‘Voroshilovgrado’, de Serhiy Zhadan: un mundo desaparecido y un escritor que ya no es el mismo
La novela del activista contra la invasión rusa es uno de los mejores exponentes de la literatura ucrania contemporánea, aunque todo lo que explica y siente el autor en sus páginas se extinguió
El Serhiy Zhadan que publicó Voroshilovgrado en 2010 ya no existe. Tampoco existe la sociedad pos-soviética de Donbás que aparece en esta novela, ni la aparente ingenuidad ni los sentimientos que vinculan al protagonista con su regreso a casa, a Lugansk. Todo se esfumó en 2014, con la guerra separatista prorrusa en el este ucranio. Incluso el escritor, Zhadan, se convirtió en otra persona. La invasión rusa iniciada en 2022 enterró todavía más profundo el féretro de ese mundo. Por eso es doble el valor de Voroshilovgrado, publicada este 2024 en castellano: por su calidad literaria y porque es un viaje en el tiempo, a un tiempo no tan lejano que hoy parece el pleistoceno.
Zhadan es uno de los pocos escritores ucranios de renombre internacional. Llegó tarde al mercado hispanohablante, en 2022, gracias a que Galaxia Gutenberg ha apostado por él con dos de sus obras. La primera fue Orfanato, publicada por primera vez en Ucrania en 2017; la segunda es Voroshilovgrado. Orfanato es una novela de guerra y ya incorpora la transición política del autor, de su ruptura emocional con su sociedad de origen, la región de Donbás. Zhadan recrimina a sus conciudadanos que dieran apoyo o que asumieran pasivamente el alzamiento armado contra la soberanía ucrania. El protagonista es un niño, símbolo del futuro, el único que quiere rebelarse contra los acontecimientos.
A partir de finales de 2013, cuando empieza la revolución de Maidán, Zhadan se dedica en cuerpo y alma a derrocar al presidente prorruso Víktor Yanukóvich
Voroshilovgrado es solo siete años anterior a Orfanato, pero el Donbás que aparece en ambas obras es una realidad diferente. No solo hay una guerra de por medio, también hay una transformación del autor. Zhadan nació en 1974 en Starobilsk, municipio en la provincia de Lugansk. Se mudó a Járkov para realizar sus estudios universitarios. A finales de la década de los noventa se convirtió en un referente de la narrativa y la poesía, con el mundo urbano pos-soviético como escenario. A partir de finales de 2013, cuando empieza la revolución de Maidán, Zhadan se dedica en cuerpo y alma a derrocar al presidente prorruso Víktor Yanukóvich. Zhadan inicia en ese punto su mutación gradual, de artista [también es un destacado cantante de rock] a abanderado del patriotismo ucranio.
Zhadan dedica hoy su vida a campañas de recaudación de fondos para el ejército. A finales de marzo anunció que se incorporaría a filas en la Brigada Jartia, una de las más conocidas de la Guardia Nacional ucrania. Voroshilovgrado es un trabajo que al escritor debe parecerle demasiado lejano. Aunque no lo he podido confirmar porque los muchos intentos para entrevistarlo, en 2023 y este 2024 con motivo de la segunda publicación con Galaxia Gutenberg, han sido infructuosos. La respuesta del escritor es que no tiene tiempo para citarse con EL PAÍS.
Voroshilovgrado narra el retorno de un joven politólogo de Járkov a su municipio natal, en Lugansk. Esta provincia está hoy bajo control ruso. La novela es un viaje al este profundo de Ucrania que recurre al realismo y a fábulas lisérgicas, a narraciones de pandilleros, de poblados gitanos, contrabandistas armados en la frontera rusa, mafiosos y mineros. Es sobre todo un retrato vivo de la cotidianidad en una ciudad en crisis porque la lógica soviética que la construyó se ha desintegrado. Los protagonistas de Zhadan quieren resistir a la nueva era en una suerte de anarquismo colectivo.
En Voroshilovgrado aparece la mejor narrativa de Zhadan, como en este fragmento de una visita del protagonista a un funcionario jubilado en un viejo sanatorio soviético:
“En las solapas de la americana lucía varias medallas al mérito en el trabajo y de congresista sindical. Estaba recostado sobre la cama, que estaba sin hacer, con el traje puesto y la camisa blanca almidonada. Calzaba unas chancletas de goma, que contrastaban con todas aquellas medallas de trabajador ejemplar. Tanto el traje marrón como las insignias le conferían un cierto parecido con William Burroughs si este hubiera sido miembro de la Unión de Escritores de la URSS. Junto al director jubilado, sobre un taburete pintado toscamente de azul, estaba sentada una sanitaria corpulenta y pechugona a quien Ignat Yúrovich llamaba Natasha y a la que mortificaba de forma expresa, sin que la presencia de extraños lo impidiera. Natasha, por su parte, todo hay que decirlo, respetaba escrupulosamente la jerarquía del Partido: con mucha paciencia, le servía al viejo ron en una taza metálica, llenaba de tabaco su pipa repujada en plata, espantaba las mariposas que se posaban sobre su calva, le hacía friegas en sus piernas decrépitas con perfume francés y le quitaba de las manos las revistas pornográficas”.
Voroshilovgrado era el nombre en tiempos soviéticos de la ciudad de Lugansk. Es un lugar que ya ni aparece en los mapas
Voroshilovgrado era el nombre en tiempos soviéticos de la ciudad de Lugansk. Es un lugar que ya ni aparece en los mapas. Así lo cuenta una de las protagonistas de la novela, evocando cuando mantenía relación epistolar mediante postales, siendo niña, con un alumno de la Alemania Oriental: “Voroshilovgrado ya no existe, el chico de Dresde hace mucho que dejó de escribirme, y yo parezco otra persona. Como si aquello me hubiera ocurrido en otra vida, con otra gente. Ni la ciudad, ni el país, ni las personas siguen siendo las mismas. Quizá mi pasado no está sino en esas postales. Ese pasado del que me privaron y que me obligan a olvidar. Y yo me niego a olvidarlo porque, en realidad, forma parte de mí”.
El contraste de estas palabras con el Serhiy Zhadan actual es enorme porque nada en Voroshilovgrado anticipaba la fractura social y el imperialismo ruso, asumido parcialmente por parte de la población de Donbás. Hoy ya no hay espacio para el romanticismo, solo para las armas y las trincheras.
Voroshilovgrado
Traducción del ucraniano de Andrei Kozinets
Galaxia Gutenberg, 2024
416 páginas. 23,50 euros
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