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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Franco y los Sex Pistols

Franco duró tanto tiempo, tanto, que ya había nacido el ‘punk’. El dictador Franco murió en el ‘año punk’

Mercè Ibarz

Vaya con los relatos sobre el general. El asunto está en el candelero, ya saben, en actualidad paralela a la de los altibajos de la prima de riesgo. Las riendas franquistas las lleva la Real Academia de la Historia, que algo deberá también decir en el futuro sobre la prima de riesgo, que para eso es la Real y nada menos que de historia, pero mejor no pensar en lo que pueda llegar a escribir sobre la crisis presente. Ahí va mi perspectiva: Franco murió el mismo año y en el mismo mes que los Sex Pistols dieron su primer concierto. Franco duró tanto tiempo, tanto, que ya había nacido el punk. Franco murió en el año punk.

Últimamente, dejo caer este paralelo histórico en la conversación y mis interlocutores se desconciertan, como si les hubiera contado un chiste ingenioso, una de esas exageraciones pensadas para despabilar. Debo dejar unos minutos para que la verdad de los hechos se haga patente y sea posible ver a Franco en contexto punk. Me sucedió igual cuando yo misma lo advertí, hace cosa de dos o tres meses, estudiando aspectos de los años setenta por cosas de mi curro. Cuanto más joven es mi interlocutor, en mis clases en la UPF, más sorprendido se queda. Por eso, he renovado la conclusión de que la historia cultural es imprescindible para calibrar y evaluar el pasado, por no hablar del hoy mismo. La cultura popular y la otra, el cine, las artes visuales, los libros, la tele y la publicidad, nada está al margen y cualquiera de estos negocios explica tanto como en su momento pareció ocultar o ser hermético.

Los Sex Pistols dieron su primer concierto el 6 de noviembre de 1975 en una reputada escuela de diseño de Londres (es uno de tantos tópicos eso de que el punk fuera exclusivamente de clase obrera) y el grito que aquellos chicos de pelo verde enhiesto, collar de perro y arandelas en la nariz dieron pronto, aquel No future, tiene hoy resonancias mucho más góticas y furibundas de lo que Johnny Rotten y Sid Vicious, sintieron y, sin duda, presintieron. Dos semanas después del concierto, moría en el Pardo el dictador Franco. Había cumplido yo 21 años, entonces la mayoría de edad. Claro que lo recuerdo, claro que sí. A Franco no lo mató el punk pero noviembre de 1975 los une en la historia.

Otro ejemplo, no punk, sino pop, esa forma de expresión impersonal y a veces incisiva como el acero, nos la da un cuadro enorme del Equipo Crónica, Pim-pam-pop. Es de 1970. En la tela, un batallón de grises (los policías de la época, cuya imagen los jóvenes desconocen) está en posición de ataque. El cuadro, tan grande y tan colorido, confunde. Los policías se mueven en un marco pop y van armados con elementos icónicos de los principales pintores, de Warhol a Lichtenstein. Pues sí: al final de los alegres sesenta según tantas crónicas, cuyo impacto internacional era la prueba de la triunfante y relajada prosperidad de la posguerra, al empezar los setenta aquí seguía mandando Franco con los grises por delante y en posición de ataque.

Las barbaridades del tal Diccionario biográfico pasman. ¿De qué edad son sus redactores? ¿En qué España han vivido? Una entiende que el franquismo, tan longevo, duró menos que los franquistas y sabe que luego la cosa fue como es. Pero pasma. Evidencias como estas provocan estupor, son narcóticas. La rectificación de las barbaridades no se producirá, así lo han dictaminado los mandos de la Real. Bueno, al cabo la palabra real en lengua española se refiere tanto a lo concerniente a la realidad como a la monarquía. Son las urdimbres que la Real ha creído conveniente tejer con relación a lo real. No deja de ser curioso que un tema monárquico tuviera también su función catártica en el punk británico. En 1977, cuando aquí se celebraban las primeras elecciones del posfranquismo y era aún posible tanto, los Sex Pistols gritaban su God save the Queen y llegaban a su clímax. Una versión del himno que en su acepción masculina podría adquirir resonancias cáusticas en España. Quién sabe, acaso los mandarines de la Academia de la Historia la entonan a su modo. Punk is not dead, en efecto. Tiene ecos paródicos en la Real.

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