La competencia internacional amenaza el liderazgo oleícola de Andalucía
Ya se produce en más de 40 países y cada año se plantan 40 millones de olivos
La hegemonía andaluza en el aceite de oliva es algo incuestionable a tenor de los más de 180 millones de olivos que inundan la comunidad de norte a sur y de este a oeste. Sin embargo, también es una evidencia que ese liderazgo internacional cada vez se estrecha más. Y nada tiene ver en ello la pésima cosecha de este año, la peor desde 1995, que hará que la producción andaluza suponga menos del 20% a nivel mundial, algo inédito. La razón hay que buscarla en el crecimiento de nuevas plantaciones. En la actualidad ya se produce aceite de oliva en más de 40 países, y cada año se plantan unos 40 millones de olivos.
La producción de aceite de oliva no se limita ya a la cuenca del Mediterráneo, sino que es una realidad en todos los continentes. Países como Sudáfrica, Brasil, India, Georgia o China han incorporado recientemente este cultivo, uniéndose a otros con una mayor tradición oleícola como Argentina, Chile o Australia. “Estos nuevos países productores están compitiendo con los tradicionales con plantaciones más modernas y mecanizadas, lo que les hace competitivos en un contexto como este de precios bajos”, señalan los profesores de la Universidad de Jaén Juan Vilar y Rafael Cárdenas, autores de la publicación El sector internacional de elaboración de aceite de oliva, en el que se repasa la evolución del sector oleícola en todo el mundo.
Países sin ninguna tradición olivarera se están incorporando a esta actividad con plantaciones intensivas y superintensivas, lo que se conoce como la nueva olivicultura, con densidades mayores de plantaciones y costes de recolección muy bajos. El resultado es que mientras que en Andalucía el número de olivos por hectárea se sitúa en 118, la media mundial es de 131. En la última década, las hectáreas dedicadas al olivar se han incrementado en casi dos millones (en torno a un 20% más).
Teniendo en cuenta que el consumo de aceite de oliva apenas supone el 2% de la producción mundial de aceites y grasas y que las previsiones apuntan a un crecimiento sostenido de la oferta, las amenazas son latentes: “Con una producción mundial que llegará a los cuatro millones de toneladas en poco tiempo se puede provocar un claro desequilibrio en el mercado si la demanda no evoluciona hacia cotas similares”, advierte Juan Vilar, que es también director gerente de GEA Westfalia Separator y del Centro de Desarrollo y Competencia para Aceite de Oliva, con sede en Úbeda (Jaén).
El incremento de las producciones se debe principalmente al auge experimentado por países emergentes como Australia, Argentina, Chile, Croacia o China. En el país asiático, el mayor mercado del mundo, la producción aumenta en torno a un 12% anual. Son más de 136.000 las hectáreas dedicadas al cultivo oleícola en provincias como Gansu, Shaanxi y Sichuan por el procedimiento del regadío por inundación. Este método de cultivo afecta al rendimiento graso de la aceituna por su alto contenido en agua. El mercado chino es ya uno de los grandes consumidores. En los nueve primeros meses de este año las ventas de aceite español al país asiático crecieron un 41%, hasta llegar a las 18.600 toneladas, algo que tiene que ver con las campañas de promoción puestas en marcha por la Interprofesional del Aceite de Oliva.
El mercado oleícola está también en expansión en África, el segundo productor mundial con medias en la última década de 322.000 toneladas, por delante de Asia, tercer productor con 211.000 toneladas. Es destacable la expansión del cultivo en Egipto, donde crece a un ritmo de 2.500 hectáreas por año, o Marruecos, donde las producciones medias han pasado de 22.000 toneladas en los setenta a las más de 70.000 en la actualidad. Las exportaciones de aceite marroquí a la Unión Europea, sin aranceles ni control fronterizo, han levantado las protestas de los productores andaluces.
También en Estados Unidos se han plantado en los últimos años 4.000 hectáreas de olivos de variedades como la arbequina o la manzanilla de Sevilla. El país norteamericano, que está aplicando duras restricciones a la importación de aceite español para favorecer sus producciones locales en California, es el segundo consumidor tras la UE, que acapara el 69% de todo el aceite de oliva en el mundo. Y no por conocido llama menos la atención el caso de Italia, que pese a producir el 23% acapara el 40% del consumo, lo que refleja que compra aceite a granel a España que luego exporta, una vez envasado, por todo el mundo.
La baja cosecha mermará el consumo
El sector del aceite de oliva va a vivir una de sus campañas más convulsas por culpa de la drástica reducción de la cosecha, que solo en Andalucía bajará un 70%. "Habrá tensiones en los mercados", vaticina el gerente de Asaja en Jaén, Luis Carlos Valero, quien cree que faltará aceite de oliva incluso si la próxima campaña alcanzase un récord de producción. Según esta organización agraria, teniendo en cuenta el stock de 675.000 toneladas con el que arrancó la recolección de este año y las previsiones del aforo de la Junta de Andalucía de 625.000 toneladas para toda España, se contaría para la campaña de comercialización con 1.300.000 toneladas de aceite. "Atendiendo al último año de comercialización, en el que el mercado ha necesitado 1.458.000 toneladas, nos estarían faltando 158.000", apunta Valero.
Para Asaja, harían falta como mínimo otras 250.000 toneladas para abastecer el mercado mientras se recolecta otra campaña, con lo que habría un déficit de 408.000 toneladas al inicio de la de 2013-2014. Según Valero, la única regularización posible de este déficit de aceite es a través de una subida de los precios del aceite, que en la última semana han repuntado hasta los 2,60 euros por kilo de virgen extra, según el Sistema Poolred de Información. Pero esta subida de precios supondría una pérdida de consumidores, que se decantarían hacia otras grasas vegetales, un temor que han expresado todas las organizaciones. Peores nubarrones se ciernen para el futuro más inmediato de los olivareros andaluces. La COAG estima que podrían perder unos 500 millones anuales (el 70% de las ayudas actuales) si prospera la propuesta de la Comisión Europea de introducir el pago uniforme por hectárea a partir de 2015.
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