“Se compran colmillos de tigre”: el tráfico de animales y el cambio climático toman la gran pantalla
El Festival Internacional de Cine Ambiental presenta 17 películas sobre medio ambiente en Bogotá y Medellín y aboga porque la industria sea más transparente con su huella de carbono
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“Se compran colmillos de tigres o jaguar. Preferentemente que estén grandes y sanitos. Irse frente al colegio Fuente de Vida, en la tiendita, o llamar al número de celular 7393…”. Este fue el anuncio que escuchó en la radio local de San Borja, Bolivia, Marcos Uzquiano Howard, jefe de protección de la Reserva de la Biosfera Estación Biológica del Beni, en la región amazónica del país, tras varias horas pegado al parlante de su casa. Un traficante de estos felinos le había dado la pista sin querer al confesarle que se los vendía “al de la radio”. “Tenía que encontrar quién era capaz de anunciarlo tan impunemente”, pensó. Cuando al fin escuchó el aviso, pasaron dos cosas. La primera: que puso en marcha un operativo por el que acabó incautando más de 180 colmillos y pieles, los restos de al menos 45 jaguares, y por el que una pareja china acabo condenada. La segunda: que llamó corriendo a Elisabeth Unger, una bióloga y directora de cine que llevaba meses investigando este mercado en el país, y le dijo: “Este es el momento de rodar la película”.
Unos meses después, se estrenó Tigre Gente, un largometraje documental que relata cómo la demanda asiática, principalmente china, está poniendo en jaque a un animal en peligro de extinción en Bolivia. Lo hace a través de Marcos, en el país latinoamericano, y Laurel, una activista china que muestra la necesidad de la educación ambiental para frenar el tráfico. “En este tipo de filmes siempre se suele hablar de los buenos y los malos”, explica por teléfono la directora. “¿Qué pasaría si escucháramos al que compra sin querer satanizarlo?”. Esta es una de las 17 películas de la muestra del Festival Internacional de Cine Ambiental, Planet On, que estará en varios espacios culturales de Bogotá y Medellín hasta el lunes 28 de agosto.
Para Norma Cuadros, directora y fundadora del evento, llevar a la gran pantalla la temática verde es clave. “La cultura permite abrir espacio a la reflexión y a proponer cambios individuales que aceleren los procesos de mitigación de la emergencia climática”. En esta, que es la sexta edición presencial, la variedad es mucho mayor que la anterior. “Ya hay cine ambiental para niños, hay animación, ficción… hasta historias de amor entre vulcanólogos”, dice entre risas. “La producción internacional, sobre todo, se está dando cuenta de que esta temática no es solo de nicho”. Además de crear conciencia, el festival pone el acento en la industria del cine y en su responsabilidad frente al cambio climático. “Hacemos incidencia para que las productoras que vienen a Colombia reporten la huella de carbono”.
No tenemos herramientas, ni equipos a la altura de quienes trafican. Nosotros tampoco vamos armados y meterse con la mafia del tráfico animal es muy peligrosoMarcos Uzquiano Howard, jefe de protección de la Reserva de la Biosfera Estación Biológica del Beni
El jaguar se encuentra en la categoría de especie “casi amenazada” de la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). En México está catalogado como “en peligro de extinción” y su cacería está vetada desde 1987. La Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas lo considera un felino cuya conservación es prioritaria. Se calcula que, al momento de la llegada de los europeos a América, había más de 100.000 jaguares. Entonces, habitaban desde zonas semidesérticas de Norteamérica hasta los bosques tropicales sudamericanos. Hoy, su población no supera los 65.000 y han perdido el 50% de su hábitat.
En Bolivia, uno de los países claves del Corredor del Jaguar, existe una leyenda que dice que un ser humano puede convertirse en jaguar con el propósito de fundirse con la selva para conservar el territorio. El que lo consigue se convierte en un “tigre gentes”, de donde viene el nombre de la película. Eso le contaban los chamanes a Uzquiano Howard, el jefe de protección de la reserva de Beni, cuando no tenía más de 12 años. “Yo nunca la logré. No pude convertirme en uno, pero la vida me otorgó el poder de cuidarlos. Me dejó ser guardaparques”, narra por teléfono.
Por eso, su memoria está ligada a la de su territorio. Sus anécdotas, sus deseos, sus miedos… Todo pasa por el Parque Nacional Madidi, el área protegida con mayor biodiversidad del globo y uno de los lugares con poblaciones más densas de este animal. “Sentimos que protegemos esto solos, para el Estado no es una prioridad”, lamenta el líder. “No tenemos herramientas, ni equipos a la altura de quienes trafican. Nosotros tampoco vamos armados y meterse con la mafia del tráfico animal es muy peligroso”.
En los 93 minutos de filme, con una fotografía y una banda sonora poética y emotiva, las lentes viajan desde el corazón del país sudamericano a las consultas de feng shui de Hong Kong o a las tiendas de medicina china de Guangzhou para ver con perspectiva la complejidad y las múltiples aristas de este fenómeno, el cuarto negocio ilícito más lucrativo del mundo, después de las drogas, la trata de personas y las armas.
En China, los colmillos de jaguar —que se los compran a los campesinos por unos 150 dólares— se están usando como sustituto de los de tigre, muy difíciles de conseguir. Estos son usados como un símbolo de estatus, también como amuleto para la protección. “Yo voy a seguir persiguiendo a los que trafican”, promete Uzquiano. “Pero hasta que no se entienda que la naturaleza no está puesta para el hombre, hasta que no cambie esa mentalidad, poco vamos a conseguir”.
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