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Ante el desahucio, ocupación

Miembros del 15-M y 32 familias se 'realojan' en un edificio de viviendas vacías en Sevilla

Macarena Cruz, en el piso de tres habitaciones donde se ha "realojado".
Macarena Cruz, en el piso de tres habitaciones donde se ha "realojado".JULIÁN ROJAS

La reacción al miedo es diferente en cada ser humano. La unión ante él proporciona la fuerza y el coraje necesarios para actuar, aunque las consecuencias perjudiquen y causen más temor. La Corrala de las Vecinas La Utopía la integran miembros del 15-M y un conjunto de familias desahuciadas o en proceso de serlo, que ante el miedo optaron por la unión y ocuparon, hace unas semanas, un inmueble vacío de 32 viviendas en el barrio de la Macarena, Sevilla.

Cuando empezaron a gestar la idea, hace unos tres meses, no imaginaban la repercusión de sus actos. Medios de comunicación, políticos y personas afectadas por desahucios o en riesgo de serlo se han hecho eco de esta ocupación, que se mueve en un limbo legal. Las Vecinas La Utopía están sentando un precedente en la lucha por una vivienda digna, que va más allá del movimiento okupa y al que prefieren referirse como “realojo”.

Vecinas de la 'Corrala' en el piso piloto.
Vecinas de la 'Corrala' en el piso piloto.JULIÁN ROJAS

Macarena Cruz, de 35 años, y su marido Miguel Sánchez son unos de los nuevos inquilinos del bloque de viviendas situado en la avenida Juventudes Musicales, en el entorno de San Lázaro. Su situación poco difiere del resto de familias de la Corrala La Utopía. Tienen dos hijos, uno de ocho años y el otro de tres. Macarena limpia casas cuando le salen y puede ganar unos 200 euros al mes. Miguel es un albañil que antes de estar desempleado cobraba 1.200 euros y ahora lleva desde septiembre de 2010 sin recibir la ayuda. Pagaban 700 euros de hipoteca al mes y fueron desahuciados el 18 de enero por llevar dos años sin poder pagar. “Con el dinero que gano, o les doy de comer a mis hijos o pago la hipoteca; prefiero que mis niños no pasen hambre”, cuenta Macarena. El matrimonio y los pequeños se vieron en la calle de la noche a la mañana. “Nos cambiaron la cerradura de casa y no pudimos sacar casi nada, salvo una tele, una mesa y algo de ropa”. La única solución que les quedó fue irse a una habitación en la casa de sus padres, en las Tres Mil Viviendas de Sevilla.

Los pisos son exteriores, con parqué, piscina en la terraza y garajes

Desesperados, como los cientos de familias que han sido desahuciadas en los últimos años —unas 6.000 en la provincia de Sevilla, según el movimiento—, Macarena y Miguel acudieron al 15-M, donde les informaron del proyecto. “El domingo, día 20, me llamaron a las ocho y media de la tarde. Me vine con una manta y un saco de dormir, y aquí llevo desde entonces”, relata la realojada. “Tengo miedo a que haya un desalojo en el edificio porque esto es un lujo para mí que no tengo nada”, sigue contando. Su hijo mayor no quiere venirse a la Corrala porque “tiene miedo de que le pase igual que en la otra casa”. El niño vive con los abuelos en las Tres Mil Viviendas.

Asamblea de familias que acuden diariamente a informarse de como pueden hacer ellos un realojo.
Asamblea de familias que acuden diariamente a informarse de como pueden hacer ellos un realojo.JULIÁN ROJAS

En el edificio La Utopía hay niños, ancianos, jóvenes, enfermos, desahuciados, personas con problemas de insalubridad en sus viviendas de alquiler, parados y trabajadores con escasos fondos. Son 32 familias que, como dicen algunos de sus miembros, son una sola. “Necesitamos estar unidos, si no esto no sería posible”. “Hasta los puntos de información llegaban familias desesperadas pidiendo ayuda, sin saber que hacer”, cuenta Elena Contreras (32 años) y peluquera desempleada desde hace tres, miembro del movimiento e inquilina de la Corrala. Ella vivía con su marido y su hermano en casa de sus padres, porque tiene problemas de acceso a la vivienda, como la gran mayoría de jóvenes que buscan independizarse.

Chamizo es el mediador entre las Administraciones y el propietario

Irma Blanco.

En la provincia de Sevilla hay 110.000 viviendas vacías, según la comisión del 15-M. El movimiento se dio cuenta que el edificio de 32 pisos de la calle Jóvenes Musicales llevaba dos años terminado y cerrado. “Se comenzó con los permisos de construcción del inmueble en 2003. Hasta el 2010, que fue cuando se acabó, habían sido tres sociedades diferentes los propietarios. El último grupo inmobiliario ha sido Maexpa, que aparece extinguido en los datos del registro mercantil”, explica Irma Blanco, 35 años, trabajadora social en paro, miembro del 15-M.

Las razones de las 'Vecinas La Utopía'.

El realojo se hizo en varias fases. Tras el estudio de la situación legal del inmueble, los nuevos inquilinos se cercioraron de las condiciones en las que se encontraba. Casi todo los pisos son exteriores, suelos de parqué, piscina comunitaria en la terraza, garaje, locales comerciales. “Estaba listo para entrar, porque hasta el piso piloto tenía el agua y la luz dada”, aclara Irma. Un grupo de personas entraron en el inmueble y lo terminaron de acondicionar. El martes 15 de mayo, unas 22 familias recibieron una llamada y se fueron al bloque de la calle Juventudes Musicales. Accedieron todas juntas y se instalaron en los pisos que se habían adjudicado dependiendo de las circunstancias personales en las que se encontraban. El jueves 17 dieron a conocer la noticia del realojo y avisaron al Defensor del Pueblo Andaluz, José Chamizo, para solicitarle que mediara entre el propietario del inmueble –que todavía no se ha pronunciado-, el Ayuntamiento de Sevilla y la Consejería de Fomento y Vivienda. El domingo, los 32 vecinos ya estaban realojados y ahora siguen luchando para que sus historias sirvan de apoyo para personas con situaciones parecidas.

La Corrala de las Vecinas la Utopía esta llena. Son 32 familias que se han “realojado, no ocupado”, dicen, en un inmueble vacío para reivindicar su derecho a una vivienda digna. “Queremos pagar, pero no grandes cantidades. Un precio acorde con nuestros ingresos. Estamos dispuestas a negociar”, es lo que repite cada inquilina, porque la iniciativa salió de las mujeres.

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