El equipo de mujeres que registra todos los feminicidios de Colombia
El Observatorio se creó para realizar un seguimiento de la violencia machista en el centro de Medellín. Ahora, hasta la Procuraduría de la Nación cita sus datos
Carol Rojas y Estefanía Rivera Guzmán se dedican a contar muertes. Muertes de mujeres asesinadas por hombres, específicamente. Son dos de las cuatro mujeres detrás del Observatorio Colombiano de Feminicidios, un sistema de información que, a partir de la prensa local, regional y nacional, rastrea casos de violencia machista en el país. El año pasado registró 511 feminicidios, más de uno por día. “Psicológicamente la cosa no es fácil”, confiesa Rojas mientras se relaja en la terraza del Café Ruda en el centro de Medellín, que abrió con la asociación feminista que financia el Observatorio ―la Red Feminista Antimilitarista―. “Este trabajo no me funciona todos los días, me entra mucha ansiedad”, cuenta. Enfrenta esa ansiedad con un objetivo claro en mente: “Que la violencia frene”.
Al sentarse a hablar con ellas no se nota que sus vidas giren en torno a la tragedia. Son risueñas, locuaces. Rivera, la coordinadora del Observatorio, tiene 37 años. Es baja, de pelo crespo y oriunda de la vereda La Estrella, un corregimiento del municipio de Yarumal, ubicado a unas tres horas al norte de la capital antioqueña. Lo describe como un lugar con un pasado violento “que genera puras estrellitas”, y estalla en carcajadas.
A su lado izquierdo está Rojas, su jefa. La directora de la Red Feminista Antimilitarista es mucho más alta, tiene 35 años y viste completamente de negro, hasta las gafas de sol. Creció en el Doce de Octubre, un barrio muy en lo alto de los cerros de Medellín que un taxista de la ciudad califica de “feíto”. Juntas han armado un proyecto importante.
Publican boletines mensuales de setenta páginas que llaman “análisis feminista” de la violencia en Colombia. Participan de las mesas sobre la violencia de género que hacen los gobiernos de Medellin y Antioquia. Organizan charlas, talleres, movilizaciones y círculos de protección y de atención a víctimas en Medellín, la capital de uno de los departamentos más conservadores del país. “En este territorio tan de derechas, resistimos”, declara Rivera.
Todo ese trabajo se resume en su Reporte Dinámico de Feminicidios, un informe visual e interactivo que está disponible en su página web. Con un vistazo rápido y unos pocos clics, esta herramienta pinta una mirada bastante completa de los feminicidios en Colombia. Ofrece información de 18 categorías distintas sobre los asesinatos: de feminicidios por departamento ―el mayor número en 2023 ocurrieron en Antioquia―, al rango de edad de la víctima ―la inmensa mayoría tienen entre 20 y 39 años―, la relación con el feminicida, el empleo de la mujer asesinada, el arma utilizada y hasta el método de eliminación del cuerpo.
De local a nacional
El Observatorio nació en el 2012 cuando se dieron cuenta de que “estaban matando a muchas mujeres en el centro de Medellín”. Empezaron a recoger datos sobre los feminicidios que ocurrían en la comuna 10, la histórica Candelaria. Entonces, apenas eran dos integrantes de la Red Feminista Antimilitarista manejando “un excel rudimental”. Pero el proyecto fue creciendo.
Pasaron a registrar información sobre la ciudad entera, luego sobre el Valle de Aburrá, región que rodea con Medellín e incluye nueve municipios más. Finalmente, en 2017 se convirtió en un observatorio nacional. Ahora, el proyecto tiene tanto prestigio que cuando este diario le pidió las cifras de los feminicidios de 2023 a la Procuraduría General de la Nación para esta historia, contestó con datos del Observatorio.
Rivera y Rojas son quizás las personas que más saben de feminicidios en Colombia. Pasan horas y horas revisando la prensa, leyendo sobre los asesinatos. Es un trabajo exhausto, difícil. Ambas dicen que van regularmente a terapia: “Nos toca cuidar nuestra salud mental”. A veces tienen que tomarse dos o tres días de descanso porque la violencia las sobrepasa. En ocasiones, están tan metidas en los casos que incluso logran identificar patrones que ni siquiera la Fiscalía tiene en cuenta.
Rivera narra que en 2019 pasó exactamente eso. Era la encargada de documentar los feminicidios en el Valle de Aburrá cuando se dio cuenta de varios casos muy parecidos. En un lapso de 160 días, cinco mujeres habían sido asesinadas en el municipio de Bello, en el conurbano de Medellín, cerca de las estaciones Madera y Bello del Metro. Todas eran madres que habían salido de casa camino al trabajo en horas de la madrugada. Todas habían sido asesinadas con arma cortopunzante y encontradas semidesnudas en espacios boscosos. Tenía que ser un feminicida en serie, pensó.
Sonó la alarma y, junto a sus compañeras, escribieron un informe especial para alertar a la población de la región. Asesinos Seriales. El Caso de Bello-Antioquia se publicó en septiembre de 2019. Dos años y medio más tarde, en marzo de 2023, la Fiscalía de Medellín señaló a Carlos Andrés Rivera Ruiz por la muerte de tres mujeres entre 2019 y 2020, dos de ellas halladas sin vida en el lecho del río Medellín.
El ente investigador ofreció 200 millones de pesos (unos 50.000 dólares) “por información que permita ubicar al feminicida”, pero hasta el momento sigue prófugo. Una de las mujeres a la que supuestamente asesinó, Ruth Estella Álvares, aparece en ese informe especial del Observatorio. Rivera y Rojas están seguras de que él es el feminicida en serie sobre el que estaban alertando.
Un problema perpetuo
Pese a todo el trabajo del Observatorio, no está del todo claro cuántos feminicidios ocurren en Colombia. Nunca lo ha estado. El Gobierno no tiene un sistema de información oficial sobre el tema. Durante años, la Fiscalía, el Observatorio y varias organizaciones más han ofrecido cifras diferentes. Históricamente, las de la Fiscalía han sido mucho más bajas que las del Observatorio, a veces hasta casi la mitad.
Rivera y Rojas atribuyen esto al hecho de que ellas tienen una definición más amplia del término feminicidio. Hablan del “asesinato de una mujer que tiene un mensaje de poder”, mientras que la Fiscalía se refiere de una forma más técnica y jurídica a “la muerte de una mujer por su condición de ser mujer o por motivos de su identidad de género”. Aún así, el año pasado la Fiscalía y el Observatorio ofrecieron por primera vez cifras casi iguales: ambos reportaron más de 500.
Bajo un calor poco usual en Medellín, la ciudad de la eterna primavera, las dos mujeres definen su trabajo como activismo de datos. Trabajan por la paz, dicen, por “una Colombia donde las mujeres tengan diferentes condiciones de vida”. Con su cerveza ya casi acabada, Rivera admite que quedan muchos retos en el camino.
Por ahora, ambas esperan que sus datos y las movilizaciones que hacen puedan generar cambios y “hacer visible lo invisible”. No saben exactamente cuál es la solución a la alta tasa de feminicidios en Colombia. Es un problema polifacético, arraigado en años de machismo, pobreza, y una cultura de crimen y de violencia. Pero de algo sí están más que seguras: “No se resuelve simplemente metiendo a los feminicidas a la cárcel”.
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