Sin rastro de Chéjov en ‘Austràlia’
El director de La Calòrica, Israel Solà, se presenta como autor dramático en una diminuta sala del barrio de Sants, la Flyhard, con un texto sobre maternidad, generosidad y familia. Y el acierto es total
La Sala Flyhard de Barcelona se podría definir como un hervidero de éxitos. Es la más argentina de las salas catalanas, y basa su éxito en un cóctel imbatible: proximidad, textos potentes y buenas interpretaciones. De esta pequeñísima sala han nacido grandes éxitos como Smiley, de Guillem Clua, o El rey tuerto, de Marc Crehuet, y en ella han crecido autores como Llàtzer Garcia, Clàudia Cedó o Eu Manzanares. Israel Solà no podría haber elegido un lugar mejor para estrenarse como dramaturgo: el director de La Calòrica se presenta como autor dramático en esta diminuta sala del barrio de Sants. Y el acierto es total.
Austràlia toma el nombre del país oceánico para hablar de hermanas y de maternidad, de generosidad y de familia. Inspirada en hechos reales, nos cuenta la historia de Elena (Ester Cort), que un buen día recibe una llamada de su hermana Laia, que vive en Australia (Carme Poll), y le pregunta si le donaría un óvulo para poder ser madre. Elena no se lo piensa ni un minuto y se planta en Brisbane acompañada de Mercè, su otra hermana (Meritxell Huertas). Las preguntas aparecen de forma inevitable: ¿la criatura que nazca será a la vez sobrina e hija de Elena? ¿Sabrán las dos hermanas llevar la situación con naturalidad? ¿Cómo se lo tomará Andy (Brian Lehane), el marido de Laia? Con el ritmo de una road movie y la ligereza de una película de domingo por la tarde, Austràlia combina armónicamente la comedia con los pequeños dramas que esconde toda familia.
El gran acierto del montaje se halla en su elenco: Ester Cort pasa del llanto a la risa con una naturalidad apabullante, Carme Poll encarna con solvencia el personaje aparentemente más antipático de la función y Meritxell Huertas nos demuestra que es una actriz con una enorme vis cómica. Mención especial merece Brian Lehane: el actor irlandés interpreta al australiano con una dulzura que provoca ganas de abrazarlo, y su breve monólogo en catalán es uno de los momentos más emotivos del montaje. La escenógrafa Clàudia Vilà convierte el ajustadísimo escenario de la Flyhard en un estudio fotográfico (Elena es fotógrafa) y la música de Guillem Rodríguez da a la historia un aire de wéstern austral del siglo XXI. Y lo más importante de todo: Solà consigue hablarnos sobre tres hermanas sin hacer ni una sola referencia a la obra de Chéjov. Muchas gracias, Israel.
‘Austràlia’. Texto y dirección: Israel Solà. Sala Flyhard. Barcelona. Hasta el 19 de diciembre.
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