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Fútbol, el deporte que las mujeres conquistaron a fuerza de derribar prejuicios

Las chicas que juegan se han multiplicado en los últimos años al calor de los éxitos de la selección y del Barça. Por primera vez, más de 100.000 jugadoras han estado federadas este curso, solo por detrás del baloncesto

Futbol femenino
Las jugadoras del Atlético se ejercitan el pasado viernes en la ciudad deportiva del club en Alcalá de Henares (Madrid).INMA FLORES
Diego Fonseca Rodríguez

En el último medio siglo, el número de mujeres que juegan al fútbol en España ha crecido tanto que a alguien le podría venir a la cabeza la famosa frase que pronunció Alfonso Guerra cuando el PSOE ganó en 1982 sus primeras elecciones generales: “A España no la va a reconocer ni la madre que la parió”. Las chicas que pateaban la pelota sufrían entonces la marginación de las instituciones y el desprecio de la sociedad, pero en estos 50 años han corregido la situación hasta convertir por primera vez este deporte en el segundo más practicado por mujeres en el país (107.853 fichas federativas esta temporada), tan solo por detrás del baloncesto (138.267), aunque aún muy lejos del número de hombres que juegan al fútbol (1.140.658), según el Anuario de Estadísticas Deportivas 2024 del Ministerio de Educación y Deportes.

Hay una anécdota que cuenta Yolanda Sierra, una de las capitanas del filial del Atlético de Madrid, que ejemplifica el crecimiento exponencial que ha vivido el fútbol y cómo este ha pasado de ser visto como un deporte exclusivo para los hombres a una esfera conquistada también por la mujer. “Yo no tenía una referente en mi colegio cuando empecé a dar patadas al balón, era la única que jugaba, pero mi colegio ahora ya tiene un equipo de chicas de alevines, y el año que viene va a sacar dos de infantiles. Si esto ya pasa en los colegios, imagínate en los equipos top. Lo de ahora es una barbaridad, hay un montón de niñas buenas”, relata Sierra, de 19 años e internacional en las categorías inferiores de la selección española.

Yolanda Sierra, una de las capitanas del filial del Atlético, el pasado viernes en la ciudad deportiva del club en Alcalá de Henares.
Yolanda Sierra, una de las capitanas del filial del Atlético, el pasado viernes en la ciudad deportiva del club en Alcalá de Henares.INMA FLORES

Ella —debutó en Primera con el Atlético con 16 años— ha estado en todas las categorías del club, que ya cuenta con 16 equipos y 306 futbolistas en su academia. La sociedad ha pasado de rechazar que las mujeres patearan el balón a entender que a ellas también les gusta el fútbol, lo comprenden y lo juegan. Ahora hay referentes como Aitana Bonmatí, una centrocampista con una técnica exquisita que ha ganado todos los títulos individuales posibles, pero hace solo unas décadas aún había jugadoras que tenían que ocultar su pasión en su propio hogar. “Tuve una compañera que no llevaba la ropa de deporte a casa. Otra de las chicas se la lavaba y se la daba después limpia porque su padre, que era militar, no quería que jugara al fútbol. Era lo típico del machismo de aquella época”, rememora Mari Mar Prieto, exfutbolista internacional con España que desarrolló su carrera desde los años ochenta hasta principios de los 2000. Beli Fuentes, que jugó en la década de los setenta con la selección española que la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) se negó a reconocer, recuerda situaciones parecidas: “A muchas les pasaba que no tenían el apoyo familiar. Padres que se enfrentaban con los hermanos, o hermanos con los padres porque unos querían que jugaran y otros no. Se ha sufrido muchísimo”.

La lucha de las pioneras fue fundamental para que poco a poco este deporte se abriera camino en España y derribara los prejuicios. En 1980, ya en democracia, la federación acogió al fin en su seno el fútbol jugado por mujeres, pero ellas continuaron durante años compaginando el trabajo con el balón, muchas veces a costa de su dinero y sus días de vacaciones. No fue hasta mucho después cuando las licencias se dispararon. En 2016, un año después de que España jugara su primer Mundial, el fútbol todavía era el quinto deporte (44.123 fichas) en el país en el ámbito femenino. Doce meses más tarde superó al voleibol, el año pasado sobrepasó al golf y esta temporada ha adelantado por primera vez a la montaña y escalada. Ha pasado de 25.068 licencias en 2007 a 107.853 este curso, un crecimiento del 330% en 16 años. Manuela Romero, la presidenta del Sporting Club de Huelva, un club independiente —sin entidad matriz masculina— que este curso ha descendido a la segunda categoría del fútbol español tras 18 años consecutivos en la élite, resume la situación con sencillez: “De unos años a esta parte no damos abasto. Tenemos muchísimas solicitudes de niñas”.

