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El ala dura de la economía colombiana reclama un cambio de rumbo

Sectores financieros, empresariales y cuatro exministros avivan el debate a raíz del cuestionado manejo de Hacienda y los modestos resultados en inversión o confianza

Camilo Sánchez
Alberto Carrasquilla
Alberto Carrasquilla, durante la asamblea anual de la Asociación Nacional de Instituciones Financieras.ANIF

“Estamos gobernados por la ideología”, aseveró el exministro de Hacienda (2012-2018) conservador Mauricio Cárdenas con total convencimiento. Sus palabras buscaban enmarcar el naufragio de la economía colombiana. Y de paso hizo un llamado a volver al “pragmatismo”. Es decir, la vía transitada por los Gobiernos en las últimas tres o cuatro décadas. Su tono sirve para resumir el ambiente durante la asamblea anual de la Asociación Nacional de Instituciones Financieras (ANIF), celebrada la mañana del viernes en el tradicional hotel Tequendama de Bogotá.

“Estos no son tiempos normales”, continuó Alberto Carrasquilla, otro exministro (2018-2021) no menos conservador que Cárdenas. Su discurso aludía a la situación internacional, la geopolítica y la económica: “lo dice el Fondo Monetario, este año ni siquiera vamos a llegar a los promedios de crecimiento que tuvimos desde los años 80″. Carrasquilla abrió el angular para explicar lo que sucede en Colombia y habló de los sensibles impactos del estancamiento chino sobre el comercio internacional y en especial sobre las tasas de exportación del país que ya encadenan varios meses en picada.

A su juicio, el lío más acuciante es el desplome de la inversión privada, que tuvo una contracción del 11% en el tercer trimestre de este año. Para ninguno de los participantes resultó difícil hallar una u otra fórmula como remedio a una situación que ya se puede catalogar de crisis. La mayoría de ellas giraban en torno al concepto de “confianza”. El exministro (2010-2012) Juan Carlos Echeverry lamentó, por ejemplo, la falta de “gobernabilidad política, fiscal y jurídica”. Y añadió: “El presidente tiene que parar esta fecundidad de anuncios y recuperar la confianza de su equipo, en sí mismo, del Congreso, de las Cortes, de los inversionistas, de los mercados, de los empresarios”.

Llegados a este punto habría que recuperar las palabras del expresidente (2018-2022) Iván Duque, que minutos antes había participado en la misma sala en otro conversatorio donde trató de explicar, entre otros asuntos, por qué durante su Gobierno no acabó con los subsidios a la gasolina que hoy han desbordado el hueco fiscal: “(…) porque ciertamente en Colombia a veces tenemos exministros de Hacienda que son expertos en recomendar lo que no hicieron”. Sobre este punto dio algunos rodeos. Pero en otros coincidió con los demás participantes de una jornada donde el único allegado a las posturas del Ejecutivo fue el Superintendente financiero designado por Petro, César Ferrari.

Desde el saliente y homenajeado presidente de ANIF, Mauricio Santamaría, todos los conferenciantes o panelistas convocados forman parte de un establecimiento que ha moldeado una economía estable, pero de modesto crecimiento, con un manejo bastante conservador y mesurado, y múltiples falencias e inequidades que estallaron en las movilizaciones de 2019 y 2021. Por eso la llegada de un Gobierno de izquierdas ha supuesto una ruptura, al menos discursiva, con el modelo tradicional. Aquello que Mauricio Cárdenas, precisamente, caracterizaba entre la ineficaz “ideología” actual y el viejo “pragmatismo” que, a pesar de los pesares, avanzó con múltiples bondades.

Por eso los desacuerdos entre los participantes fueron apenas perceptibles. Casi todos trajeron a colación alguna anécdota de cuando fueron jefes de unos y de otros en uno u otro cargo. O cuando se traspasaron en otros tiempos la cartera de Hacienda entre ellos mismos, con las singularidades de aquellos procesos de empalme. Y así transcurría la mañana del viernes en el hotel Tequendama entre críticas, la mayoría ya ventiladas de sobra en la prensa, hasta que llegó el turno del exministro (1998-2000) de filiación conservadora Juan Camilo Restrepo.

