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La punta de la lengua
Columna
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Espóiler sin final

Las academias acaban de incorporar este reciente periodistismo al ‘Diccionario’, lo que permite consultar su significado

Antonio Ferrandis y María Garralón, en el centro de la imagen, con otros de los protagonistas de la serie 'Verano azul' (1981-1982), de Antonio Mercero.
Antonio Ferrandis y María Garralón, en el centro de la imagen, con otros de los protagonistas de la serie 'Verano azul' (1981-1982), de Antonio Mercero.
Álex Grijelmo

La palabra “espóiler” es un periodistismo de tomo y lomo. Bueno, esta frase suena contradictoria, porque los periodistismos no suelen caracterizarse por aparecer en los libros, sino en diarios, emisoras y canales televisivos. Rara vez se hallan en ejemplares con lomo o divididos en sesudos tomos.

Las academias acaban de incorporar al Diccionario este anglicismo, tras documentar que acumula numerosos registros y deducir que, por tanto, merece figurar ya en el léxico que explica lo que significan las palabras con las cuales podemos toparnos al hablar en español.

Decisiones como esta suelen festejarlas quienes llenan su expresión pública de extranjerismos que ni ellos mismos entienden cabalmente y que no añaden nada al vocabulario común pero refuerzan los extendidos complejos actuales sobre la supuesta superioridad del inglés.

La nueva definición (dejamos aparte la relativa a los alerones de aviones o coches) señala: “Espóiler. Revelación de detalles importantes de la trama o el desenlace de una obra de ficción, que reduce o anula el interés de quien aún no los conoce”. La advertencia añadida de que también se usa en sentido figurado ataja las eventuales críticas por el sintagma “una obra de ficción”, pues también se nos puede revelar inoportunamente el desenlace de un documental o el de un partido que hemos grabado para verlo en diferido sin conocer el resultado.

El ejemplo ilustrativo que agregan las academias dice: “Dime si te ha gustado la serie, pero no me hagas un espóiler”. Y podemos preguntarnos: ¿Cómo se decía eso antes? ¿Cómo pedían nuestros antepasados que no les hicieran espóiler con una novela, o con una película en blanco y negro? ¿Cómo suplican los niños que sus abuelos no les anticipen el desenlace de Verano azul y de su mítico Chanquete? Pues diciendo “no me cuentes el final” (“no me cuentes la trama, “no me destripes la película”, “no me revientes la serie”).

“Espóiler” es la españolización de spoiler, que en inglés equivale a “estropeador”, “arruinador” (de to spoil: arruinar, estropear). Así que quienes han repetido tantas veces “no me hagas un spoiler” estaban diciendo “no me hagas un estropeador”. (Ya señalaba antes que a veces no saben lo que dicen). Habría tenido más lógica “no seas un spoiler” (no seas un estropeador).

¿Y por qué me parece esto un periodistismo? Por mi propia percepción, y también por lo que observo en el banco de datos de la Academia, donde este spoiler aparece en 175 documentos, además de otros dos “espoiler”, sin tilde. El más antiguo –un texto digital con faltas de ortografía– data de 2005. De los testimonios escritos, 142 se extraen de medios informativos (33 se refieren al alerón de un coche) y solamente 28 aparecen en libros (dos son diccionarios), entre ellos apenas 8 novelas (hay un noveno caso, pero equivalente de “alerón”). Entre estos ocho autores de ficción figuran dos periodistas, un humorista y un seudónimo opaco muy popular en las redes. No hallo en la relación a ningún escritor consagrado, salvo, quizás, un periodista que ganó el Planeta. Por áreas geográficas, España reúne casi el 60% de las citas, y el 40% restante se divide entre los otros 20 países hispanohablantes.

Sea como fuere, “espóiler” ya está en el Diccionario, y ello les resultará útil a quienes quieran conocer con precisión qué significa. Esto no presupone que tal palabra sirva para nombrar algo que sin ella tendríamos que señalar con el dedo; ni que los buenos lectores la vayan a tomar por un vocablo elegante o de buen estilo. Pero si a los periodistas les gusta, pues allá películas.


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Sobre la firma

Álex Grijelmo
Doctor en Periodismo, y PADE (dirección de empresas) por el IESE. Estuvo vinculado a los equipos directivos de EL PAÍS y Prisa desde 1983 hasta 2022, excepto cuando presidió Efe (2004-2012), etapa en la que creó la Fundéu. Ha publicado una docena de libros sobre lenguaje y comunicación. En 2019 recibió el premio Castilla y León de Humanidades
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