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libros | crítica de 'cocido y violonchelo'
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

‘Cocido y violonchelo’: la buena vida sabe a música

En su último libro, Mercedes Cebrián reivindica la construcción personal a través de los placeres y quehaceres cotidianos

Mercedes Cebrián, vista por Sciamarella.
Mercedes Cebrián, vista por Sciamarella.SCIAMMARELLA
Silvia Hernando

Aquello de que la más fantástica aventura es vivir, aunque la vida esté más zurcida de rutinas y compromisos que pincelada de peripecias, no es todo frase manida. Los mal llamados pequeños placeres cotidianos también pueden revelarse como aspiraciones sublimes: la música que nos acerca a las verdades universales, la comida que nos congracia con los pesares de las jornadas repetitivas. De eso, y de pensarse a una misma, trata Cocido y violonchelo, un ensayo ameno, de capítulos que vuelan entre los dedos, donde Mercedes Cebrián compone una oda a dos de sus pasiones, que son también las de tantos. A partir de la propia experiencia, la escritora no aborda estas materias desde el punto de vista del genio, ni siquiera del especialista, sino del de aquel que tiene un hobby y lo cultiva para iluminar algunas horas en blanco o incluso en negro, como las que llenaron las semanas interminables del confinamiento.

A Cebrián y su violonchelo los separan de la categoría de principiante absoluto los despegados estudios de música y piano de la infancia y juventud, los conciertos atendidos primero en compañía paterna y luego por cuenta propia, desde la época en la que se embutía en vaporosos vestidos de mangas abullonadas, y la participación en el coro de la parroquia junto a adolescentes de pulsiones endogámicas y tan extranjeros para ella como la familia polaca y ultracatólica que la acogió durante un viaje del grupo en el que llegaron a cantar en los barracones de Birkenau. Tras un paréntesis formativo de décadas, con los 50 en el horizonte, un buen día la escritora comparte mesa con una amiga que le da a probar una inescrutable sopa gris salpicada de cubitos de hielo típica de Corea del Norte y, de paso, la anima a aventurarse en otra empresa que la tenía buscando excusas a las que agarrarse: apuntarse a clases de chelo.

Con una prosa pulcra y transparente, cruzada por digresiones metalingüísticas que evidencian otro amor, el de las palabras, la autora plantea indirectamente algunas preguntas de calado. Una fundamental: de qué sirve afrontar un reto como el de estudiar un instrumento una vez que se ha sobrepasado, y con creces, la barrera de la edad en la que los humanos somos esponjas. Para Cebrián, saber que ni siquiera llegará a rozar el plano de gracia sobre el que flotan esos resabiados niños prodigio a los que sigue con curiosidad en Instagram no supone una derrota, sino más bien un acicate: la razón para superarse y henchirse del orgullo de los que aprenden libres de todo lastre.

Concebido como un muestrario de recuerdos y reflexiones donde no gobierna un orden concreto, pero tampoco el caos, el libro deja el poso de las cuestiones que nunca obtendrán una interpretación unívoca. La pobre herencia de la música clásica en España. La pertenencia a un estamento social y su proyección en las costumbres individuales. La influencia imborrable de la primera educación: la reglada y la que nuestros padres nos invitaron (o algo más) a descubrir. Los prejuicios asociados a la edad. El modo en que aprovechamos nuestro tiempo y, así, ocupamos un puesto en el mundo. La importancia de no dejar de construirse y de cargar con el propio equipaje, una mochila que, para algunos, luce la curvilínea silueta de un violonchelo.

portada 'Cocido y violonchelo', MERCEDES CEBRIÁN. EDITORIAL LITERATURA RANDOM HOUSE

Cocido y violonchelo

Mercedes Cebrián 
Literatura Random House, 2022
200 páginas. 17,90 euros

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Sobre la firma

Silvia Hernando
Redactora en BABELIA, especializada en temas culturales. Antes de llegar al suplemento pasó por la sección de Cultura y El País Semanal. Previamente trabajó en InfoLibre. Estudió Historia del Arte y Traducción e Interpretación en la Universidad de Salamanca y tiene dos másteres: uno en Mercado del Arte y el otro en Periodismo (UAM/EL PAÍS).

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