Las finanzas sí son para las mujeres. Estos servicios buscan cerrar la brecha de género en Latinoamérica
La participación de las latinoamericanas en el sistema financiero sigue rezagada. Una nueva generación de instrumentos enfocados en ellas quiere desafiar la estadística
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El huipil ceremonial de tres lienzos tejido en rojo y blanco destaca entre un mar de trajes azules y negros. Su detallado urdimbre retrata la riqueza natural del Valle Nacional de Oaxaca. Pero la túnica, su refajo y los collares tradicionales que lo complementan, no solo representan el acervo cultural mexicano. También es un activo: un producto con precio y el resultado de una cadena de valor que empieza con en un telar de cintura y termina con los consumidores globales.
“Este huipil cuesta 14.000 pesos (unos 800 dólares)”, explica Leticia Mendoza, representante de Casa de Artesanías, una asociación que agrupa a unos 500 artesanos de diferentes zonas mexicanas, señalando el intrincado bordado de flores y pájaros, en un foro de inclusión financiera en un lujoso hotel de la Ciudad de México.
“Es el precio por el tiempo de la compañera, el estar sentada tantas horas haciendo piezas únicas. En este trabajo, la maestra artesana se tardó casi nueve meses. De allí a que llegue una persona y lo quiera comprar está colgado en tienda uno o dos meses. Pero la compañera necesita dinero para estar elaborando blusas, refajos. Producir y comer”, agrega Mendoza. Según explica, los artesanos conformaron la asociación para formalizar la producción de sus integrantes, con el fin de acceder a créditos públicos y privados.
La realidad de las maestras artesanas oaxaqueñas expone las necesidades de millones de mujeres emprendedoras, de México y Latinoamérica, que de a poco se acercan a la oferta de bancos y fintechs, empresas que usan la tecnología para brindar servicios financieros. Pero si bien en los últimos años la penetración de instrumentos de ahorro, préstamo e inversión ha ganado espacios, la brecha de inclusión de la región sigue siendo alta. Y si se analiza de acuerdo con el género, las mujeres representan el mayor grupo de personas subatendidas por las instituciones.
Es una situación que genera un ciclo que se realimenta: la falta de inclusión financiera resta fuerza a la inclusión económica, y viceversa, lo que incrementa la vulnerabilidad social de las mujeres. Para tratar de subsanar el vacío, un creciente número de actores financieros (organismos internacionales, bancos y fundadores de startups) destacan la necesidad de crear servicios con una visión de género añadida.
En México, entre 2018 y 2021 la brecha de género en la tenencia de cuentas de ahorro formal creció hasta los 13,8 puntos porcentuales, situándose en 56,4% para hombres y 42,6% para mujeres, de acuerdo con la última Encuesta Nacional de Inclusión Financiera (ENIF).
En un contexto global, estudios indican que las mujeres son más propicias a la pobreza, ante una combinación de factores sociales y económicos, entre los que destacan desconocimiento de manejo financiero, menor participación laboral y salarios más bajos.
Uno de los factores que incide en esta brecha es la oferta: el abanico de productos existente no está sensibilizado al género, o al contrario, castiga con mayores precios a las mujeres. Por ejemplo, aunque el costo promedio de los siniestros de gastos médicos de mujeres es 35% menor, el precio de la prima que pagan es, paradójicamente, 42% mayor, según cifras de la Comisión Nacional de Seguros y Fianzas (CNSF) en México. Esto debido a que las mujeres son más propensas a utilizar sus pólizas en caso de embarazos y porque se preocupan más por el bienestar general de sus familias, así que comparten sus coberturas.
La recomendación: servicios destinados a mujeres
Organismos internacionales que van desde CAF-banco de desarrollo de América Latina hasta la Organización Internacional del Trabajo (OIT) recomiendan modelar los servicios con el público objetivo en mente: ya sean seguros con planes de cobertura especial para cáncer de mama o enfermedades ginecológicas o financiamiento para gasto de capital de emprendedoras, un área donde el vacío es notable.
Los números resuenan. Se calcula que la mitad de las pequeñas y medianas empresas (pymes) de Latinoamérica pertenecen a mujeres. Sin embargo, según el Banco Mundial, el 70% de las solicitudes de financiamiento hechas por emprendedoras en los países en desarrollo son rechazadas.
Kueski es una fintech mexicana que mina data transaccional alternativa y de comportamiento para definir el perfil de riesgo de sus solicitantes de crédito. Utilizando un algoritmo que se va afinando con machine learning, una disciplina de la Inteligencia Artificial (IA), identifican patrones y hacen predicciones. En una entrevista con América Futura, Regina Moreno, ejecutiva de Kueski, dice que 40% de sus clientes son usuarios que no tenían experiencia previa con una institución financiera y un 60% son mujeres, especialmente emprendedoras y microemprendedoras.
“Nosotros lo que queríamos era inclusión, sin ver mucho el género. Pero conforme fuimos avanzando, empezamos a ver este comportamiento donde muchas mujeres buscaban créditos con nosotros. Que así no funciona con los bancos, que tienen mayor número de cuentahabientes hombres”, explica Moreno.
Compra ahora, paga después
“De alguna manera, empezamos sin buscarlo y cuando vimos las señales, lo desarrollamos con intención”, añade la ejecutiva. De esta manera, modelan gran parte de sus acciones con las mujeres en el centro de la estrategia. Por ejemplo, su producto de buy now, pay later (compra ahora, paga después), que es un tipo de crédito inmediato digital desplegado en páginas de comercio electrónico, tiene un mayor despliegue en vendedores en línea de cosmética, donde han identificado que sus clientas compran para luego revender.
