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La inflación de 2023 cae al 9,28% y permite un ligero respiro a la economía colombiana

La variación mensual para diciembre fue del 0,45%, la menor subida de precios desde mayo de 2022

Inflación en Colombia
Una mujer hace sus compras en una tienda en Cúcuta, en una fotografía de archivo.Schneyder Mendoza (Bloomberg)
Camilo Sánchez

El nuevo descenso de la inflación en Colombia, dado a conocer en la tarde del martes por el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), ha registrado un 9,28% para 2023. La noticia concede un impulso positivo a la economía para afrontar enero con un indicador en la subida de precios inédito desde mayo de 2022. También rompe con el umbral de dos dígitos. Y la variación mensual, por su parte, ha sido del 0,45%. Los resultados, presentados por la directora técnica de la dirección de metodología de la agencia estadística, Andrea Ramírez, empiezan a tener variaciones similares a las de 2019 o el primer semestre de 2020, previos a la pandemia.

La curva inflacionaria en descenso permite un leve respiro a una economía en estado de alerta ante la posibilidad latente de encadenar dos trimestres de crecimiento en rojo. Un escenario hipotético que dibujaría un estado de recesión técnica. La tendencia de un IPC (Índice de Precios al Consumidor) a la baja permite aventurar por sí sola que la política monetaria del Banco de la República ha surtido el efecto buscado de enfriar la economía y el emisor seguirá con la reducción de las tasas de interés (13%). Los precios de los alimentos y bebidas no alcohólicas, que en el primer trimestre de 2023 ejercieron cierta presión, ya arrojan una variación notable del 5% anual y hoy no es el rubro fantasma que tanto preocupaba a los analistas.

Otros indicadores, por el contrario, señalan que la batalla va por buen camino, pero no es momento de dar un parte de victoria. Los arriendos, por ejemplo, aportan 1,66 puntos dentro del 9,28 total de inflación. Andrea Ramírez recordó que este rubro ha visto a lo largo del año un aumento constante cercano al 10%: “Incluso en diciembre, que suele ser un mes con aumentos bajos, de 0,3 en 2020, de 0,1 en 2021 y 0,7 en 2022, alcanza un aumento de 0,11 en este diciembre de 2023 que nos llevan a tener un aporte realmente alto”.

Tras un año agitado para las empresas energéticas del país, y con los peores vaticinios sobre la llegada de una ardua sequía con el fenómeno climático de El Niño, la electricidad también sigue poniendo su cuota desde octubre con una variación anual del 20,74%. Ciudades de la costa norte del país como Barranquilla, Santa Marta y Riohacha han aportado valores superiores a los 30 puntos porcentuales dentro de este rubro. Se trata de ciudades calurosas, donde el suministro de energía ha tenido múltiples problemas históricos debido a la piratería, las altísimas facturas o la falta de modernización de las redes.

El incremento constante en el precio de los combustibles, por su parte, han provocado una variación anual del 44,80%. Octubre y diciembre fueron los únicos meses en que el Gobierno no empujó el precio del galón de gasolina corriente. Todo lo anterior se ha traducido en que “este ítem de combustible para vehículos nos aporte 1,14 puntos al 9,28 total para el IPC de 2023″, explicó Ramírez. El Ejecutivo ya ha anunciado que no habrá más aumentos. Y a la espera de que se decida si finalmente subirá el precio del diésel, más contaminante y de uso extendido entre el gremio transportista, habrá que esperar al próximo reporte del DANE para hacerle seguimiento.

El exministro de Hacienda del actual Gobierno José Antonio Ocampo calificó como “muy bueno” el resultado y subrayó especialmente la reducción de la inflación de alimentos y, por lo tanto, su impacto sobre los hogares de ingresos más bajos. Andrea Ramírez explica:“La tendencia se rompe porque la subida de la gasolina y el transporte afecta mucho más a las familias de estratos altos que a las familias pobres. Para diciembre vemos una tendencia del IPC de 0,46 para la clase media mientras que los hogares vulnerables tienen una tasa de 0,41″.

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La inflación subyacente anual, un indicador que interesa mucho a los economistas porque excluye la energía y los alimentos, los dos elementos más volátiles, avanzó del 9,23% en 2022 al 8,81% en 2023. Son noticias aceptables y en línea con el juego de pesos y contrapesos de los dos rubros. Si se restan solamente los alimentos en su lectura anual o mensual, queda claro que el enfriamiento en el precio de los alimentos le está quitando peso, efectivamente, a la tasa de inflación del país.

El analista Felipe Campos resume la situación en su cuenta de X: la inflación sigue cayendo desde su pico en marzo a la misma velocidad con que subió. A su juicio, más que los fenómenos climáticos, el aumento del 12% al salario mínimo o al precio del diésel, la caída del 20% en la cotización del dólar es el factor seminal. Y, finalmente, se aventura a vaticinar que, si la tendencia continúa su senda, el país podría cerrar el año con una inflación del 4%.

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Sobre la firma

Camilo Sánchez
Es periodista especializado en economía en la oficina de EL PAÍS en Bogotá.

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