Soria vincula una mejora en el crédito al cumplimiento del objetivo de déficit

Si hay una queja y una preocupación recurrentes entre los empresarios vascos son las restricciones al crédito por las entidades financieras, que está abocando incluso al cierre a algunas compañías, como alertan las patronales. Emilio Titos, director de la planta de Mercedes en Vitoria, la primera firma industrial de Euskadi, insistía ayer en esa necesidad imperiosa de disponer de dinero a un precio razonable para que las empresas puedan competir con sus rivales alemanes o franceses.

A su lado le escuchaba, en una jornada de debate organizada en Bilbao por la Fundación Popular de Estudios Vascos, el ministro de Industria, José Manuel Soria, quien en su intervención posterior vinculó directamente la posibilidad de que fluya la inversión a la economía productiva y al consumo al estricto control del déficit público y el cumplimiento del objetivo al que España se ha comprometido con sus socios europeos: 4,4% de déficit para este ejercicio y 3% para el próximo, flexibilizado hasta 2014. Y ese objetivo atañe no solo al Ejecutivo central sino a cada comunidad autónoma y a los Ayuntamientos. “Solo se puede gastar lo que uno tiene”, había recalcado previamente Titos y el ministro convirtió en advertencia esas palabras.

En el debate abierto en toda Europa y en EE UU en torno a si las políticas económicas deben dar prioridad a la austeridad fiscal —el control del déficit— o al impulso al crecimiento, Soria optó por una intermedia tercera vía: ambos son parte de lo mismo, pues “no puede haber crecimiento” sin equilibrio en las cuentas públicas.

El ‘número dos’ de

Evitando todo lo posible las palabras “recorte” y “rescate”, el titular de Industria defendió las reformas puestas en marcha por el Gobierno popular y el valor de la “línea de crédito” aprobada por la UE el pasado sábado para ayudar al sistema financiero español, que, enfatizó, sólo supondrá condiciones para las entidades que se acojan a esas ayudas y no para el conjunto de la economía española.

Soria incidió en que la situación económica vasca es comparativamente mejor que la española gracias a su sólida base industrial. A pesar de los desequilibrios, el ministro puso a las empresas vascas como ejemplo para buena parte de España en los aspectos que cimentan tal situación: capacidad exportadora, innovación, generación de valor añadido y competitividad.

A esas fortalezas de Euskadi aludió también el tercer orador de la jornada organizada por la fundación del PP: el número dos de Iberdrola, José Luis San Pedro. El consejero-director general de la eléctrica alertó, con todo, de un hecho que otros indicadores estadísticos también advierten: una ralentización del sector en Euskadi. Usando los datos de consumo eléctrico, San Pedro destacó que el atribuible a la industria se situó el año pasado en el mismo nivel de 2001 y un 20% por debajo de la punta que se registró en 2008. Desde mediados del año pasado se está notando una caída muy fuerte en el consumo de electricidad industrial, con un 7% más perdido en lo que va de año, precisó.

San Pedro consideró prioritario para las empresas vascas, además de ahondar en los sectores con fuerte componente tecnológico, la externalización en países emergentes, atraer inversión extranjera para que se instale en Euskadi, aumentar la dimensión de las empresas y potenciar los grupos tractores.

Titos usó la experiencia de Mercedes para hacer un discurso más centrado en la necesidad de recuperar valores como la confianza, la formación o la importancia del trabajo bien hecho. El director de los centros industriales en España de la multinacional alemana instó varias veces a políticos, empresarios y sindicatos, al conjunto de la sociedad en suma, a alcanzar amplios acuerdos en torno a esos y otros principios. “La gestión tiene que ser irreprochable. La política debe tener valores que no se pueden traspasar y ha de rendir cuentas ante la sociedad”, resaltó.

En la jornada, que presentó el líder del PP vasco, Antonio Basagoiti, estaba prevista también la intervención del presidente de Kutxabank, Mario Fernández, quien al final no pudo participar por un problema familiar.