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En colaboración conCAF

“Latinoamérica necesita que la reparen por los daños climáticos. Préstamos, ya tenemos suficientes”

A una semana de que comience la Conferencia de Cambio Climático de las Naciones Unidas (COP27), Adrián Martínez Blanco, director y fundador de La Ruta del Clima, una ONG de Costa Rica, explica por qué hablar de pérdidas y daños es tan importante para la región

Iracema Guimaraes da Costa, una campesina de la comunidad de Careriro de Vareza, en el Estado de Amazonia, frente a su casa inundada por el aumento en el nivel de un río aledaño, el 20 de mayo de 2022.
Iracema Guimaraes da Costa, una campesina de la comunidad de Careriro de Vareza, en el Estado de Amazonia, frente a su casa inundada por el aumento en el nivel de un río aledaño, el 20 de mayo de 2022.BRUNO KELLY (REUTERS)
María Mónica Monsalve S.

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El cambio climático ya le pasó factura a Latinoamérica y el Caribe. Las lluvias y sequías han alterado sus patrones, afectando una región que es rica por su agricultura. Cada vez son más frecuentes los incendios, huracanes, ríos desbordados y especies que dejaron de verse en los páramos y valles. La región ya está asumiendo las pérdidas y daños del cambio climático. Incluso hoy estamos viendo nuestra infraestructura colapsar, gente que se queda sin empleo o personas que deben abandonar su hogar porque los cultivos de los que antes subsistían se volvieron impredecibles. Y lo peor: la mayoría están pagando las consecuencias de esto de sus mismos bolsillos.

Durante la Conferencia de Cambio Climático de las Naciones Unidas (COP27), que se realizará entre el 6 y el 18 de noviembre de 2022, se discutirá la creación de un fondo para asumir las pérdidas y daños del cambio climático como algo prioritario. En entrevista con América Futura, Adrián Martínez Blanco, director y fundador de La Ruta del Clima, una ONG de Costa Rica que ha seguido de cerca estas discusiones y que busca que las personas puedan hacer parte de la toma de decisiones climáticas, explica la importancia de este tema para la región. “En Centroamérica, donde la mayoría de países son responsables de menos del 0.3% de las emisiones históricas, no creemos en pedirles que participen por los carros eléctricos o siendo veganos, sino con lo que afecta su día a día”, asegura. “En cómo les está costando a las poblaciones más vulnerables y con una huella de carbono más pequeña, como la de Latinoamérica en general, el éxito de las economías intensivas en carbono”.

Pregunta. Todo indica que durante la COP27 el tema de pérdidas y daños finalmente será protagonista. ¿Específicamente qué es lo que se está pidiendo?

Respuesta. Este es un ciclo que hemos vivido ya varias veces: pedir financiamiento para pérdidas y daños y que no termine en nada. Lo vivimos en Bali (Indonesia) en 2007, durante la COP13, y en la COP25, en 2019, en Madrid (España). Finalmente, el año pasado, durante la COP26, que se hizo en Glasgow (Inglaterra), se volvió a tratar el tema y hubo un gran consenso de la mayoría de países para que estuviera en el documento de decisión. La idea era que apareciera una pequeña oración en donde se decía que se creaba un mecanismo de financiamiento para pérdidas y daños. Pero lastimosamente en último momento Estados Unidos y sus aliados pidieron eliminarlo y se borró del texto. Entonces para esta COP27 se está buscando que el tema vuelva a ser parte de la agenda. Desde ya sabemos que algunos países, como Suiza, se van a oponer. Otros hablan de ayudas humanitarias, pero eso no tiene sentido. Es muy distinto cuando se da plata por compromiso o por donación, que cuando se compensa a alguien por daños que se generaron, que es lo que estamos pidiendo con el cambio climático. Tampoco queremos que se hable de préstamos, porque de esos ya tenemos suficientes en Latinoamérica, sino que sea una forma de reparación por daños ambientales transfronterizos.

P. Pérdidas y daños implica cosas sobre las que ha sido difícil hablar en las distintas COP. Una es la atribución, es decir, cómo saber que las emisiones de “X” o “Y” país generaron esos daños en otra parte. ¿Cómo ve ese panorama para esta COP27?

Creo que es un argumento un poco absurdo porque el cambio climático ha transformado tanto nuestro clima, con solo ese incremento de 1.1°C que ya llevamos, que es más bien difícil decir que los eventos que estamos viviendo no están relacionados con el cambio climático. Por ejemplo, en Centroamérica ver dos huracanes con semanas o días de separación ya es algo que la gente sabe que viene. Y cuando hablamos con gente del campo también nos comentan de cambios del clima que se reportan desde hace más de dos décadas. Y esas personas son las que, sin ser mayores responsables del cambio climático, están pagando por las pérdidas y daños de sus bolsillos.

