La economía colombiana se despereza con timidez
Las obras civiles y el turismo repuntan mientras el desempleo se contrae bajo la sombra de un crecimiento residual
Una pequeña parte de los asistentes a la mayor convención anual de banqueros, celebrada la semana pasada en Cartagena de Indias, regresó a su casa con un semblante moderadamente distinto. La cita, marcada como siempre por una sucesión de conferencias en salones con el aire acondicionado a tope y fiestas donde se entreveran economistas, ejecutivos y políticos, ha servido para constatar que sectores del mundo financiero empiezan a detectar leves indicios de recuperación. Desde el líder del todopoderoso Grupo Aval y heredero del magnate del mismo nombre, Luis Carlos Sarmiento, hasta el anfitrión Jonathan Malagón, presidente de Asobancaria, han rescatado algunos puntos positivos.
Sus declaraciones contrastan, sin duda, con el extenso manual de críticas al manejo estatal de una economía convaleciente durante los últimos dos años. ¿Se trata de tímidos síntomas de recuperación o es un espejismo? Los hechos sugieren que la cautela resulta mejor negocio en el campo de las profecías: “La actividad económica viene sorprendiendo al alza”, explica el director de investigaciones económicas en Corficolombiana, César Pabón. Con todo y el débil 0,9% de crecimiento durante el primer trimestre del año, recuerda que las expectativas giraban en torno al 0% y en algunos casos, incluso, a un rango negativo.
De todos modos pocos se atreven a poner sobre la mesa la palabra “recuperación” en mayúsculas y cada vez que un analista expone un dato positivo en la conversación, se afana irremisiblemente en aclarar que tampoco es momento para tirar voladores. A fuerza de criticar al primer Gobierno de izquierdas de la historia reciente de Colombia, con el que empresarios y banqueros han chocado de forma ininterrumpida, una capa de pesimismo había permeado el debate: “La producción diaria de barriles de petróleo en abril se recuperó hasta los 790.000 al día, una cifra que no veíamos desde el 2020″, afirma Pabón.
Un dato básico positivo que se suma al del buen comportamiento en el agro, con la caficultura y la ganadería encadenando avances notables. La producción acumulada de sacos de café creció un 12% entre junio de 2023 y mayo de 2024, según datos de la Federación de Cafeteros. Y la ganadería también ha sido uno de los motores para atemperar la tormenta económica, con el repunte en la producción de carne de cerdo (8,1%) como una de las claves para comprender el panorama trimestral.
Tras más de un año donde los rezagos de la crisis sanitaria y otros líos portuarios e internacionales dejaron destrozos en el sector de la construcción, las obras civiles irrumpieron como la gran sorpresa al crecer un 7,5% en el primer trimestre. Una variación positiva que llega como bálsamo contra los anteriores cinco trimestres de contracciones consecutivas. De esta forma, la producción de petróleo, los buenos datos del agro y la infraestructura son tres signos de que hay alguna mejoría.
Una solitaria décima que también cuenta
Reactivación. Esa es la palabra más repetida en coro por los análisis económicos de las últimas semanas. Reportes que van acompañados por una disminución de una solitaria décima en desempleo hasta llegar al 10,6% en su lectura interanual de abril. Otro registro inesperado: “No es sustancial, pero mejoró contra todo pronóstico”, expone Pabón. “Aunque no es una noticia para celebrar, sí demuestra que a nivel local hay mejor dinamismo y esto, por supuesto, beneficia el consumo de los hogares”.
No es fácil que estos registros tranquilicen del todo a los responsables de seguirle el pulso a la economía colombiana, preocupados en concreto por la baja inversión (-15% en el primer trimestre) o el déficit presupuestario. “Para un sector financiero y económico no hay nada más tonto que generar angustia y desconfianza”, asegura la economista Sara Piñeros. Desde su casa en Canadá, afirma ser consciente de que la “economía no va del todo bien”, pero en su opinión la polarización política ha enterrado la posibilidad de comprender una realidad mucho más amplia y compleja de lo que sugieren las pataletas ideológicas.
De la misma manera, César Pabón abre el angular y recuerda que lo que sucede en Colombia, por más que se suela obviar, tiene estrecha relación con la situación en Estados Unidos, el mayor socio comercial. El empuje del mercado laboral y el crecimiento de la gran potencia mundial ha derivado en un aumento del 25% en las remesas que llegan a Colombia al compararlo con la primera parte de 2023. “Las remesas son una fuente de gasto local, en particular en regiones como el Eje Cafetero o el Valle del Cauca”.
Ello explicaría, además, el empujón al consumo de los hogares, que representa un 70% del Producto Interno Bruto y durante meses también tuvo rendimiento negativo. Lo sustenta con la cifra de venta de vehículos en abril, que repuntó en un 11,3% después de haber perfilado dos años de racha negativa. La buena situación del turismo, además, parece estar atada a las noticias desde Estados Unidos y el norte global y entre enero y marzo el número de visitantes extranjeros creció un 7,6% contrastado con el mismo periodo del año anterior.
Tras ello, el ministro de Hacienda, Ricardo Bonilla, anunció la semana pasada un recorte presupuestal por 20 billones de pesos, algo así como 5.000 millones de dólares o el 4% del total, para subsanar un agujero que inquieta en las cuentas públicas. Una decisión celebrada casi al unísono en el país. Un tijeretazo descomunal que César Pabón interpreta como un mensaje de confianza: “La reducción del gasto y el incremento al precio del ACPM son una buena noticia para la confianza y la inversión”, remata Pabón. Un panorama lleno de paradojas y de datos que lentamente empiezan a alimentar las esperanzas de unos pocos.
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