El fotógrafo del modernismo
Pau Audouard, uno de los principales retratistas del inicio del siglo XX
No ha existido un estudio fotógrafo más glamuroso en Barcelona que el de Pau Audouard Déglaire (1856-1918). Inaugurado en 1905 en los bajos de la Casa Lleó i Morera, en pleno rovell d'ou del nuevo Eixample concebido por el mismo arquitecto del edificio, Lluis Domènech i Montaner y decorado por Adrià Gual, pasaron por allí para retratarse todos los que fueron o querían ser algo en la Barcelona.
De Audouard son el único retrato realizado en un estudio de Antoni Gaudí, cuando contaba unos treinta años, también el de arquitectos como el propio Doménech o Puig i Cadafalch, poetas como Joan Maragall, prohombres de la burguesía barcelonesa, como Eusebi Güell, o actores como Enric Borràs. Pero también son suyos cientos de retratos de personas anónimas: niños recién nacidos, o vestidos de comunión, parejas de recién casados, criadas, militares de uniforme y un largo etcétera, fruto de su labor como retratista fotográfico, la actividad que Audouard realizó como muchos otros en las primeras décadas del siglo XX, cuando la fotografía comenzaba a generalizarse. Eso sí, Audouard fue de los más productivos y uno de los más caros.
Audouard también había sido el fotógrafo oficial de la Exposición Internacional de Barcelona de 1888, dejándonos imágenes de ese primer momento de gloria de la ciudad barcelonesa. Este fotógrafo, algo desdibujado hasta ahora y sin un trabajo científico, protagoniza el voluminoso libro, Pau Audouard. Fotografía en temps de Modernisme (Memoria Artium) de la joven investigadora Núria F. Rius, en el que se aborda la evolución de la profesión de fotógrafo en Barcelona desde los talleres familiares hasta las industrias, las luchas de intereses entre ellos por hacerse con exclusivas, la relación entre fotógrafos, pintores y escritores con la burguesía y cómo fueron surgiendo los diferentes géneros fotográficos. Sin duda, una obra necesaria para conocer la historia de la fotografía catalana y española.
El libro de Rius estudia el ascenso profesional de Audouard, con un primer estudio en la Rambla del Centre, junto a la calle Ferran, en el que realizó, sobre todo cartes de visite. La zona fue el punto neurálgico del comercio y el lujo en la ciudad entre 1870 y 1880 y lugar donde se concentraron los primeros estudios de retratistas como el de Gustavo Larauza, Rafael Heras o Jaime Corbella. Para Rius, que realizó su tesis sobre el fotógrafo entre 2006 y 2011, Audouard fue un personaje que consiguió la excelencia entre ese grupo de retratistas --su estudio fue el primero en el que se empleó la luz eléctrica y llegaron a trabajar hasta quince trabajadores--, alcanzando un status que lo llevó a acercarse a los círculos culturales más destacados de la ciudad. Rusiñol, Apel.les Mestres, Joan Maragall o los industriales Amatller o Batlló fueron sus amigos, con estos dos últimos constituyó la Sociedad Fotográfica Española en 1891. También lideró la primera patronal del negocio de la fotografía.
La Exposición de 1888 significó el inicio del proceso de su singularización, y en 1900 el autor llegó a su madurez como retratista, comenzando a realizar otro tipo de fotografías: paisajes de Barcelona y de Montserrat, obras públicas, maquinaria del puerto o la construcción de la red ferroviaria, pero también trabaja para el mundo editorial, para el ejército o capta montajes teatrales. "Fue un pionero para otros fotógrafos que llegaron después. Incluso se sabe que realizó imágenes de muertos en crímenes, tal y como recogieron algunas publicaciones, pero no se han localizado", explica Rius. Según la investigadora, Audouard, siempre consideró su profesión tediosa, por reiterativa, abominó de ella y manifestó su deseo de dedicarse a la fotografía amateur. “La prueba es que pese a que aparece en muchas de sus imágenes, muchas veces disfrazado, nunca lo hace con su cámara”, explica Rius.
Rius ha reconstruido la actividad de Audouard a través, sobre todo, de la prensa y de los archivos administrativos y notariales. "Vivió en un momento en que los fotógrafos comenzaron a tener un interés público, y su actividad se ve proyectada y publicada". Así ha podido comprobar que los estudios fueron cambiando su geografía tras cruzar la Gran Vía y pasan a ocupar el nuevo Eixample. En 1910, a los cinco años de estar instalado en la casa Lleó i Morera, Audouard dejó su lujoso estudio y se puso a trabajar como retratista en los almacenes El Siglo. "En Barcelona se había pasado de una treintena a más de 80 estudios fotográficos, con lo que el modelo se vio masificado y se tambaleó, sobre todo por los bajos precios”. Fue el momento, además de la aparición de nuevos profesionales de la fotografía, como reporteros, documentalistas, o fotógrafos de arte, que produjeron el declive de los retratistas y sus negocios. "Audouard dio el relevo a otros fotógrafos como Adolf Mas, Rafel Areñas o Miquel Renom", explica Rius.
A partir de ahora concentra su actividad en el mundo del teatro donde había participado como actor en varias obras, e incluso escribe tres textos dramáticos bajo el pseudónimo de Joan Aler "relacionadas con la avaricia y el dinero, como elemento narrativo central, reflejo, quizá, de su propia vida", asegura Rius. Algunas de sus fotografías vinculadas al mundo del teatro se podrán ver, a partir del 8 de junio, en la exposición Amadeu i Audouard: Fotografia d'escena, en el Palau Solterra de Torroella de Montgrí, comisariada por Jordi Calafell, en la que se pondrá rostro a un magnífico conjunto de actores y actrices del teatro catalán de comienzos del siglo XX.
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