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CRÍTICA LITERARIA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

‘La vida íntima’, edenes falsos de los que escapar

El prestigio de Niccolò Ammaniti crece con esta sátira social protagonizada por Maria, esposa del primer ministro, obligada a salir de su jaula de oro por una extorsión

El escritor italiano Niccolò Ammaniti, en París en julio de 2021.
El escritor italiano Niccolò Ammaniti, en París en julio de 2021.JOEL SAGET (AFP / Getty Images)

Niccolò Ammaniti alcanzó a evocar con el tono y la engañosa candidez de Calvino la infancia mágica y atroz de la pérdida de la inocencia en ese texto extraordinario que es No tengo miedo (2001), y creó al inolvidable Lorenzo de Tú y yo (2010), aquel adolescente introvertido que jugaba al solipsismo encerrado junto a coca-colas y novelas de terror. A medio camino entre Dickens y Fellini, Ammaniti es el maestro de una intimidad que retrata con ternura y acrimonia a partes iguales, sabedor de que las grandes luchas se libran en el espacio interior.

Seducido siempre por la oportunidad de analizar el desvalimiento y los distintos estratos que conforman una realidad incierta, el autor, coetáneo de Melania G. Mazzucco, Antonio Scurati o Donatella Di Pietrantonio, ganador del Strega o el Viareggio y dotado de un dominio narrativo que ha cautivado a incontables lectores en todo el mundo, Ammaniti invierte ahora su talento en proclamar en La vida íntima la necesidad de apostar a ciegas por la autenticidad denunciando la mascarada de simulacros y apariencias en la que figuramos sin poder evitarlo.

En aras de delatar los deletéreos efectos del imperio de la falacia, centra su mirada en la Italia turbia del papel cuché y en Maria Cristina Palma, mujer de bandera y esposa del primer ministro, icónica Venus de nuestros días de selfis y fakes, de ídolos con pies de barro y de publicidad, a quien le es dado advertir que ningún paraíso es estanco —”Había una puerta en el Edén, servía solo para salir: así se reveló la libertad, que era mantenerse al margen”, reza el verso de Erri De Luca, Raccolto diurno— y que la tiranía de la opinión pública puede resultar opresiva hasta el hartazgo. Ésta es la historia de la redención de una mujer objeto que toma conciencia de serlo y lucha por abandonar la opulenta rutina de la jaula dorada en la que habita, la cruzada mental que debe emprender un ser decidido a conquistar su emancipación cuando irrumpe una escabrosa amenaza que, paradoja, mudará en catábasis e iluminará a la protagonista.

La novela es un alegato en toda regla contra los perjuicios de la superficialidad mundana y el imperio de la falacia

Detrás de la sordidez que se esconde en la trivialidad de la vida regalada de Maria antes del episodio de la coacción con un vídeo erótico que presagia un drama inminente, el humor. Y deliciosos guiños a la literatura, el del camionero al que le ha decepcionado El maestro y Margarita, de Bulgákov, y que ahora escucha Lolita, de Nabokov, una broma a costa de Foster Wallace y comentarios —que evocan a Hemingway— sobre la vieja y estéril discusión bizantina acerca de si escribir es cuestión de leer o de vivir, “había comprendido que la escritura era una gran mentira, que el verdadero camino era la vida salvaje”, y, todavía, sobre si es el narrador el que controla la situación o es la novela la que lleva las riendas, persuadido el primero de que “las buenas historias, las que cambian destinos, son ríos impetuosos que no se dejan encauzar”.

La prosa plástica del autor se vuelve aquí definitivamente cinematográfica, los personajes se mueven deprisa sobre el escenario “como pecios arrastrados por la marea”, el punto de vista y el narrador autorreferencial —y un punto irónico como en la vieja vanguardia histórica, confidente de quien le lee (“Que sepas, querido lector, si aún sigues ahí…”) y centinela de la protagonista—, la inmediatez del diálogo y de la narración en presente de indicativo (que dialoga con el sombrío pasado de Maria), multiplican los alicientes de la sátira social que esta novela levanta sobre la base de la intimidad de la protagonista y de un inevitable sentimiento trágico y el conjunto se diría que engrandece el prestigio de Ammaniti, mayúsculo narrador contemporáneo. Frivolidad, ternura, poder, mistificación y denuncia encerrados en esta tragicomedia que, sujeta a la intimidad que guarda la mente de la protagonista a lo largo de siete días decisivos, es un alegato en toda regla contra los perjuicios de la superficialidad mundana, y en primer lugar la que Ammaniti ve abanderando nuestra paranoica sociedad de las apariencias, y contra los prejuicios que juzgan por lo que ven y no desean saber lo que ignoran.

Portada de 'La vida íntima', de Niccolò Ammaniti. EDITORIAL ANAGRAMA

La vida íntima

Niccolò Ammaniti
Traducción de Juan Manuel Salmerón Arjona
Anagrama, 2024
312 páginas. 20,90 euros

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