municipios: A Capela, As Pontes, Monfero, Cabanas y Pontedeume, por la cuenca del río Eume.
Fue uno de los propietarios de los montes comunales de la parroquia eumesa de Ombre el que se topó con esta antigua montaña de porquería a finales de marzo por pura casualidad. Presentó una denuncia ante el Seprona de Pontedeume el 21 de marzo y pocos días después, el 11 de abril, la Guardia Civil lo notificó al Ayuntamiento de Pontedeume, a la dirección del parque, la Dirección Xeral do Patrimonio y a las consellerías de Medio Ambiente y Medio Rural. Han transcurrido ya tres meses y el montón emergido de electrodomésticos y plásticos sigue petrificado en el mismo lugar en el que ha estado oculto casi tres décadas sin que la Administración gallega haya explicado aún cómo planea retirarlo. Este vertedero ilegal está a un centenar de metros de otro gran depósito municipal que Pontedeume selló en 2002 con fondos de la Unión Europea.
El hallazgo de esta montaña de basura no pudo ser más casual, explica Uxío Calvo. Preside la asociación de monte común de Ombre, que agrupa a 138 propietarios con 84 hectáreas. El 80% de las tierras mancomunadas —unas 70 hectáreas— las ocupan eucaliptales y pinares donde crece la madera que le venden a Ence, la empresa celulosa, mientras que en las 14 hectáreas restantes resisten hermosos castaños y robles. A principios del 2014, el maderista con el que trabajan les recomendó certificar sus terrenos con la FSC, entidad internacional que promueve una gestión forestal responsable del monte, para mejorar el precio de venta. Cuando se pusieron a revisar las parcelas tomaron la pista que sube hacia la antigua cantera y en un repecho empinado pendiente pero no inaccesible se toparon con los esqueletos de dos lavadoras que asomaban entre la maleza. Llamaron a una empresa para retirarlas y cuando la pala excavadora clavó sus púas en el suelo, destapó más y más porquería.
Esta “montaña terrible”, cuenta Calvo, lleva probablemente desde 1987 o antes enquistada en el parque, cuando todavía no se había declarado una protección ambiental que llegó en 1997. Mide unos seis metros de alto por 20 de ancho y apila “200 toneladas o más”. A finales de los ochenta, explica, el Ayuntamiento les pagaba a los comuneros un alquiler por unas tierras adonde llevaba la basura de toda la localidad. Como había más desperdicios que ganas de retirarlos, apunta otro vecino, desde el gobierno local dieron orden de “hacer sitio” y varios camiones se dedicaron a mover la basura del vertedero oficial a este otro incontrolado donde fueron amontonando toneladas de inmundicia sin contemplaciones ni precauciones de ningún tipo.
Lo confirma un vecino de la zona que, siendo un chaval, fue testigo del trasiego de camiones a plena luz del día por orden del Ayuntamiento, que era “el que pagaba”. Tampoco se le han olvidado las ratas de tamaño de un conejo que colonizaron la zona. Un poco de tierra por encima fue el sustrato sobre el que empezó a multiplicarse la maleza que lo disimula. El agua de la lluvia corre a menudo por la ladera barriendo los bajos del vertedero y arrastra los tóxicos que filtra al subsuelo y que van a las fuentes que nutren el Eume, advierte Uxío Calvo, convencido de que es “una bomba mortal para el bosque y el río”.
Los comuneros de Ombre, asombrados porque “ahora que se descubre todo nadie hace nada”, llevan semanas reclamándole al Ayuntamiento de Pontedeume que limpie y desinfecte sus terrenos como estipulaba el contrato para un primer vertedero que se duplicó con otro clandestino. Hartos de que la corporación local les dé la callada por respuesta, han puesto el tema en manos de un abogado. El alcalde, Gabriel Torrente, del PP, admite que ha tenido noticia del vertedero recientemente y está a la espera de un informe de la Policía Local, sin más precisiones. Se apresura a derivar cualquier responsabilidad a la anterior corporación eumesa, que de 1987 a 2007 abanderó el socialista Belarmino Freire.
Tampoco la dirección del parque aporta una solución inmediata para la retirada de la montaña de basura. Reconoce, no obstante, que el vertedero está dentro de la zona de protección ambiental aunque lejos de la parte más valiosa de As Fragas. Los técnicos forestales de la Xunta ya redactan un informe y estudiarán cómo deshacer el montón de desperdicios.
Para los ecologistas de Adega, este vertedero es otro ejemplo de la “nefasta gestión” que la Xunta ha hecho de este parque natural desde que se creó hace 17 años. Casi los mismos que acumula de retraso el Plan Reitor de Usos e Xestión, un documento que la ley exige para ordenar y preservar una joya verde que serpentea a ambos lados del cañón del río Eume y que todavía no tiene fecha.
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