El PIB de la Comunidad Valenciana cae por debajo del alcanzado en 2006
La autonomía es la que más peso económico ha perdido por la crisis El ladrillo retrocede 10 años y su aportación pasa de 14.800 millones a 7.800
El fracaso de la economía valenciana de los últimos años quedó retratada esta semana negro sobre blanco en las páginas de la Contabilidad Regional de España publicada por el Instituto Nacional de Estadística. En ninguna otra parte la factura de la crisis ha sido tan cara: el territorio ha perdido 10 puntos del Producto Interior Bruto (PIB) desde que empezó la recesión. El doble que, por ejemplo, las de Madrid, Navarra o Galicia. El PIB de la autonomía, con 97.333 millones de euros el año pasado, ha caído por debajo del alcanzado en 2006. El comportamiento del último ejercicio, con una caída del PIB inferior a la media española y una acusada desviación del objetivo de déficit, dibuja un cuadro marcado por los claroscuros pero que permite abrigar esperanzas en la recuperación.
¿Cómo hemos llegado hasta aquí? Por la combinación de decisiones privadas y públicas adoptadas en un largo periodo de tiempo, apuntan los expertos. “En primer lugar, asentamos nuestro crecimiento sobre una base difícilmente sostenible, con un gran peso de la construcción que fue muy intenso en todo el arco mediterráneo”, responde Francisco Pérez, director del Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE).
El ladrillo ha sido el sector económico que más se ha despeñado con la crisis. Su aportación al PIB regional se encuentra en niveles inferiores al de 2002, cuando el precio de la vivienda, indicador de la burbuja inmobiliaria, apenas había comenzado el escarpado ascenso hacia las nubes que alcanzaría después. Si en el momento álgido del boom de la construcción, en 2007, representó 14.840 millones de euros para la economía valenciana, el año pasado apenas se elevó a 7.817 millones.
El peso de la Comunidad Valenciana en el conjunto del PIB español ha retrocedido un 0,36%, hasta suponer ahora el 9,5%. Lo mismo que ha perdido el territorio lo ha ganado Cataluña, donde el ajuste de la construcción ha sido menor (porque su tamaño también fue más pequeño) y donde las exportaciones han crecido aún más, señala el servicio de estudios del BBVA.
“En segundo lugar, el sector público no guardó en los buenos tiempos para tener margen de maniobra cuando llegó la crisis. Ello le ha impedido actuar como un estabilizador durante la crisis. De hecho, ha sido un acelerador de la crisis, al tener que corregir sus propios desequilibrios en el momento más inoportuno para la economía”, prosigue Pérez.
"El Consell ha sido un acelerador de la crisis”, afirma el director del IVIE
El director del IVIE añade que el modelo imperante en la etapa de crecimiento “desvió la atención del cambio estructural” que requería la economía valenciana.
La baja financiación es el último factor que explica la caída de 10 puntos del PIB y la pérdida de casi una década para la Comunidad Valenciana. Si no hay una reforma favorable del sistema de financiación autonómico que mejore la posición de la autonomía “deshacer la pelota del endeudamiento será imposible”, vaticina el director del IVIE. A los cerca de 1.000 millones de euros que según sus cálculos le faltan para llegar a la media de financiación de las comunidades se unen “otros 1.000 o 1.200 millones en intereses” que la Generalitat debe pagar anualmente por la deuda.
“Ello ha sido una desventaja respecto a otras comunidades con iguales necesidades de reducción del déficit, pero menores niveles de deuda autonómica”, apuntan los expertos del BBVA.
“Con esta financiación el Gobierno valenciano tendrá que seguir gastando un poco menos que la media en Educación y Sanidad. Y mucho menos que el promedio, en torno a un 40%, en todo lo demás: dependencia, infraestructuras, políticas de promoción económica...”, concluye Pérez, “y a pesar de ello, continuar siendo los más endeudados”.
Algo de luz al final del túnel
Algunos datos invitan al optimismo, depende del cristal con el que se miren. El último informe del BBVA sobre la Comunidad Valenciana prevé que la economía regional será la segunda que menos crezca este año y el que viene. Y explicaba la relativa mejora frente a las expectativas que registró el año pasado por su condición de gran incumplidor del objetivo del déficit público. La consecuencia de ello era que, en principio, añadía el banco, la Generalitat debería reducir este año el déficit mucho más de lo previsto (desde el 2,33% al 1%), con lo que el crecimiento se vería resentido.
Cabe, sin embargo, otra lectura, apunta Francisco Pérez, director del IVIE. La Comunidad Valenciana se quedó lejos del objetivo de déficit el año pasado; pero aún así ejecutó un hercúleo ejercicio de rebaja del 1,61%. Si a pesar de ese esfuerzo, la economía valenciana logró caer sólo un 0,8% mientras la media española lo hacía un 1,2%, es que hay otras fuerzas que están jugando intensamente a favor de la economía regional.
Pérez coincide con el BBVA en que los factores favorables han sido probablemente el turismo y las exportaciones, que funcionaron bien el año pasado.
El incumplimiento de 2013 debería tener como consecuencia, según el discurso oficial, una rebaja adicional este año. Pero también cabe otra posibilidad, de la que el Gobierno de Alberto Fabra ha dado ya alguna señal.
El camino alternativo pasaría por confiar en que el aumento de ingresos acerque a la Generalitat al objetivo del 1% déficit. Proceder a un tajo adicional en el gasto sólo en el caso de que la desviación del objetivo se presuma grave. Y aplicar por la vía de los hechos la receta que, empezando por el FMI, genera ahora más consenso: una alta velocidad en el ajuste frena la recuperación; por tanto una vuelta al cumplimiento más lento debería fortalecerla. Y de paso facilitaría la vida al Consell de Fabra en el año que queda para las elecciones autonómicas y locales.
A diferencia de cuando empezó la última etapa de expansión, a mediados de los noventa, esta vez la Comunidad Valenciana arrastra una enorme deuda. En cambio, señala Pérez, a favor de la luz al final del túnel cuenta el hecho de que tiene un “capital tangible e intangible”, en infraestructuras, formación y tecnología del que entonces carecía.
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