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El fenómeno de ‘El Niño’ amenaza los precios de la electricidad

La ministra Irene Vélez confirma que las sequías llevarán al uso de energía térmica, más costosa en su producción

Lucas Reynoso
Central Hidroituango, en Ituango, Antioquia, el 8 de junio de 2019.
Central Hidroituango, en Ituango, Antioquia, el 8 de junio de 2019.Anadolu Agency (Getty Images)

El fenómeno de El Niño genera preocupación en el Ministerio de Minas y Energía de Colombia. La jefa de la cartera, Irene Vélez, ha comentado este viernes en declaraciones a medios que los precios de la energía subirán en los próximos meses porque las sequías llevarán a que se utilicen tecnologías más costosas de producción. “Tenemos en Colombia una matriz donde el 70% es energía hidráulica y el 30% es térmica. Pero cuando comienza a escasear el agua se genera un estrés que nos lleva a consumir más termoeléctrica”, ha explicado desde Alemania, donde acompaña al presidente Gustavo Petro en una gira. Algunos de los principales departamentos afectados por la subida de precios serán Putumayo, Huila y Cauca, en el suroccidente del país.

La Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA, por sus siglas en inglés) confirmó en mayo el comienzo de El Niño, que produce el calentamiento del Océano Pacífico y mayores riesgos de sequías. Los pronósticos prevén que la situación se agrave gradualmente en los próximos meses, hasta llegar a su punto máximo entre finales de este año y comienzos del próximo. La entidad calcula en su más reciente informe que hay un 56% de probabilidad de que El Niño llegue a una intensidad fuerte y un 84% de que exceda la clasificación moderada.

La escasez de agua lleva a que haya menos caudal en los ríos y en las represas para mover las turbinas de las centrales hidroeléctricas, y así fuerza a que se utilicen fuentes alternativas de energía. La producción eólica o solar aún es residual, lo que deja como única opción viable la generación térmica, de la que hay plantas en Colombia listas para funcionar en casos como este. El problema es que los precios de sus insumos, como el carbón, son más elevados, afectados en el último año por la guerra en Ucrania. Así lo ha recordado la ministra: “Cuando la temoeléctrica participa de mayor manera en el mercado, impacta en la configuración del precio. Y ese precio depende del tipo de energético que utiliza para la generación, que puede ser carbón, líquido o gas”.

La oscilación en el costo de generar energía afecta la cotización en la bolsa energética, en la que las empresas productoras venden su producción a las distribuidoras en contratos a corto plazo. Allí, los precios se definen diariamente por la oferta y la demanda, y cuando sube el valor los comercializadores elevan a su vez el precio a los usuarios.

La mayoría de la electricidad del país se negocia en contratos de largo plazo y con precios fijados de antemano que le dan estabilidad a todo el sector. Pero las distribuidoras con menos solidez económica se ven forzadas a recurrir al mercado más volátil de la bolsa. Por eso habrá departamentos más afectados por El Niño: Putumayo, por ejemplo, tiene un 80% de dependencia a la cotización en bolsa.

El aumento, además de impulsar la inflación y afectar a las familias y a las empresas, impacta en las cuentas del Gobierno, que busca garantizar el pago para los subsidios de energía a los estratos 1, 2 y 3 en lo que resta del año. Para eso, el Ministerio calcula que necesita dos billones de pesos (alrededor de 480 millones de dólares) en la adición presupuestal de 16,9 billones que debate el Congreso en estos días. El problema es que no todo ese dinero está disponible tras el recorte de ocho billones que el proyecto sufrió en las últimas semanas. El calculo inicial, en febrero, era de 23 billones de pesos que no estaban previstos en el presupuesto de 2023, pero la recaudación adicional por la reforma tributaria fue menor a la proyectada. Vélez ha informado que solo 1,2 billones están previstos ahora para subsidios de energía y que los 800 millones restantes se esperan para el año próximo.

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Colombia enfrenta desde hace décadas el impacto de El Niño y de los cambios abruptos que produce en los precios de energía. Entre 1992 y 1993, el país vivió once meses de racionamientos de energía tan agudos que llevaron al cambio temporal de la hora para aprovechar más la luz solar, por una reducción del 50% en los niveles hídricos. Desde entonces, Colombia construyó un sistema que incluye más participación del sector privado, plantas térmicas que solo se encienden cuando es necesario y grandes inversiones en electrificación rural.

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Sobre la firma

Lucas Reynoso
Es periodista de EL PAÍS en la redacción de Bogotá.

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