La organización de la COP16: el esfuerzo colectivo que hizo posible que Cali recuperara la esperanza
La cumbre global sobre biodiversidad batió marcas y rompió esquemas. Los Gobiernos nacional y local se unieron en un esfuerzo sin precedentes para organizar la cita en tiempo récord. Pero quizás lo más destacado fue el ‘Efecto Cali’: la calidez y el entusiasmo con el que la ciudad acogió un evento que le devolvió el orgullo perdido y la fe en el futuro
“¿Cómo lograron entrenar a toda la gente para que fuera tan amable y sonriente?”, le preguntó un alto funcionario de Naciones Unidas al alcalde de Cali, Alejandro Éder, durante un evento de la COP16, la cumbre global sobre biodiversidad realizada en octubre pasado. “No entrenamos a nadie; es que nosotros somos así”, le respondió el mandatario local con una amplia sonrisa. La escena refleja lo que hoy ya se conoce como el “efecto Cali”, una sensación colectiva de hospitalidad, amabilidad y civismo que contagió a la capital vallecaucana durante los 12 días que duró el evento, y que dejó una grata impresión en los visitantes.
Esta respuesta cálida y entusiasta fue el resultado de un liderazgo compartido entre los Gobiernos nacional, departamental y local que –pese a sus diferencias políticas– se unieron en pro de un objetivo común. Juntos lograron convencer a todos los sectores de la ciudadanía (empresas, organizaciones sociales, y academia) de que la COP era la oportunidad de lujo para que los caleños recuperaran el orgullo y la fe en su ciudad, fuertemente golpeados desde el estallido social del 2021, que dejó un lastre de intolerancia, violencia y desesperanza.
“Durante muchos años la narrativa sobre nuestra ciudad fue: ‘¿Qué pasó con Cali? La ciudad se quedó atrás’. Parte del ejercicio de realizar la COP16 era subirle el ánimo a la gente y volver a mostrarle al mundo la ciudad”, explica Éder. Por eso, la decisión de involucrar a la ciudadanía se dio desde el minuto cero; desde el momento mismo en el que se lanzó la candidatura para ser la sede del evento.
El “efecto Cali” ha sido quizás uno de los aspectos más elogiados de la llamada “COP de la gente”, por la cantidad de espacios abiertos al público, inusual en una cita internacional de estas características. Pero no ha sido el único. El impecable trabajo organizativo, fundamental para que el evento fluyera con éxito, también ha sido destacado por propios y extraños.
“Tuvimos la capacidad de unir esfuerzos entre todos los actores locales y de crear mecanismos ágiles de ejecución para demostrar que sí era posible”, explica Angélica Mayolo, exministra de Cultura, exsecretaria de Desarrollo de Cali y una de las líderes del comité organizador. “En tiempo récord se mejoraron las capacidades de hoteles, bares, restaurantes y servicios de taxi, fortalecimos competencias de bilingüismo y cumplimos con los estándares de Naciones Unidas”.
Junto a Mayolo participaron en el comité organizador Paula Douat, designada por el Gobierno nacional, y María Leonor Sanclemente, de la Gobernación del Valle. Ellas fueron las encargadas de orquestar cada detalle logístico, técnico y programático durante los escasos ocho meses de preparación de un evento que, normalmente, se planifica en dos años.
El éxito arrollador que refleja el balance del evento ha sido la mejor recompensa a este meticuloso trabajo de organización: 66.000 millones de dólares en impacto económico para la región; 97% de ocupación hotelera; 23.000 personas acreditadas, que superaron los 12.000 proyectados; un millón de visitas a la Zona Verde –el novedoso espacio abierto al público general–, en la que se esperaban 200.000; alrededor de 1.200 eventos académicos, y 33.000 noticias en todo el mundo sobre la COP16 emitidas en 53 idiomas.
Pero además de los resultados palpables en cifras, el intangible que la cumbre le dejó a Cali es mucho más trascendente, como lo señaló a Caracol Radio la ministra de Ambiente y Desarrollo Sostenible, y presidenta de la COP, Susana Muhamad: “Exponer al mundo a la diversidad cultural de Colombia caló muchísimo entre los visitantes extranjeros. Cali se posicionó como un destino turístico en biodiversidad, pues la ciudad adquirió una vocación nueva y eso fue apreciado por las delegaciones, a través de la sensación de sentir un país megadiverso cultural y ambientalmente”.
La COP16 también le deja a la ciudad una infraestructura de primer nivel, como el Centro de Eventos Valle del Pacífico –finalmente habilitado tras 15 años de obras inconclusas–, la recuperación de 60 kilómetros de vías y una Plaza Caycedo que renació ante la mirada de los visitantes, y que podría convertirse en un futuro espacio peatonal tras la buena acogida que tuvo su cierre al tránsito vehicular durante el evento.
También ha servido para posicionar a la ciudad como la capital mundial de la biodiversidad. Desde noviembre de 2025, y de forma bianual, Cali organizará la Semana de la Biodiversidad, con el fin de darle continuidad a la agenda de protección del medioambiente que inspiró la cumbre. Así mismo, formará parte de la coalición de ocho ciudades internacionales que hacen parte del Chocó Biogeográfico y que trabajarán conjuntamente para proteger este ecosistema, uno de los cinco más estratégicos del mundo, y que hoy está en peligro por cuenta de la deforestación y las economías ilegales.
Bajo el sello de “la COP de la Gente”, esta cumbre demostró que un esfuerzo colectivo puede transformar percepciones y marcar un nuevo rumbo hacia un futuro más prometedor. El desafío hoy es que el “efecto Cali”, ese hito de reconciliación de la ciudad con su identidad, se convierta en un compromiso sostenido: que la “caleñidad” haya vuelto para quedarse.
*Apoyan Ecopetrol, Movistar, Fundación Corona, Indra, Bavaria y Colsubsidio.
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