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Las empresas y los consumidores, entre la expectativa y la prudencia ante el discreto recorte a los tipos de interés

El abaratamiento de los préstamos está a la zaga de otros países de la región y a la espera de que sirva como estímulo para reanimar la economía

recortes colombia
Los compradores caminan por un centro comercial en Bogotá, Colombia, el jueves 28 de julio de 2022.Nathalia Angarita (Bloomberg)
Camilo Sánchez

El Banco de la República ha recortado en 25 puntos básicos los tipos de interés para fijarlos en 12,75%. Se trata de la segunda reducción en línea al precio del dinero en Colombia. También es un aviso de que la desescalada será, por lo pronto, lenta y estará sujeta a las vicisitudes climáticas y su impacto sobre la aún alta inflación (9,28%). Para ciertos analistas, la decisión, anunciada en una rueda de prensa el miércoles en la tarde, comporta elementos políticos y de manejo de las expectativas económicas de cara a un año en que la incertidumbre aún sigue flotando en el ambiente en altas dosis.

¿Cuál es el efecto real del recorte de esos 25 puntos sobre la vida diaria de los colombianos? Es la pregunta que muchos se hacen en la calle. El Banco de la República publicó en abril de 2021 un estudio en el que detalla el tiempo que transcurre entre las decisiones de política monetaria del emisor y el efecto en distintos tipos de servicios financieros. Los resultados varían según la modalidad del crédito y el texto mide la “sensibilidad” de cada producto. En general, para que operen los cambios toma entre seis meses y un año. La teoría indica que el recorte de los tipos es un mensaje de alerta para que los bancos abaraten, o encarezcan, los préstamos como estímulo o freno para la economía según el contexto.

Oskar Nupia, académico y economista de la Universidad de los Andes, completa el retrato: “La tasa de interés sirve como referencia para los préstamos que hace el Banco de la República a los bancos comerciales. Se volvió un ancla para las otras tasas en la economía. Si sube, a los bancos les cuesta más el dinero, y ellos a su vez le transmiten ese costo añadido a sus clientes con tipos altos”. De la misma forma recuerda que la reacción a estas decisiones no es inmediata: “Cuando el Banco sube los tipos, los bancos comerciales son más rápidos en seguir el patrón. Por el contrario, cuando bajan, como es el caso actual, los bancos se toman algo más de tiempo porque quedan muchos negocios transados con los intereses altos”.

En el proceso, explica el académico de la Universidad de Stanford Javier Mejía, los ajustes impactan más rápido al ciudadano que ahorra que al que debe: “Las tasas de captación suelen cambiar más rápido. La semana entrante, literalmente, los TES van a estar más bajos. El reflejo de estas decisiones se suele demorar un poco más en el caso de los créditos o de colocación”. El director del Banco de la República, Leonardo Villar, explicó por ejemplo que las tasas de los créditos de consumo alcanzaron su techo en enero de 2023 y desde entonces han venido en descenso.

Estos préstamos, que se usan para cubrir desde el pago de unas vacaciones hasta la compra de un carro, pasaron de un promedio de 30,8% hasta el 26% actual: “Las tarjetas de crédito estuvieron en 40% y hoy están en 35%”, recordó Villar, quien también reconoció que aún son muy altas. De la misma forma, expuso que las tasas de interés para créditos comerciales llegaron en febrero del año pasado al 20,4% y hoy se han moderado a un 17%.

A pesar de que repitió que se trata de niveles muy altos, Villar se mostró satisfecho con la armonía entre las políticas monetarias del emisor y la respuesta del sistema financiero. El mensaje del ministro de Hacienda, Ricardo Bonilla, quien acompañó al gerente del banco en la tarde del miércoles, es que el negocio de los bancos se centra en “prestar” dinero. Recordó que, por eso, en la medida en que se sigan recortando los tipos de interés, las entidades deberán otorgar más créditos y garantizar el crecimiento económico: “Si los bancos no prestan, o prestan muy caro, están creando dificultades”, apuntó el jefe de la cartera.

Del comportamiento de la inflación a lo largo del año dependerán los siguientes movimientos del Banco de la República. Por eso Andrés Zambrano, economista senior en el Banco Mundial, recuerda que las expectativas de alcanzar una tasa inflacionaria del 3% para 2025 aún son modestas: “La tasa de interés real, que hoy está en 7,39%, es muy parecida a la de Brasil o México, pero nuestras expectativas de inflación siguen siendo muy altas y hay que atenuarlas”. Así mismo, señala que el proceso de aplacar las alzas en el costo de la vida en Colombia ha sido más largo y farragoso que en otros países de la región debido al estallido social de mayo de 2021 y a la tardanza en recortar el déficit fiscal.

“Las protestas hicieron frenar la producción de alimentos con consecuencias que duraron un par de años”, resume Zambrano, “el Gobierno, además, estaba haciendo un gasto enorme para recuperarnos de la pandemia. Mientras otros países empezaron a hacer el ajuste fiscal en 2021, en Colombia comenzamos hacia finales de 2022. Hoy seguimos con una inflación más alta que nuestros pares y estamos en la media de crecimiento”. Ahora el Banco de la República gradúa sus decisiones monetarias con el dilema entre reanimar la economía, con el sector de la construcción como símbolo de la deriva, o seguir concentrando sus esfuerzos en el fantasma persistente de la inflación, que solo cede a cuentagotas.

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Sobre la firma

Camilo Sánchez
Es periodista especializado en economía en la oficina de EL PAÍS en Bogotá.

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