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‘Keyle la Pelirroja’; personajes trazados con la mano maestra del Nobel Isaac Bashevis Singer a caballo entre el gueto de Varsovia y Nueva York

El autor de ‘El seductor’, galardonado con el premio en 1978, narra la vida de una judía polaca a merced del destino que sueña con una vida decente

Isaac Bashevis Singer
El escritor y periodista del 'The Jewish Daily Forward' Isaac Bashevis Singer posa en 1968 en Nueva York.David Attie (Michael Ochs Archiv

Si el siglo XIX es el que consagra al género novela como dominante en la literatura moderna, sin duda el más emblemático de sus creadores es Charles Dickens. En el siglo XX, en su primer tercio, las artes sufren una convulsión extrema debido a la aparición de las vanguardias, pero no por ello la novela tradicional deja de escribirse; de hecho, creo que el sucesor natural de Dickens a lo largo del siglo XX no puede ni debe ser otro que Isaac Bashevis Singer (1904-1991) que aporta una impagable contemporaneidad. Nacido en Polonia, hijo y nieto de rabinos, vivió en el barrio judío de Varsovia hasta 1935, año en el que emigró a Estados Unidos. Toda su obra, escrita en yiddish, la ha dedicado a narrar la vida cotidiana de las familias judías en ambos continentes. Obtuvo el premio Nobel en 1978 y es el más formidable creador de historias y personajes de su tiempo.

Keyle la pelirroja es una suerte de comedia dramática, como lo es, aunque matizada por un humor más crítico, El seductor, también editada por Acantilado. En la primera encontramos un personaje soberbio, Keyle, una hermosa mujer judía del gueto de Varsovia, hija del bedel de una sinagoga, analfabeta y prostituta que cuando bebe, pierde el control y su sexualidad se exacerba; tiene una bajísima autoestima, pero sueña con una vida decente. Su deseo es comenzar de nuevo, mas su vida airada se lo impide una y otra vez. Pero ella no ceja y un día conoce a un delincuente de medio pelo, Yarme el Espino y se casa con él, esa es su oportunidad de librarse de la prostitución. Pero el destino la persigue, esta vez en la figura de un pillo de altos vuelos, Max el Gato, que se encapricha de ella y se propone, con la aquiescencia de Yarme, al cual conoció en la cárcel y con el que tuvo una aventura homosexual, hacer un trío y emigrar a Sudamérica para crear una cadena de burdeles.

“Keyle no era capaz de desligarse totalmente de su judaísmo. Con frecuencia recordaba que, por muy bajo que hubiera caído, seguía siendo hija del pueblo judío y no una gentil”

Resuelta a deshacerse de Max escapa de su casa y conoce a un joven judío, Búnem, hijo de rabino en una familia de estricta observancia, que prefiere el mundo moderno y laico antes que la religión, de la que sólo conserva el calendario ritual. Alejada de Yarme, Keyle se une a Búnem, que así descubre las delicias del sexo, y pierde de vista a los otros dos hombres, pero “a diferencia de Búnem, Keyle no era capaz de desligarse totalmente de su judaísmo. Con frecuencia recordaba que, por muy bajo que hubiera caído, seguía siendo hija del pueblo judío y no una gentil”. Además, Búnem tiene una prometida, Solche, una joven anarquista que acabará siendo deportada a Siberia por la policía del zar. Temiendo verse implicado, Búnem decide emigrar a Nueva York y Keyle, que ve en él la posibilidad de su redención, le sigue. “A veces he pensado en marcharme a Palestina”, dice Búnem, “los judíos llevan allí una vida normal, no como aquí, donde cuelgan del aire”. En Nueva York viven en la pobreza con la diferencia de que es un lugar tan extraño a ellos que Keyle acaba por añorar su vida en el gueto. Y un buen día se topa en la calle con Max el Gato, que ha traído consigo a Yarme. Este la reclama como marido legal y ella acaba volviendo a la fuerza con él. Búnem pierde a Keyle y trata de sobrevivir solo. Se pierden, se reencuentran, ella piensa en el suicidio, él también…

La novela se desarrolla en dos espacios: el gueto de Varsovia y Nueva York y el nexo de unión es Keyle, pues en realidad la novela parece cambiar de rumbo de un lugar a otro, pero Keyle es un personaje tan extraordinario como para sostener ella sola el aparente deslabazamiento narrativo. Todos los personajes que la rodean, y el mundo que la rodea, están trazados con mano maestra por este maestro de la ficción clásica. En España se ha editado buena parte de su obra, traducida del inglés hasta que Rhoda Henelde y Jacob Abecasís comenzaron a hacerlo directamente del yiddish, lo que agradecemos de todo corazón.

Portada de ‘Keyle la Pelirroja’, de Isaac Bashevis Singer.

Keyle la Pelirroja

Isaac Bashevis Singer
Traducción de Rhoda Henelde y Jacob Abecasís
Acantilado, 2023
360 páginas. 24 euros

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