Irene Vélez: “Queremos que Colombia lidere la integración eléctrica latinoamericana”
La ministra de Minas y Energía insiste en que dará todas las garantías para que se ejecuten los contratos vigentes de exploración y explotación de gas y petróleo
La ministra de Minas y Energía de Colombia, Irene Vélez, se ha propuesto cumplir tres grandes objetivos antes de terminar los cien primeros días de gobierno: presentar un borrador del nuevo código minero, hacer una hoja de ruta para la transición energética y sellar un pacto para reducir las tarifas de electricidad. El último ya lo logró y en los otros dos hay avances significativos. “Renegociamos 900 contratos de energía con más de 80 empresas y redujimos entre un 4% y un 8% el precio de la energía”, dice Vélez, filósofa, magíster en estudios culturales y doctora en geografía política, desde su despacho en el centro de Bogotá durante una entrevista con El PAÍS.
Pese a estos resultados, la gestión de Vélez (Bogotá, 40 años) ha estado en el centro de la polémica desde que el presidente Gustavo Petro anunció su nombramiento. Empresarios petroleros y mineros han cuestionado su formación en ciencias sociales y su falta de experiencia en los temas neurálgicos de la cartera. Una parte de la sociedad la acusó de ingenuidad e improvisación cuando dijo que era necesario exigir a los países desarrollados que comenzaran a decrecer en los modelos económicos. Las críticas le llovieron de nuevo cuando recibió en tenis a la ministra de Turismo de España. “Ha sido difícil pasar de ser profesora de universidad a estar en boca de todo el mundo. Creo que he sufrido un poco de bullying”, dice la ministra. Y añade: “Hubiera preferido que el tema de los tenis y de mi apariencia física fuera menos relevante, sobre todo cuando estamos proponiendo cambios tan cruciales para el país”.
La última polémica de Vélez ocurrió la semana pasada, cuando los senadores de la oposición, liderados por Paloma Valencia, le pidieron la renuncia por supuestamente haber suspendido la exploración y explotación de petróleo y gas. Vélez, sin embargo, insiste en que desde que llegó al gobierno ha aumentado la producción de petróleo y gas y en que “dará todas las garantías para los contratos vigentes de exploración y explotación”.
Pregunta. ¿Se arrepiente de haber dicho que los países desarrollados tenían que decrecer en un foro de minería?
Respuesta. Yo creo que pude haber contextualizado mejor mi convicción del decrecimiento. Sé que es un concepto nuevo para el sector minero tradicional. Tal vez debí haber hecho un poco más de pedagogía. Pero frente al decrecimiento en sí, no me arrepiento, no es posible arrepentirse cuando somos conscientes de la crisis climática y ambiental global. El decrecimiento nos ayuda a reconocer la desigualdad en el modelo económico que desconoce que los recursos son finitos. Hablar del decrecimiento es hablar de cómo los países del norte global se han hecho ricos a expensas del empobrecimiento y el daño ambiental en el sur global.
P. Las personas que la criticaron creyeron que usted estaba diciendo que la economía colombiana tenía que decrecer...
R. Sí, ese fue el origen de la malinterpretación. Yo lo dije claramente: son las economías del norte global, los países desarrollados, los que deben decrecer para darle el espacio a economías como la nuestra para crecer. Un país como Colombia, con tantas inequidades, lo que necesita es crecer económicamente. Pero la idea es crecer con una economía descarbonizada y circular, crecer respetando el medio ambiente y los derechos humanos.
P. ¿Cómo?
R. Queremos crecer en economías sostenibles y productivas, economías para la vida. Uno también podría crecer a partir de la intensificación del sistema exportador de materias primas, pero las cuentas de ese crecimiento le salen muy mal al socio-ecosistema más vulnerable.
P. Algunas declaraciones suyas sobre los contratos de exploración de petróleo y gas han chocado con las del Ministerio de Hacienda, ¿llegaron a un acuerdo?
