“Europa solo puede competir en clave de inteligencia”

Hace apenas cinco meses, Anne Glover se convirtió en la asesora científica principal de la Comisión Europea, un cargo de nueva creación con el que se pretende impulsar la investigación como rasgo distintivo del viejo continente. Invitada por la Fundación Sabino Arana, ayer expuso en Bilbao las bondades de la innovación para salir de la crisis y configurar incluso una “imagen de país”.

Pregunta. ¿En qué ha centrado su labor desde enero?

Respuesta. En defender la importancia de la ciencia, la ingeniería y la tecnología para el crecimiento económico de Europa. Y en hablar con voz alta sobre nuestros éxitos en estos campos, lo que nadie ha hecho hasta ahora.

P. ¿Hacía falta un cambio de mentalidad sobre el papel de la ciencia en la economía?

R. Lo que hay que desarrollar es un concepto de ciencia como cultura, para que todo el mundo pueda participar y se involucre en ella, como si fuera un entretenimiento. Sobre todo, los jóvenes con más capacidad, que serán los que inventarán el futuro.

P. ¿Empieza a calar esa idea?

R. La Unión Europea, en su programa marco hasta 2020, tiene previsto un presupuesto de 80.000 millones de euros para ciencia e innovación, lo que supone un incremento significativo respecto a planes anteriores. Es algo que da a entender cuál debe ser la apuesta de futuro.

P. ¿Para salir de la crisis?

R. Yo no tengo formación como economista, pero en el plano histórico podemos analizar qué es lo que se hizo en su momento para superar recesiones previas. Todos aquellos Gobiernos que decidieron invertir en ciencia salieron bien parados. Desde mi punto de vista, no existe otra solución. El País Vasco fue un ejemplo cuando perdió su industria del acero y los astilleros. ¿Se rindió? No. Invirtió en tecnología y hoy recoge los resultados.

P. ¿Van los Gobiernos nacionales en la línea de la Unión?

R. Alemania está evidenciando que si se mantiene la inversión en desarrollo e incluso aumenta en tiempos de crisis, mejora la situación. Su cuota de presencia en la industria de alta tecnología está aumentando, en contra de lo que ocurre en otros países. Los Gobiernos tienen que pensar detenidamente cómo distribuir su presupuesto, porque recortes en ciencia e innovación les pueden suponer un pequeño ahorro a corto plazo, pero conllevan la destrucción de su competitividad en el futuro. Ese es el gran peligro.

P. España no es el ejemplo.

R. No. En España ha habido una reducción significativa del presupuesto para investigación y desarrollo. Si no metes nada en el sistema, tampoco aspiras a sacar nada de él. Al mismo tiempo, el país deja de ser atractivo para los inversores. Lo que me sorprende es que España sí había invertido en ciencia en las dos últimas décadas, con buenos resultados. Me preocupa que estemos asistiendo ahora a una época en la que se puede invertir la situación.

P. Durante cinco años, usted ha contribuido a desarrollar la imagen de Escocia como una nación asociada a la ciencia.

R. Nuestra economía se basa en el conocimiento. No hay otra opción en un país de cinco millones de habitantes. Hay muy pocos elementos diferenciales entre unos países y otros. La capacidad intelectual es uno de ellos.

P. ¿Puede ser también un elemento clave para regiones con una identidad propia, como Escocia o Euskadi?

R. La diversidad, con sus distintas destrezas, es una gran ventaja de la Unión Europea. Las regiones pueden aportar mucho y las necesitamos. Como a Euskadi y su prestigio en ingeniería.

P. ¿Cuál es el papel de las regiones en la Europa que viene?

R. Europa solo puede competir en clave de inteligencia y debe buscarla entre los Estados miembros, pero también entre las distintas regiones.