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La Bolsa de Colombia se hunde ante la amenaza de una rebaja en su calificación

El número de emisores, la falta de liquidez y su tamaño llevan a algunas agencias calificadoras de riesgo a advertir que la calificación del mercado colombiano podría pasar de “emergente” a “frontera”

La Bolsa de Valores de Colombia, en junio de 2022.
La Bolsa de Valores de Colombia, en junio de 2022.LUISA GONZALEZ (REUTERS)
Camilo Sánchez

La Bolsa de Valores de Colombia (BVC), un canal tan necesario como débil dentro del sistema financiero local, lleva una semana encadenando retrocesos y caídas en la mayoría de índices. Una situación que podría servir de revulsivo para sacudir del letargo al mercado o hallar soluciones para dinamizar los volúmenes de negociación. La mala racha de jornadas recientes tiene origen no solo en resultados locales y situaciones macro, también ha pesado un reporte del banco neoyorquino JP Morgan, en el que se concluye que el escenario económico en el país sudamericano es “poco atractivo” y de pronóstico “político incierto”.

El tamaño de las operaciones efectuadas durante la jornada del miércoles en la BVC, por ejemplo, alcanzó los 45.781 millones de pesos (unos 11 millones de dólares). Un signo de que, en contra del ritmo de hace 10 años, cuando las transacciones de un día corriente podían llegar a superar los 90.000 millones de pesos, quizás podría tratarse de un estado de depresión anticipada. El problema se ha agudizado con la noticia de que la firma estadounidense no descarta la posibilidad de “reclasificar a Colombia fuera de los mercados emergentes”.

Lo anterior se traduce en que el mercado de capitales del país podría pasar de ser considerado “emergente” a “frontera” por la firma MCSI, la líder mundial en índices de valores y quien maneja el MCSI Colcap, que valora en su conjunto las principales acciones de la bolsa colombiana. El informe de JP Morgan indica que la BVC se acerca a la clasificación más baja de MCSI por eso deja en entredicho su rango crediticio, un asunto que por lo demás trasnocha a más de uno por los riesgos que comporta para la denominada “confianza país”.

El documento del banco neoyorquino cita dos factores. Evidencia que la degradación “provocaría una salida de flujos” y una “menor visibilidad” del país en los circuitos. Pero a pesar de la innegable inquietud, muchos observadores del mercado también relativizan los dictados de una serie de instituciones que, en su labor de prevenir los riesgos crediticios, precisamente, fallaron de forma escandalosa y quedaron muy comprometidos durante la implosión financiera mundial de 2008 (la mayor desde el crac de 1929).

De cualquier forma, las acciones que más han caído durante los últimos trece meses son la del Banco Davivienda (-44,38%), seguidas de las de la Empresa de Telecomunicaciones de Bogotá (-40,97%), y de la Corporación Financiera Colombiana (-40,35%). Un bajonazo en cadena que no se veía desde marzo de 2020, cuando la peor crisis sanitaria en un siglo despuntaba en Colombia.

Entre las empresas más perjudicadas, de entre apenas 33 emisores listados en la BVC, la del Grupo Bolívar fue la que más se desvalorizó al llegar a los 51,400 pesos, un retroceso del 9,97% en un solo día. La siguió el gigante franco-colombiano de las grandes superficies Éxito, que retrocedió un 3,93% por acción.

La BVC cerró el miércoles con una caída del 0,43%, frente al martes. Y el retroceso del martes fue del 2,45%. Felipe Gómez, manager de portafolio de la londinense Ashmore en Colombia, afirma que la situación es delicada porque la BVC pierde cada vez más fuerza como instrumento viable para que las “compañías se financien en Colombia”.

Felipe Gómez recuerda que el sistema internacional cuenta con otras agencias calificadoras, y dentro de los parámetros y las metodologías de evaluación, Colombia conserva sin riesgos su rango crediticio. “En el FTSE, por ejemplo, estamos lejos de volvernos un mercado frontera”, señala Gómez. También toma distancia de los oráculos más pesimistas porque “cuando las acciones bajan lo más probable es que lleguen otros inversores a aprovechar las posibilidades”.

No en vano, el presidente de Asobolsa, Jaime Humberto López, recordó en declaraciones al diario La República que el 33% de las inversiones en acciones en Colombia provienen del exterior. En caso de una salida intempestiva de capitales, desde su punto de vista “se podría aplacar el mercado, no habría bursatilidad ni profundidad del mercado”. El ministro de Hacienda, Ricardo Bonilla, respondió con una contrapregunta cuando fue consultado sobre el tema: “¿Les sorprende?”. A su juicio el país es consciente desde hace medio siglo de que no cuenta con un mercado de capitales: “Solo 120 empresas han estado en la Bolsa. Y las de alta bursatilidad, no pasan de 10”.

“Lo único que están diciendo”, continuó Bonilla desde Cartagena de Indias, “es que Colombia tiene una debilidad estructural y que lo único que se tranza en el país son los papeles de renta fija”. Una lectura que María Soledad Mosquera, sector lead y directora de BCR Ratings–S&P en Colombia, prefiere matizar: “La reactivación y profundización del mercado de capitales colombiano cobra relevancia para todo el contexto de crecimiento de la economía”. En su opinión representa una fuente fundamental de diversificación y financiación para las empresas.

Más allá de las reverberaciones del informe sobre la economía general, Camilo Zea, CEO de la financiera Pronus, evidencia tres factores que cataloga como “tóxicos” para un improbable despegue del mercado accionario. A saber: falta de facilidades y espacios para emitir deuda; las reticencias que genera en ciertos sectores la participación “tan importante de algunos bancos como propietarios de la bolsa”; y, finalmente, algunas regulaciones de protección a los inversionistas que en su opinión le quita dinamismo al funcionamiento: “Una suma de condiciones que hacen muy poco atractivo el mercado para los clientes y emisores interesados en comprar emisiones”.

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Sobre la firma

Camilo Sánchez
Es periodista especializado en economía en la oficina de EL PAÍS en Bogotá.

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