Fotógrafas iberoamericanas capturan la memoria viva de un fútbol antihegemónico
El colectivo ‘Cuerpas reales, hinchas reales’, ideado por la argentina Érica Voget y con más de 60 artistas, retrata el amor por este deporte desde una mirada feminista

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El balón, se dice, es caprichoso. Hay días en los que el gol se resiste a existir y hay otros en los que el arco se transforma en una boca hambrienta cuyo manjar es la pelota. La economía y la cultura alrededor del fútbol, sin embargo, tienden a ser menos rebeldes: los millones negocian las pasiones y las hegemonías generan exclusiones salvajemente normalizadas.
La fotógrafa chilena Manne Stoller se dio cuenta de eso cuando, hace ocho años, su hija de catorce años decidió que quería ser futbolista. Ante la inexistencia de un equipo femenil, la adolescente empezó jugando con muchachos y en el arco. Stoller, desde las tribunas, hinchaba por su hija sin saber que, en esos momentos, el balón marinaba dos de sus futuras pasiones: la fotografía y el Club Santiago Wanderers, el equipo más antiguo de Chile.
Su proyecto artístico empieza en los márgenes de esa cancha y hoy es parte del colectivo iberoamericano fotográfico Cuerpas reales, hinchas reales. “A todas, independiente del equipo o los colores, nos cruza la pasión por el fútbol y por la defensa de quiénes somos. La lucha cruza el deporte”, dice Stoller.
El colectivo reúne a más de setenta fotógrafas, hinchas de diferentes equipos de Bolivia, Ecuador, Argentina, Chile, Uruguay, Brasil, Perú, Colombia, México y España. Ideado por la fotógrafa argentina Érica Voget durante la pandemia, la exposición tiene como propósito visibilizar el amor por el fútbol desde una mirada feminista. Mira donde las cámaras hipertecnológicas de los grandes medios no miran: la alcoba, el cerro, el cementerio. Y se mueve en un vocabulario al que el fútbol hegemónico parece tenerle alergia: las fotógrafas,cuyo proyecto artístico combina la pasión por el fútbol con reivindicaciones sociales, hablan sin miedo, tanto en sus fotos como en sus redes sociales, de Marielle Franco (líder social brasileña asesinada en 2018), de los jubilados argentinos o de los derechos de los pueblos indígenas, entre otros.

La toma de postura de Cuerpas reales calza a la perfección con el ideario futbolero de Stonell. “Santiago Wanderers es el equipo más antiguo de Chile. Es la identidad de Valparaíso, que es la puerta de entrada de los deportes al país. El fútbol se transformó en un espacio del que las mujeres estábamos siendo excluidas. Mi trabajo parte de ahí: de la necesidad de mostrar cómo estaban siendo violentadas las mujeres al representar una ciudad, una pasión. Nosotros, como papás, financiábamos al equipo profesional y el wanderino ni siquiera sabía que existía el fútbol femenino”.
Su obra refrenda lo dicho: en una de las fotos participantes de la exposición, vemos a catorce mujeres wanderinas mayores de cuarenta años posando en unas escaleras. “Lo que hago tiene que ver con eso, con mujeres adultas, porque si no, se confunde con moda”, dice en alusión al blokecore, una tendencia actual que lleva las camisetas de fútbol al mundo de la moda aesthetic.
El colectivo rueda por los países como un balón. En septiembre, estuvo en Cochabamba, Bolivia, y a finales de octubre, se presentó en Tucumán, Argentina. Hasta el momento, la colección de Cuerpas reales, hichas reales ya ha sido presentada en Santiago, Paraty (Brasil), Liverpool (Reino Unido), Nueva York (Estados Unidos), Ciudad de México y varias ciudades argentinas. Las exposiciones vienen de la mano de conversatorios en los que se analiza el fútbol desde lugares que el mercado y la hegemonía masculina prefieren evadir: el género, la clase y las problemáticas sociales. Según un texto de la antropóloga argentina Andrea Chame, las fotos nos recuerdan que “ser hincha es representar la pasión por el deporte, pero también trazar redes afectivas, tener una pertenencia familiar y barrial, narrar hechos históricos y luchas sociales”.

Cuerpas reales reivindica lo comunal y lo íntimo del deporte, cruzando los “trapos” que cuelgan en las paredes de la habitación con el sentido de pertenencia que hace del fútbol una pasión de millones. Valeria Arias, fotógrafa boliviana hincha del The Strongest de La Paz, dice que para ella fue un reto acercarse al fútbol desde la intimidad y no desde la grandilocuencia de las barras del estadio. Acostumbrada a los paisajes esplendorosos que ofrece el Salar de Uyuni, lugar en el que centra gran parte de su trabajo, capturar el espíritu de su pasión supuso un ejercicio de reaprendizaje artístico.
“El Salar de Uyuni es mi musa y lo seguirá siendo. Mi línea es el paisajismo. Presentarme al proyecto de Cuerpas me exigía convertirme en fotógrafa documentalista, que es otra rama. Me metí a lo documental fotográfico de manera empírica. Cuerpas para mí ha sido una gran escuela”.
Stonell resalta que la pasión femenina por el fútbol no es menos extrema que la masculina. Con emoción, cuenta la historia de la tía Lauri, hincha histórica de Santiago Wanderers, que en 2018, a sus 80 años, vendió su casa para acompañar a su equipo en sus partidos de visitante en la Copa Libertadores “A ese nivel de pasión vivimos”, dice orgullosa. “Entonces, visibilizar y hablar de una mujer hincha que se metió todos los convencionalismos sociales al bolsillo para seguir su pasión es lo que he mostrado con Cuerpas”.

La boliviana Arias destaca lo que existe detrás de cada fotografía. “Hay una historia personal de cada fotógrafa. Sus fotos me permiten ir a las historias, a sus vidas”.
Los clubes incluidos en el colectivo no solo pertenecen a la primera división. También se contemplan a hinchas de equipos de segunda división, clubes de potrero o de ciudades de altitud, como el Deportivo Huilloc, situado en el Valle Sagrado de Los Incas, en la región de Cuzco, Perú. El balón de Cuerpas sale de los estadios financiados por transnacionales multimillonarias y rueda en la calle o la habitación para mezclarse con las resistencias del día a día y así contar una historia.
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