22 canciones con solos de guitarra memorables
La reciente muerte de Eddie Van Halen y el 50º aniversario de la desaparición de Jimi Hendrix nos impulsan a hacer esta lista donde los dedos son los protagonistas
“Lo que hace popular a un solo de guitarra es que se pueda tararear”. El que habla es Salvador Domínguez y no queda más remedio que tener en cuenta su opinión porque es uno de los guitarristas españoles más relevantes: ha trabajado con Los Canarios, Los Pekeniques, Miguel Ríos, Banzai, Tarzen… y también tiene una carrera como solista.
El ejemplo de solo que se pueda tararear (o sea, cantar, aunque sea “entre dientes”, como precisa la RAE) es el de Highway star, de Deep Purple. El autor es uno de los hachas esenciales del rock, Ritchie Blackmore, que confesó que se inspiró en Bach para elaborarlo. “Es perfecto para escucharlo mientras aceleras tu coche”, añadió el músico. También reveló que los duelos que mantenía en concierto durante la canción con el teclista Jon Lord se volvieron demenciales cuando iban cargados whisky. Si algún veterano vio a Deep Purple en directo en los setenta podrá confirmar este dato.
Seguramente el punteo de guitarra más conocido de la historia del rock sea el de Johnny B. Goode, de Chuck Berry. Todo iba bien para Berry hasta que alguien se dio cuenta de que una canción compuesta 12 años antes, en 1946, tenía notas similares. Se llama Ain’t That Just Like a Woman (They’ll Do It Every Time) y es de Louis Jordan. La “inspiración” es tan evidente que Berry, poco dado a reconocer debilidades propias, confesó: “Sí, estaba esa canción de Louis Jordan. Yo debí escucharla en la gramola de algún bar, a finales de los 40. Me fijé en su riff de introducción. Lo debí archivar en mi cerebro”. El ingente dinero generado por derechos de autor, eso sí, lo cobró siempre Berry. La influencia de Berry es esencial, desde los Beatles y Rolling Stones, a Led Zeppelin o AC/DC. Todos los guitarristas de estas bandas quemaron los discos del músico de tanto escucharlos.
Un solo complicado de tararear es el de Eruption. Su autor, Eddie Van Halen (que falleció el pasado octubre), no lo hizo con el objetivo de que se corease en los conciertos. Lo perpetró para posicionarse: soy el más rápido, el más virguero y el que mejor vuelca la melena sobre el mástil. Eruption es un monumento al solo de guitarra, un ejercicio de narcisismo como pocas veces se ha visto en el rock. La guitarra en el rock duro a partir de entonces nunca fue igual.
En el lado opuesto se sitúa Johnny Marr, el estilista de las seis cuerdas de The Smiths. Marr demuestra que no hay que poner cara de sufrimiento cuando se toca este instrumento. Su pose es como de pasar por ahí, de nerd despistado. Pero qué maravilla es su trabajo en This Charming Man: elegante, poético, inspirador. Y sin una sola mueca, oiga.
De esa misma facción era Enrique Sierra, de Radio Futura, el guitarrista que odiaba los solos. Menos es más, como demuestra en Escuela de calor. El punteo de esta canción es milagroso: suena al inicio de la pieza y sientes que ya no te puede pasar nada malo. Kurt Cobain odiaba los clichés del rock, y no hay uno más evidente que un guitarrista melenudo encorvado sobre su guitarra moviendo a toda velocidad los dedos. Pero Cobain compuso solos que ya son parte de la historia del rock. El de Smells Like Teen Spirit, por ejemplo, que irrumpe a los 2,54 minutos de la canción, y que no hace sino puntear la melodía del tema. Es sencillo (aunque seas un zoquete lo sacas en unos minutos), pero a ver a quién se le ocurre. En el vídeo de la canción, Cobain demuestra su espíritu gamberro al imitar el famoso tapping (los dedos de las dos manos en el mástil) al que era tan aficionado Eddie Van Halen. Cobain con este gesto se está riendo de los héroes de la guitarra, evidentemente.
Pero qué bien sienta una larga y punzante exhibición guitarrística si es tan colosal como la de Free Bird, de Lynyrd Skynyrd. Como algunas genialidades del mundo del arte surgió de forma casual. La canción ya estaba compuesta cuando el cantante, Ronnie Van Zant, pidió a los guitarristas que hicieran un solo para que él pudiera descansar un rato en los conciertos. Allen Colling y Gary Rossington se pulieron uno de cuatro minutos, glorioso. La canción acabó yéndose a los 9,19 minutos. La compañía les rogó que no la incluyeran en el disco, que iba a condenar al álbum, que nadie pincharía una canción tan larga. No le hicieron caso. Hoy, Free Bird es una de las más radiadas de la historia en las emisoras de rock. Inspirado en el trabajo de Colling y Rossington, 33 años después Nels Cline consiguió colar un largo solo (tres minutos) en el indie rock. La canción es fabulosa: se llama Impossible Germany y se incluye en el disco de Wilco Sky Blue Sky.
La lista de temas con guitarras memorables es larga. Habría que citar The Thrill Is Gone, de B.B. King; Sweet Child O’Mine, de Slash para Guns N’Roses; Comfortably Numb, de David Gilmour para Pink Floyd; I’ll See You In My Dreams, de Django Reinhardt; Europa, de Santana; Like a Hurricane, de Neil Young; Bright Size Life, de Pat Metheny; Killing In The Name, de Tom Morello para Rage Against The Machine; Crazy Train, de Randy Rhoads para Ozzy Osbourne…
Y la Santísima Trinidad de la guitarra rock: Jimi Hendrix, Jimmy Page y Eric Clapton. Aquí no vamos a ser nada originales. Nos quedamos con All Along The Watchower (Hendrix), Stairway To Heaven (Led Zeppelin) y Layla (Derek and The Dominos, con el protagonismo de Clapton y la participación de Duane Allman, ¡tremendo dúo!).
Pero, seguramente, por encima de todos (solo habría que preguntar a los propios guitarristas) surge la personalidad modesta y la guitarra celestial de Paco de Lucía. A ver quién es el valiente que supera Entre dos aguas.
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