R. Realmente no tenemos una contradicción. Como gobierno hemos dicho que necesitamos estudiar cómo vamos a hacer la transición energética, que también implica una transición de la balanza exportadora. En eso, que es lo más importante, estamos en sincronía. Sabemos que la transición energética debe ser gradual y responsable con la economía nacional. Por eso necesitamos asegurar que en la misma intensidad en la que vamos descarbonizando nuestra economía, vamos fortaleciendo otros sectores productivos, como el turismo, para cambiar la balanza sin que haya crisis. Hay que actuar ya, pero debemos hacerlo de forma responsable. En este punto estamos articulados con el Ministerio de Hacienda.
P. Pero, en concreto, ¿qué pasará con los contratos de exploración y explotación de petróleo y gas?
R. En este momento tenemos 330 contratos distintos para gas y petróleo. Dentro de esos, hay 117 que están en fase de exploración. La idea es que en la medida en que esos yacimientos tengan buenos prospectos, se puedan explotar. Estamos acá para darles todas las garantías para que logren su viabilidad técnica y económica. Esta semana hablamos con la empresa Shell sobre el proyecto de gas Gorgon-2, que aún no está contabilizado en las reservas, pero que tiene recursos que podrían ser muy interesantes en la transición energética, entendiendo que el gas es muy importante en ese proceso. Para nosotros es importante entender qué es lo que hay en esos 117 contratos que están en exploración, saber cuáles son las oportunidades reales, identificar qué tecnologías se necesitan y establecer las necesidades de inversión. Además, hay un número significativo de contratos que están suspendidos y queremos ayudar a ponerlos de nuevo en marcha.
P. La acción de Ecopetrol ha estado bajando dramáticamente en los últimos meses, ¿cuál es el plan para recuperar la principal empresa de Colombia?
R. Con Ecopetrol hemos mantenido muy buenos diálogos. Estamos convencidos de que no solo ha sido la principal empresa del país, sino que puede seguir siéndolo en la transición energética. El mundo estaba cambiando de forma muy acelerada, pero la guerra entre Ucrania y Rusia hizo que esas transformaciones se detuvieran. Creemos que una vez termine la guerra, el cambio energético va a continuar y las empresas, incluso las petroleras, no han olvidado ese horizonte. Para nosotros, Ecopetrol puede ser pionera en la transición energética justa. Ya están haciendo investigaciones sobre hidrógeno y movilidad sostenible, ya tienen granjas solares, ya han hecho procesos de agua neutra en algunos de sus pozos. Esto nos llena de esperanza. Ecopetrol tiene muchas oportunidades de crecer y no de decrecer durante la transición energética. Estamos seguros de que ellos se van a meter en más proyectos de energías renovables.
P. Más allá de Ecopetrol, ¿qué se está haciendo para incentivar las energías renovables en Colombia?
R. En este momento queremos potenciar el concepto de comunidades energéticas. Es decir, proyectos colectivos y no de soluciones individuales, que es lo que ha primado hasta ahora. Nuestra idea, por ejemplo, es que la comunidad de un barrio se pueda poner de acuerdo para instalar paneles solares en un colegio o un conjunto residencial. Queremos que esa asociación de ciudadanos cuide y se beneficie de la generación de energía. Reconocemos que ahora hay muchas dificultades para que esas iniciativas entren en operación: limitaciones económicas, dificultades técnicas y, sobre todo, barreras regulatorias y normativas. Por eso, una de nuestras prioridades es identificar y eliminar esas barreras normativas y permitir que iniciativas así sean posibles. Eso ya está pasando en muchos lugares del mundo y aquí ha estado retenido sin necesidad. Lo que queremos es que no solo sean empresas las que puedan generar energía renovable, sino las comunidades mismas organizadas.
p. ¿Cómo remplazar los empleos y los recursos que se perderán esa transición energética?
R. Es un desafío interesante. La transición energética necesita una fuerza de trabajo específica. Nos interesa que Colombia tenga una economía productiva enlazada a esa transición. Si vamos a tener explotación de cobre, por ejemplo, no queremos que sea solo para exportar a China, sino para que nosotros podamos producir algunas de las piezas para los paneles. Sabemos que no vamos a generar toda la celda solar, pero sí unas piezas. Así se empiezan a crear nuevas oportunidades de empleo. También necesitamos que haya mucha más formación académica en energías renovables. Queremos hacer la transición de los empleos y de la economía de manera planificada para que no pase lo que ya ha ocurrido con algunos cierres de minas: se termina la actividad y la gente se queda sin trabajo. Desde el inicio de una activada extractiva se debe planificar su cierre.