“Ahí hay un gran oportunidad para las mujeres, para independizarse económicamente, que sean eficientes en su vida personal y en sus trabajos; y que puedan ganar dinero para evitar las exposiciones a la violencia que mucha gente vive porque no pueden salir de la dependencia económica”, zanja.
Moreno explica que, a pesar de que la empresa tiene una misión social, todas las decisiones se toman basadas en números. Por ende, la razón subyacente de su orientación de mercado es clara. El robot de aprendizaje automatizado confirmó una premisa generalizada en la industria: las mujeres son mejores pagadoras de crédito y suelen tener relaciones financieras más fieles con sus instituciones. “La cartera vencida es sumamente saludable y la recurrencia es muy alta”.
Inversiones con orientación de género
Un paso más allá de la inclusión se encuentra en la libertad financiera, un concepto basado en poseer inversiones que permitan vivir con holgura económica. Como en el resto del ecosistema, la incidencia de mujeres en esta área es proporcionalmente dispar.
Con esa idea en mente, Patricia Florencia y Andrea de la Garza crearon Pilou, una wealthtech —plataforma digital de inversiones— con énfasis en captar y atender a mujeres que quieran manejar inversiones en el mercado de capitales, pero con riesgo controlado. Ambas se conocieron cuando manejaban el patrimonio de inversión del 1% mexicano en un banco de inversión europeo, y desde su posición, identificaron claramente que las decisiones económicas de los hogares suelen recaer en los hombres, sin importar el estrato económico.
“Nos preocupa escuchar a tantas mujeres diciendo ‘yo no soy financiera’, ‘no entiendo esos temas’. Y cuando les preguntas quién les lleva las finanzas y sus inversiones, dicen mi papá, mi marido, mi hermano, mi primo, mi asesor … al que no le entiendo nada”, describe De La Garza en entrevista con América Futura.
El esquema de la empresa, que está en una etapa temprana, es simplificar lo más posible el manejo de una cuenta patrimonial digital, que puede ser abierta desde 2.000 pesos mexicanos (unos 114 dólares). Centran su oferta en ETFs, o fondos cotizados en bolsa, que como las acciones están registrados en los mercados bursátiles internacionales. Su particularidad es que representan una canasta de varias empresas. Por ejemplo, los ETFs de tecnología están compuestos por acciones de varias compañías del sector, lo que les da estabilidad si el precio de algún papel cae.
“Nuestra tirada no es convertir a todas en expertas financieras, que de un día a otro se metan a tradear. Pero sí que se entiendan los concepto básicos, porque esto sí nos incumbe y nos debería incumbir a todas”, agrega De la Garza.
En busca de la independencia financiera
Pero a pesar de que los beneficios de la independencia económica están comprobados, los proveedores de servicio destacan que aún deben combatir con realidades sociales complejas, como el machismo y la violencia desbocada.
Shivani Siroya es la fundadora y CEO de Tala, una plataforma digital que otorga microcréditos de hasta 5.000 pesos (unos 284 dólares) a personas a través de sus celulares. Tuvo la idea de desarrollar un producto virtual después de trabajar para las Naciones Unidas en misiones en África occidental, África subsahariana e India, donde vio que la mayoría de las personas se manejan con efectivo y, por ende, tienen un acceso limitado a créditos, lo que los deja en desventaja y obligadas a cubrir eventualidades con préstamos costosos y especulativos.
Según dice, uno de los retos con el que más se topan en el caso de las mujeres es cómo crear una relación directa con ellas, que sea privada, digital y prudente, cuando muchas no desean que sus parejas o familiares sepan que manejan un capital propio.
Apalancando datos alternativos disponibles en los móviles de los usuarios y recogidos en fuentes externas digitales, como pagos de facturas de servicios, la empresa crea historiales crediticios para usuarios que muchas veces no los poseen; un obstáculo recurrente para que las entidades financieras otorguen financiamiento para sectores informales. Un 44% de sus clientes son mujeres y un 41% de ellas reportan haber incrementado su rango de influencia en el hogar desde que manejan sus propios recursos.
“El sistema tradicional, en muchas maneras, tiene esta percepción de que los desbancarizados y subbacarizados son muy riesgosos. Empezamos preguntándonos cómo podíamos usar data y tecnología para probar el potencial de este segmento, que tiene un enorme poder de compra y en el cual se puede confiar”, dice la ejecutiva en una visita a Ciudad de México a finales de abril.
“Hemos entregado hasta ahora unos 4.000 millones de dólares en crédito a unos ocho millones de clientes en nuestros cuatro mercados: Kenia, México, Filipinas e India. Así que sí, creemos que es un modelo que funciona”, agrega en la antesala del foro de inclusión financiera, donde luego compartiría panel con ejecutivos de banca, fintechs, funcionarios público y emprendedores, incluidas artesanas de la Asociación Casa de Artesanías.
Un nuevo foco que desarrollan es el estudio de tendencias sobre demanda de financiamiento y nivel de conocimiento digital para llevar productos específicos a comunidades del sureste del país, como una manera de personalizar y distribuir ofertas directamente a mujeres microemprendedoras, un mercado donde ven vacíos a ser llenados.
“Tenemos que ver de qué manera invertimos de manera adecuada para que no sea que el día de mañana ya no haya flujo, sino que se vaya creciendo y creciendo”, dice Leticia Mendoza, en la puerta del salón de eventos donde se desarrolla el foro, desbloqueando su cuenta bancaria digital usando su huella dactilar.
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