Mendia, al final, creyó a una de las partes

En el actual departamento de Justicia nunca ha habido unanimidad en apoyar la denuncia de supuestas irregularidades en los contratos de informática de este área en tiempos del consejero Joseba Azkarraga. Lógicamente, a partir del archivo de la causa, afloran estas desavenencias, como ayer mismo pudo comprobar este diario. La unanimidad, no obstante, se constata al situar a Idoia Mendia como el epicentro político que “deberá aguantar todo el chaparrón que se le avecina”.

Desde que la denuncia fue desvelada, en el departamento empezaron a cruzarse las opiniones sobre la solidez de las pruebas. Los más descreídos siempre entendieron la denuncia como una sucesión de procedimientos “atormentados”, pero sin que “nadie se hubiera llevado un duro”. Mendia, finalmente, se embarcó junto al sector “judicial” de su departamento, que han sido optimistas hasta el último momento. Como muestra de su confianza, la consejera fue informada el mismo viernes de que la larga comparecencia de Cinto ante Calparsoro “había ido muy bien”.

En el seno del Gobierno vasco hay, lógicamente, una indisimulada preocupación porque la foto de situación que resuma el trabajo final de esta consejera “quedará estigmatizada” por el sonoro archivo del denominado caso Justicia. Mendia, de hecho, puso toda la carne en el asador para dar autenticidad a las pruebas acumuladas por sus dos viceconsejeros, Txema Fínez y María Victoria Cinto, a quienes siempre creyó cuando le trasladaban “su horror” por la “amplia lista de trabajos que no aparecían como hechos y que, sin embargo, se habían cobrado”. En Justicia, todavía hoy, mantienen esta teoría más allá de la resolución del fiscal.

En el departamento queda el “consuelo”, no obstante, de que el dictamen de Calparsoro reconoce “la firmeza que estamos aplicando en el control del gasto y en la ejecución de los contratos en diferencia con la laxitud de etapas anteriores”, recuerda uno de los colaboradores de Mendia.