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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La mayoría absoluta nubla la vista

El ‘rodillo’ del que dispone el PP en las Cortes le aleja de la moderación y provoca un rechazo que ya se refleja en los sondeos

Enric Company

Una coincidencia probablemente no buscada hizo que la amnistía fiscal decidida por el Gobierno del PP para quienes han defraudado a Hacienda a la hora de pagar impuestos se aprobara en las Cortes la semana en que el mismo Gobierno decidía pedir ayuda a la Unión Europea (UE) para salvar a la banca española. No debe sorprender, por tanto, que en el barómetro político publicado el domingo por este diario, el 66% de los encuestados valore negativamente la gestión global del Gobierno y el 64% estime que no está sabiendo hacer frente de forma adecuada a la crisis económica. En coherencia con estas opiniones, hay un 78% de encuestados que afirman tener poca o ninguna confianza en Mariano Rajoy como presidente del Gobierno y un 63% que desaprueba su gestión, frente al 31% que la aprueba.

Lo más relevante es que quien con estas políticas se ha hundido tan rápida y aparatosamente en la valoración de los ciudadanos expresada en el sondeo es el Gobierno surgido en noviembre de unas elecciones que dieron al PP una rotunda mayoría absoluta de escaños en el Congreso y el Senado. Es decir, el depositario de una confianza incondicionada.

Una de las claves de tan vertiginoso descrédito tiene que ser forzosamente que Rajoy en persona y toda la acción política de su partido se concentraron durante la anterior legislatura, en su tarea como oposición, en asegurar que los males de la economía española eran consecuencia de la ineptitud del Gobierno del PSOE y de su presidente, José Luis Rodríguez Zapatero, en particular. Rajoy y el PP dieron entonces por sentado que con la simple sustitución del Gobierno socialista por un Gobierno de la derecha se restauraría de inmediato la confianza en la economía y entonces se iniciaría de nuevo una etapa de expansión económica como la que en su mitificación del pasado reciente había dirigido el mago de la economía Rodrigo Rato en la etapa de gobierno conservador iniciada en 1996.

Con Rajoy todo ha continuado yendo peor en  la economía española

Rajoy y el PP convencieron así a la mayoría electoral. Pero lo que en el último medio año ha sucedido es otra cosa. Con Rajoy todo ha continuado yendo a peor en la economía española. Y muchas otras cosas, también. Hasta el extremo de que, el sábado, el Gobierno del propio Rajoy tuvo que hacer algo que el tan denostado Rodríguez Zapatero logró evitar en su momento, que es pedir ayuda urgente a la Unión Europea para salvar a la banca española de una quiebra que hubiera sido también la quiebra de la economía del país.

La negativa valoración de la gestión económica resalta más, si cabe, porque contrasta con aquella prepotencia de que hizo gala el PP como partido opositor. Pero por esta misma razón, es coherente con la calificación también negativa obtenida en el sondeo por la actuación global del Gobierno de Rajoy, más allá de la gestión económica. Esta desaprobación es una respuesta a la grosera imposición de intereses partidistas en delicados aspectos de la gobernación del país, por una parte, y su descarada identificación con el programa de la patronal y los grandes poderes económicos. Dos ejemplos bastan: uno es la recuperación del control de RTVE por el Gobierno, un paso atrás que inevitablemente deteriora la calidad de la democracia. El otro es una política fiscal antisocial, destinada a elevar las exacciones de impuestos de las rentas salariales al mismo tiempo que se amnistía a los defraudadores y se mantienen las rebajas de impuestos a empresas y al gran capital que se arrastran de la etapa de expansión económica.

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El partidismo de que hace gala el PP al apoderarse de la radiotelevisión pública y la franqueza con que aplica desde el Gobierno el programa de la patronal en materias socialmente tan sensibles como las políticas laboral y fiscal, o el gozo con que se lanza a la recentralización de numerosas políticas sectoriales que competen a las comunidades autónomas, es posible solo gracias a esa mayoría absoluta que le dieron los electores. La historia reciente de España indica que, tanto en el caso del PSOE como en el del PP, disponer de mayoría absoluta ha sido una precondición de grandes errores cometidos en sus respectivas etapas de gobierno. Sin mayoría absoluta, un gobierno está obligado a negociar y toda negociación implica moderación. La vertical caída de la valoración del Gobierno en tan solo medio año procede también de ahí. De la inmoderación.

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