El Senado confirma el polémico nombramiento de Robert F. Kennedy como secretario de Salud en Estados Unidos
Solo un republicano ha votado en contra de la designación del conocido antivacunas
![María Antonia Sánchez-Vallejo](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2F0095c6d0-3f01-466b-bf23-54f7dae863ae.png?auth=8b7e790776e1a90353b2dd71c853db2fa8397c8a9b22f122ee03b0b4a1e16bd6&width=100&height=100&smart=true)
La mayoría republicana del Senado de Estados Unidos ha confirmado este jueves el nombramiento del polémico Robert F. Kennedy Jr. como secretario de Salud. El presidente Donald Trump optó por este candidato a pesar de sus posiciones anticientíficas, cuando no conspiranoicas, y su oposición a las vacunas, por lo que fue ampliamente cuestionado en sus comparecencias en el Senado por la bancada demócrata. También por algunos republicanos, pero la resistencia inicial de estos fue cediendo a medida que se desarrollaba el proceso de confirmación: las garantías dadas por el candidato para evitar un conflicto de intereses ―su intención inicial de seguir cobrando honorarios por remitir a clientes a un bufete que demanda a farmacéuticas― han acabado convenciendo a sus nuevos correligionarios ―Kennedy es un republicano de nuevo cuño; fue demócrata hasta 2023―, lo que supone una considerable victoria para Trump.
La votación arrojó un resultado de 52 apoyos frente a 48 noes. El exlíder del Partido Republicano en el Senado Mitch McConnell, un superviviente de la polio que aún arrastra efectos secundarios, fue el único republicano que votó en contra de la confirmación del epígono de la dinastía política Kennedy. En diciembre demostró su firme oposición al candidato al recordar cómo en 2022 un estrecho asesor suyo planteó a la FDA (agencia federal de alimentos y medicamentos) la revocación de la patente de la vacuna contra la polio.
El resultado pone de relieve el alcance de la influencia de Trump sobre la mayoría republicana del Senado, ya que una lista de candidatos polémicos que se enfrentaban a dudas sobre si podrían ser confirmados ―además de Kennedy, Pete Hegseth como secretario de Defensa y Tulsi Gabbard como directora de Inteligencia Nacional― ha obtenido la aprobación de los conservadores. McConnell votó también en su día contra la confirmación de Hegsteh y Gabbard. Sus correligionarias Susan Collins y Lisa Murkowski, que se opusieron a la nominación de Hegseth para el Pentágono, depusieron esta semana sus críticas a Kennedy a pesar de su “persistente” preocupación por su postura sobre las vacunas.
Kennedy, fundador de uno de los grupos antivacunas más pujantes de EE UU, será a partir de ahora uno de los principales responsables de salud pública del país, una cartera de casi dos billones de dólares. El Departamento de Salud y Servicios Humanos de EE UU, con cerca de 100.000 empleados, está formado por 13 agencias federales clave en materia de salud, entre ellas la Administración de Alimentos y Medicamentos, los Institutos Nacionales de Salud, los Centros de Servicios de Medicare y Medicaid, y los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades.
La votación final fue esencialmente una formalidad después de que el Comité de Finanzas del Senado enviara la semana pasada el nombramiento de Kennedy al pleno en una votación de línea partidista. El pleno de la Cámara votó el miércoles por 53 votos a favor y 47 en contra para poner fin al debate y avanzar en la nominación.
Durante las audiencias de confirmación en el Capitolio, Kennedy negó ser antivacunas, diciendo a los senadores en su lugar que es “proseguridad”, una palabra que veladamente desliza la sospecha de que la inmunización no lo es; de ahí la oposición de McConnell. Kennedy dijo estar convencido de que “las vacunas desempeñan un papel fundamental en el cuidado de la salud”, pero no era la primera vez que rechazaba la etiqueta de antivacunas. Una comprobación de la cadena CNN en 2023 constató que pese a sus afirmaciones en sentido contrario, ha sido uno de los activistas antivacunas más destacados del país y durante años ha recurrido a afirmaciones falsas y engañosas para socavar la confianza del público en las campañas de inmunización.
Kennedy es un antiguo demócrata, bien introducido en el círculo de Trump desde el año pasado y que cuenta con el apoyo de casi todos los republicanos del Congreso. Su metamorfosis política ha implicado aparcar su activismo antivacunas y su postura a favor del aborto, explicitada en el pasado, para presentarse como un gran disruptor o azote de la industria sanitaria, las Big Pharma (las grandes compañías farmacéuticas) y aspectos como la comida ultraprocesada, por no citar su polémica propuesta de eliminar la fluorización del agua potable. Un disruptor en la estela de la sacudida de Elon Musk a los pilares de la Administración.
Las bancadas republicanas de Senado y Cámara de Representantes han abrazado su programa de Make America Healthy Again (Hacer a EE UU sana de nuevo; un remedo del grito de guerra trumpista, Make America Great Again), que incluye la eliminación de los aditivos alimentarios y su promesa de reorientar las agencias sanitarias hacia las enfermedades crónicas en lugar de las infecciosas.
Durante el proceso de confirmación, los grupos progresistas han gastado más de un millón de dólares en una campaña dirigida a senadores clave del Partido Republicano que se consideraban potenciales votos decisivos, capaces de inclinar la balanza en contra del candidato. También se opuso a Kennedy un grupo fundado por el exvicepresidente Mike Pence, que lo atacó por ser proabortista.
Kennedy desembarcó con armas y bagajes en el movimiento MAGA en agosto pasado, solo un día después de retirar su candidatura como independiente a la presidencia de EE UU. Diez meses antes, en octubre de 2023, había abandonado las filas demócratas, el partido en el que ha militado tradicionalmente su familia. La reacción del clan no se hizo esperar, y no fue en absoluto positiva para el desertor. “Nosotros creemos en [Kamala] Harris y en [Tim] Walz [candidatos demócratas a la presidencia]. La decisión de nuestro hermano de apoyar a Trump es una traición a los valores de nuestro padre [el senador Bob Kennedy] y de nuestra familia”, aseguraron en un comunicado cinco hermanos suyos. El protagonista, abogado ambientalista, admitió que su cambio de chaqueta sería un trago amargo para los suyos. “Unirme a Trump será un sacrificio difícil para mi mujer y mis hijos, pero lo vale si hay posibilidades, aunque sean pequeñas, de salvar a los niños de Estados Unidos”, aseguró entonces.
Su incorporación a la campaña republicana tuvo un impacto marginal en el arrastre de votantes hacia Trump, pero directamente proporcional a la recompensa que le ha reportado su cambio de filas.
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