La tarde en la que Aitana Bonmatí mostró todo su repertorio en la final de Champions
La centrocampista, elegida mejor jugadora tras liderar futbolística y emocionalmente a su equipo, marcó el primer gol ante el Lyon tras una conducción a máxima velocidad en la que usó las dos piernas
Al principio de la segunda parte, cuando el Barça estaba sufriendo ante el Lyon en San Mamés en la final de la Champions, Aitana Bonmatí, la actual Balón de Oro, recuperó la pelota casi en el centro del campo en una contra de las francesas. La futbolista de Sant Pere de Ribas, de solo 1,61m de estatura, hizo una conducción por la zona izquierda hasta la línea de fondo mientras aguantaba una tras otra las potentes embestidas de la delantera Diani. La centrocampista española es una jugadora que engaña a quienes no la conocen: tiene una técnica fabulosa, pero también unas piernas fortísimas y una capacidad extraordinaria para llevar el cuero pegado al pie a máxima velocidad. Bonmatí le escondió el balón a Diani y logró sacar un córner. Envalentonada, se giró hacia la grada, levantó las manos con gestos de rabia y pidió el apoyo de la afición para tratar de terminar con el mal trago después de que las lionesas se hubieran acercado antes al gol con un remate de Renard que se fue por encima del larguero nada más salir de los vestuarios.
Diez minutos después, Aitana detectó el espacio a la espalda de Damaris Egurrola cuando Mariona recibió sola el balón en el centro del campo. Bonmatí empezó a esprintar y su compañera le filtró el cuero. La centrocampista lo controló a unos ocho metros del área y condujo hasta plantarse escorada frente a la portería de Endler. Casi sin ángulo, disparó con el pie izquierdo, la pelota rozó en Gilles para cambiar de trayectoria y colarse en la red. La jugadora más determinante de esta Champions —seis goles y seis asistencias en 11 partidos— y del mundo anotó el gol que marcó el encuentro y, sobre todo, dejó una actuación formidable —fue elegida como la mejor de la final, como en 2021— en la que siempre se asoció, hizo fluir el juego y mostró el carácter cuando el equipo lo necesitaba. “En casa, con todos los culés y contra el Lyon, ¿qué más se puede pedir? Es increíble lo que estamos viviendo como equipo. Yo soy una privilegiada por estar viviendo esto con el club de mi vida. 12 años aquí sintiéndolo desde bien pequeña”, dijo Aitana al término del partido.
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— Teledeporte (@teledeporte) May 25, 2024
👑Aitana Bonmatí (@aitanabonmati14) la REINA DEL FÚTBOL mundial pone por delante al Barça (@FCBfemeni) en la gran final con esta obra de arte
🏟️¡Se cae abajo San Mamés!
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La fiesta azulgrana la terminó Alexia Putellas, el primer gran icono de este equipo, que clavó un zurdazo en la red en el 95 para cerrar el marcador tras haber entrado desde el banquillo solo tres minutos antes. Con el tanto, Putellas y Aitana —las dos grandes figuras de esta época de gloria del Barça con tres orejonas— continúan empatadas como máximas goleadoras (22) de la historia del club en la competición.
Esta Champions supuso también una suerte de desahogo para Irene Paredes. La guipuzcoana, que empezó su carrera en la Real pero después fichó por el Athletic, vivió en Bilbao —en el antiguo San Mamés— una derrota dolorosa con las leonas cuando cayó en la última jornada de la liga en 2013 ante el Barça en el partido decisivo por el campeonato, pero sobre todo sufrió como nadie en sus cinco temporadas en el PSG el dominio del Olympique de Lyon en Francia y en Europa. A la central —que en París tan solo pudo alzar una copa y una liga por la hegemonía de su rival— se le escaparon contra las lionesas la final de la Champions de 2017 en la tanda penaltis y la semifinal de 2020. Ya como azulgrana, volvió a sentir esa misma frustración en 2022 en Turín, una final que dejó una sensación de decepción monumental en la afición culé por las expectativas creadas ante la que se esperaba que fuera la primera victoria contra el Lyon y que finalmente llegó hoy, dos años después.
Paredes se desquitó tras sufrir en los primeros instantes del partido una entrada fortísima de Melchie Dumornay. La delantera haitiana chocó con la defensa y le pisó el pie izquierdo. La central estuvo más de un minuto en el suelo, recibió asistencia y se recuperó. Continuó dolorida por el golpe —en varios momentos hizo gestos que evidenciaban su molestia—, pero se repuso y chocó una y otra vez para anular a la potente atacante del Lyon, un portento físico de 20 años —es una de las jugadoras más rápidas del mundo— que este curso suma tres goles y dos asistencias en Champions. “Ganar así, mi segunda en casa, es otro añadido. Pero contra el Lyon, con el que tantas veces he perdido, esto es brutal, no tengo palabras”, celebró la defensa.
El triunfo es balsámico para un club que atraviesa una temporada complicada en su sección masculina. No solo por un póquer de títulos inédito —Supercopa, Liga, Copa y Champions—, sino por lo que supuso para la masa social. Más de 35.000 culés acudieron a Bilbao, la segunda mayor movilización de la historia azulgrana, tan solo por detrás de los 45.000 que viajaron a Sevilla para presenciar la final de la Champions de 1986 perdida contra el Steaua de Bucarest. La ciudad estuvo inundada de aficionados del Barcelona—el tranvía y los autobuses funcionaron con mucha dificultad— hasta tal punto que en la tarde soleada y calurosa de este sábado se batió el récord de asistencia en una final de la Champions: 50.827 espectadores, por encima de los 50.212 que hubo en 2012 en el Estadio Olímpico de Múnich en la victoria del Lyon ante el Eintracht. Casi como si el Barça hubiera jugado en casa.
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