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Visto lo visto, es probable que su introducción le haya cortado el bostezo a más de un asistente: “Quiero comenzar con una observación de aplauso al Gobierno de Gustavo Petro en lo que, a mi modo de ver, es el mejor de sus logros económicos hasta el momento”. Se refería a la política de ajuste de precios a los combustibles. Un verdadero quebradero de cabeza para las finanzas de un Estado cuyo déficit fiscal, manejado con cierta holgura durante décadas, hoy es materia de urgencia.

No obstante, acto seguido, Restrepo recordó que se trata de un Gobierno con un carácter “típicamente populista” y que aún le falta el “tramo más difícil del ajuste”: el del diésel. “No hay que ser un profeta para pronosticar que vamos a tener un primer trimestre caliente en materia de paros camioneros”, añadió en referencia a las ya anunciadas subidas a dicho combustible. Minutos después pasó a desgranar lo que etiquetó como el “ADN del discurso económico del Gobierno”.

Se quejó de falta de estructuración en “el aparataje fiscal y presupuestal” antes de poner en marcha subsidios como el de los taxistas o el del seguro obligatorio de automóviles (SOAT). Y de allí saltó a la ausencia de “planes de gasto contracíclicos” para enderezar el rumbo de una economía que en el tercer trimestre decreció un 0,3% anual: “No hay un solo proyecto nuevo de concesiones viales durante este Gobierno. Ni uno de aeropuertos, ni de carreteras, ni de puertos ni de viaductos”, remató Restrepo.

De esta forma no resulta extraño que el presidente, Gustavo Petro, se haya disculpado para no asistir a la cita que lo anunciaba como encargado de la clausura fijada para las 13,15 horas (aunque con un pequeño aviso de ‘por confirmar’ entre paréntesis). El que sí estuvo presente y se encargó de dar el primer discurso fue el gerente del Banco de la República, Leopoldo Villar. Su intervención era bastante esperada. Primero, para conocer su examen sobre el mal desempeño del crecimiento. Y segundo para averiguar cuál sería la reacción del banco central en su política monetaria.

Entre septiembre de 2021 y abril de 2023 el banco, que este año llegó a su centenario, subió las tasas de interés 11,5%, desde un 1,75% hasta el 13,25%. El ajuste de política monetaria más drástico en un siglo. Villar, en su papel técnico y diplomático a la cabeza de un ente independiente, dejó entrever que las tasas se mantendrán inalteradas hasta el próximo año: “Hay que decir, en cualquier caso, que la inflación se encuentra aún en niveles inaceptablemente altos. Muy alejados de la meta del 3% que ha establecido el banco”.

De sus palabras se puede deducir que la decisión de sacrificar el crecimiento para lograr bajar la inflación está hasta ahora en sus inicios: “El Banco, en muchas coyunturas, debe tomar decisiones dolorosas que generan costos importantes para la sociedad a corto plazo para mantener la estabilidad de mediano y de largo plazo”, señaló, y agregó que la Constitución de 1991 le otorgó al banco autonomía para “actuar con una perspectiva del tiempo más amplia que la del Gobierno de turno”.

Unas palabras más ajustadas a la interpretación fría de las cifras y alejada de los dos conceptos más repetidos durante toda la mañana: “confianza” e “ideología”. El también exministro (pero de Protección Social) Mauricio Santamaría, que le traspasa la presidencia de ANIF a José Ignacio López, de 44 años, moderó los dos debates que se celebraron. Y entre pregunta y pregunta dejó pistas y opiniones sobre los temas que más lo inquietan ahora que deja su cargo.

“El presidente de la República dijo ayer (jueves) que deberíamos repensar el tema de la regla fiscal”, sostuvo. Otro asunto vidrioso que ha causado todo tipo de críticas en una coyuntura de desaceleración: “Y más sorpresivo me pareció que al ministro de Hacienda le parece bien discutir el tema cuando la existencia de ese mecanismo ha sido muy importante para mostrarle a los mercados y a los inversionistas que hay un camino fiscal sostenible a largo plazo”.

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Camilo Sánchez
Es periodista especializado en economía en la oficina de EL PAÍS en Bogotá.
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