Romero ha vivido en sus carnes el crecimiento del fútbol. Primero fue jugadora, después pasó por las funciones de delegada y secretaria y en 2013 llegó a la presidencia del club. “El cambio en la percepción social lo notas en todo: en el respeto, en que la gente cuando lleva a entrenar a una niña ya no da problemas. Antes, o el padre o la madre no querían, pero ahora todo el núcleo familiar lo apoya. Hace años nos infravaloraban cuando pedíamos un campo para entrenar. Estábamos después de los prebenjamines aunque jugáramos en Primera, pero eso ha cambiado. Nos tratan de otra manera, entienden nuestras necesidades deportivas, hay más respeto, aunque siempre vaya a haber haters”, reflexiona.

En los últimos años se han dado pasos formidables que han impulsado el auge del fútbol jugado por mujeres. El Barcelona se ha convertido en el mejor equipo de Europa, España ganó su primer Mundial el pasado verano, la Liga F es profesional desde la temporada 2022/2023 —los equipos explotan la competición y gestionan los ingresos—, cada vez más clubes crean secciones femeninas —el Celta ha sido el último y un gigante como el Real Madrid lo hizo en 2020— y todos los partidos se televisan, con lo que las niñas puedan ver desde casa a sus jugadoras favoritas. “Desde que entré en el Atleti, siempre tuve referencias porque seguía a todas las jugadoras del primer equipo. Mis padres no solo me apoyaban en los entrenamientos y en los partidos, sino que me llevaban al Cerro del Espino a ver al primer equipo. Recuerdo desde pequeña a jugadoras como Amanda Sampedro, Esther González o Mapi León”, recuerda Yolanda Sierra.

El boom del Barça y la Roja lo experimentó Romero en el primer partido de este curso en casa. Un mes después de que España ganara la Copa del Mundo, el Sporting de Huelva se enfrentó a las azulgrana en el Nuevo Colombino —el estadio del Recreativo, el gran club masculino de la ciudad—. “Se nos desbordó la asistencia al campo, no esperábamos esa cantidad de gente. La visibilidad, que todos los partidos sean televisados, y los éxitos de la selección y del Barcelona hacen que las niñas quieran ver a las jugadoras”, opina Romero, que también recuerda otro hito relevante en el crecimiento del fútbol en su provincia: la Copa de la Reina conquistada por el club en 2015. “Fue un plus para la ciudad, para las niñas. La cantera ha crecido una barbaridad desde ese año”, añade.

La subida en las licencias y las condiciones en las que entrenan las jugadoras han provocado que algunos equipos de niñas ganen a los de niños antes del cambio físico que conlleva la adolescencia. “Cuando jugábamos contra los chicos, y a algunos les metíamos bastantes palizas porque éramos un equipo muy bueno, escuchábamos comentarios de algunos padres de ‘cómo pueden ganaros unas niñas’, pero más allá de eso, siempre he recibido palabras positivas”, cuenta Sierra. El respeto ha crecido, las chicas ya no tienen que aguantar la discriminación y los insultos de hace décadas porque la sociedad al fin ha entendido que a ellas disfrutan el fútbol, pero algunas profesionales del sector, como Manuela Romero, todavía dan charlas en colegios para insistir en una educación en igualdad: “Explicamos que es bueno que de pequeñas las niñas compitan contra niños, y que si ellas ganan, es lo mismo que si les hubieran ganado niños. Formamos deportistas, pero también personas”.

Las jugadoras del filial del Atlético se ejercitan el pasado viernes en la ciudad deportiva del club en Alcalá de Henares.
Las jugadoras del filial del Atlético se ejercitan el pasado viernes en la ciudad deportiva del club en Alcalá de Henares.INMA FLORES

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Sobre la firma

Diego Fonseca Rodríguez
Es redactor en la sección de Deportes de EL PAÍS, en donde ha estado en otras secciones. Antes trabajó en Efe, Cadena SER, ABC y Faro de Vigo. Es licenciado en Periodismo por la USC, Máster en Periodismo Multimedia por la Universidad Complutense y Máster de Periodismo EL PAÍS. En 2021 obtuvo el Premio Lilí Álvarez de Periodismo.
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