P. También implica hablar sobre responsabilidades legales. ¿Es posible hacerlo en el marco de la COP27?

R. Hay que recordar que países como Estados Unidos metieron una triquiñuela en la primera decisión del Acuerdo de París en la que se dice que no se puede hablar sobre compensación y responsabilidad legal. Entonces, no solo países como ellos son los que generaron el daño, sino que son los que pueden detener el cambio climático y los que tienen el poder económico y geopolítico, aprovechándose para que no se hable de responsabilidad legal. Pero, la verdad, es una regla que no tiene mucha solidez, porque no concuerda con hacia donde va el derecho internacional.

Adrián Martínez Blanco, director y fundador de la ONG costarricense La Ruta del Clima.
Adrián Martínez Blanco, director y fundador de la ONG costarricense La Ruta del Clima.Cortesía

P. ¿Y no cree entonces que un mejor escenario para las pérdidas y daños sean los litigios climáticos internacionales, como ya está sucediendo en algunos casos?

R. Creo que los litigios climáticos internacionales pueden presionar para que los países rompan ese consenso de que el Acuerdo de París no habla de decisiones legales. Pero más allá de que las cortes internacionales nos están dando esta señal, la solución sí sigue estando en espacios multilaterales como la COP, porque es un problema de una escala tan grande que estamos hablando de entre 500.000 y 300.000 millones de dólares anuales. Es que no se trata solo de los daños y pérdidas de infraestructura, sino lo que pasa, por ejemplo, cuando tras una inundación los niños y niñas no pueden regresar a sus escuelas, a la educación, por meses. Lo vimos en la pandemia: son costos altísimos. Necesitamos una respuesta sincera de la comunidad internacional.

P. Recientemente La Ruta del Clima publicó un informe sobre pérdidas y daños en Centroamérica. ¿Qué encontraron?

R. Junto a Oxfam hicimos una visita a Honduras, Guatemala y El Salvador en la que hablamos con comunidades de diferentes sectores geográficos para conocer las afectaciones climáticas. Y sí, no solo hay una afectación económica, sino también en su bienestar. No es algo nuevo, porque es algo tan sencillo como que, si el cambio climático afecta la intensidad y frecuencia de las lluvias, las personas que se dedican a la pesca no podrán salir a pescar si llueve demasiado. Y si no hay pesca, no se come ese día. En temas de género, además, se incrementa la carga relacionada con el cuidado. Estamos viendo un éxodo de personas del campo que se van a la ciudad o a otros países, donde se abandonan a las comunidades y son las mujeres las que quedan a cargo de todo: la siembra, mantener su cultura y la carga doméstica. Sí, falta más investigación y datos sobre pérdidas y daños, pero las historias de las personas que lo están viviendo cuentan. Y los países de Latinoamérica no estamos siendo lo suficientemente fuertes con eso: no estamos poniendo una línea sobre la arena para defender nuestra tierra, nuestro derecho a existir y a permanecer en nuestro territorio.

P. Ustedes también hablan de pérdidas y daños culturales en Centroamérica. ¿A qué se refieren?

R. Tiene que ver con el tema de la identidad, la tierra y las costumbres. Las prácticas alimenticias, por ejemplo, que también están relacionadas con ciclos del clima y son culturales, están cambiando. Además, se está dando un cruce de fronteras hacia al norte del mundo, donde se genera esta idea de que mi territorio, mi pueblo, es peligroso, lo que también implica un trauma intergeneracional, porque las personas que se quedan atrás se quedan solas. Se rompe un contacto con la tierra, con la familia, con los lazos psicológicos. Se está destruyendo la identidad de qué es ser centroamericano y latinoamericano, de poder vivir de la tierra y sus tradiciones. El cambio climático nos está negando la posibilidad de ser un pueblo en la región en donde nacimos y eso es muy importante recordarlo.

P. Justo en América Latina han llegado este año nuevos Gobiernos con discursos más fuertes sobre la acción climática, como el de Gabriel Boric (Chile) o Gustavo Petro (Colombia). ¿Podrá eso generar un nuevo arreglo geopolítico en la COP27?

R. Eso depende de qué tanto el discurso de una presidencia cala en el equipo técnico que llega a la COP27. En algunos países incluso aún no ha cambiado el cuerpo diplomático. Así que, si ese discurso llega a calar en esos equipos y logran llevar esto hasta las últimas consecuencias, arriesgar su capital político para hacerlo, puede que haya un resultado más favorable para la región. Pero si quieren hacer cambios deberán formar un bloque de negociación latinoamericano, como el que tienen en otras regiones, en el que sepan cuáles son sus líneas rojas, en el que puedan soportar las olas de los equipos diplomáticos de países desarrollados que se llevan preparando por años para hacernos dar vueltas y no avanzar. Los discursos de los políticos pueden ser muy bellos. Sin embargo, hay que asegurarse que no salgamos de esta COP27 con las manos vacías y sonriendo.



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Sobre la firma

María Mónica Monsalve S.
Periodista de América Futura en Bogotá, Colombia. Antes trabajó en El Espectador. En 2020 fue ganadora del Premio Simón Bolívar por mejor reportaje. Máster en Cambio Climático, Desarrollo Sostenible y Políticas de la Universidad de Sussex (Reino Unido).

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