P. ¿Cómo combatir la contaminación que genera la minería informal e ilegal y cómo no recurrir a la fuerza pública para enfrentarla?
R. La contaminación de los ríos con mercurio asociada a la minería del oro es un tema muy preocupante. Ya se ha demostrado que la estrategia coercitiva, de perseguir a los mineros y criminalizar al portador de la sustancia, no funciona porque en los mercados ilegales la siguen usando. En muchos casos los pequeños mineros, tradicionales y ancestrales lo hacen por una necesidad económica, pero esto cambia en la medida que la escala de la extracción crece. Una cosa es el minero de subsistencia y otra una gran minería con dragas. Con la ministra de salud, Carolina Corcho, hemos hablado de la necesidad de evaluar cómo está la calidad del agua de las comunidades mineras. Este año vamos a hacer un primer diagnóstico. También vamos a hacer un nuevo ordenamiento en la compra del oro, creemos que si discriminamos y compramos de manera más favorable el oro que no tiene mercurio, eso regula el mercado sin necesidad de hacer una acción coercitiva. Ya estamos haciendo un ejercicio piloto en Caucasia para distinguir la gran minería de la pequeña.
P. Ha dicho que quiere reformar el código minero, ¿cómo hacerlo?
R. Ya estamos trabajando en el borrador del nuevo código de minas que presentaremos en el Congreso el próximo año. Lo más importante es establecer las reglas para que los pequeños mineros puedan tener acceso a derechos mineros. Este desorden en la minería tiene que ver con que el código de 2001 desconoció la minería de subsistencia y, al tiempo, les dio garantías inequitativas a las grandes empresas mineras. Ese desbalance generó que los pequeños mineros nunca lograran formalizarse ni acceder a títulos. En esa imposibilidad de entrar en la legalidad, proliferó la ilegalidad en la minería de oro y de otros minerales. Esto no ha permitido que cesen los conflictos mineros. Entonces, para nosotros una necesidad urgente es el nuevo código de minas.
P. El pacto para bajar las tarifas de luz eléctrica es un gran logro de su Ministerio, ¿ahora qué sigue?
R. En estos primeros 100 días, el objetivo era renegociar los contratos de la energía. Logramos hacerlo con más de 900 contratos, 80 empresas participaron. Así pudimos reducir entre un 4 y un 8% del precio de la energía en Colombia. Ahora siguen dos momentos claves: el primero es la revisión del régimen energético del Caribe. La situación en esa zona del país es crítica. El segundo, a más largo plazo, es crear un indicador específico para el sector eléctrico, que responda a particularidades de los diferentes tipos de energía generada. Un indicador en el que se diferencie el precio de las energías solar, eólica, termoeléctrica, porque hoy en día esas diferencias no se ven.
P. ¿Qué autor la inspira?, ¿qué países ve como referentes en la transición energética que propone?
R. Me gusta pensar más en lo que tenemos por hacer que en lo que otros han hecho. Creo que lo que estamos proponiendo en términos de transición energética y economía popular es algo novedoso. Hay experiencias concretas en países como Canadá y España, pero no son políticas de Estado. Creo que tenemos la oportunidad de hacer una historia propia. En ese sentido, me siento muy identificada con Frantz Fanon, el autor de Los condenados de la tierra. Tenemos la oportunidad de pensarnos el país desde el lugar de quienes han sido oprimidos y con ellos podemos construir una nueva política incluyente, que cierre brechas y que democratice. Para eso queremos que Colombia lidere la integración eléctrica latinoamericana. Es una apuesta que nos permitiría generar seguridad y soberanía en la región. Vamos a ir a la COP con esa agenda de diálogo con otros ministerios de América Latina y el caribe para pensarnos la integración energética. Eso sí que nos haría potencia mundial de la vida.
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