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Francia Márquez logra abrir un nuevo camino para Colombia en África

La vicepresidenta lideró la misión de más alto nivel que ha tenido el país en África en casi tres décadas y firmó alianzas comerciales, políticas y culturales en Etiopía, Sudáfrica y Kenia

Francia Márquez participa en una rueda de prensa en Bogotá, Colombia
Francia Márquez participa en una rueda de prensa en Bogotá (Colombia).Carlos Ortega (EFE)
Camila Osorio

Los primeros diez meses de Gobierno no han sido fáciles para la vicepresidenta Francia Márquez: sigue esperando que despegue el Ministerio de la Igualdad, y cada dos o tres semanas responde en medios a comentarios racistas en su contra. Pero ahora una gira por África le ha dado un nuevo respiro a su liderazgo internacional. Sonriente, en la mañana de este miércoles la vicepresidenta reunió a los medios de comunicación para hacer un balance de su viaje de 9 días por Sudáfrica, Kenia y Etiopía, que hizo con una comitiva de 53 personas entre empresarios, artistas, académicos y funcionarios. Desde hace casi tres décadas Colombia no había enviado una misión de tan alto nivel a países africanos—e incluso cuando el expresidente Ernesto Samper viajó allí, en los años noventa, fue como presidente del Movimiento de los Países No Alineados, no porque África estuviera entre sus prioridades de política exterior. Ya sea por racismo, o ignorancia, o falta de recursos, Colombia no ha apostado a estrechar sus lazos con países de Africa como lo han hecho Estados Unidos o China. Esto, al menos, hasta que llegó Francia Márquez.

En la gira, explicó la vicepresidenta, Colombia firmó 17 instrumentos de cooperación: 8 en Sudáfrica, 7 en Kenia y 2 en Etiopía. Convenios para que, por ejemplo, en los próximos años más estudiantes universitarios puedan estudiar en los dos lados del Atlántico; para que los empresarios colombianos encuentren nuevos compradores en los mercados africanos; o para que los esfuerzos de paz de Sudáfrica refuercen los esfuerzos que hace Colombia. En los tres países, donde hay trámites burocráticos cuasi-imposibles para aprobar una visa o una licencia para exportación, se acordó trabajar para mejorar el proceso consular. En Colombia no hay embajadas de ningún país subsahariano. El viaje de Márquez abrió la puerta para que al menos Sudáfrica y Etiopía las abran.

“Esta no será la última visita que haremos”, dijo la vicepresidenta. “Seguramente en el ejercicio de los años que nos quedan de Gobierno visitaremos a otros países, en otras regiones del continente africano”. Nigeria, por ejemplo, quedó por fuera de la gira a pesar de ser uno de los países más poblados y ricos del continente. El objetivo último de este esfuerzo diplomático, dijo Márquez, es “la cooperación sur-sur: que América Latina, el Caribe y el continente africano empiecen a tejerse como pueblos hermanos”.

La sonrisa se fue aguando cuando los primeros periodistas le preguntaron —como lo ha hecho la oposición estos días— cuánto costó el viaje y por qué la organización no gubernamental Open Society financió parte de este. “Hoy ví que se hizo un derecho de petición preguntando cuánto costaba el combustible del avión que nos llevaba”, dijo, respirando profundo. “Esto no ha pasado en ningún otro Gobierno. Yo ya he hecho viajes a otros lugares —he viajado a Europa, he viajado a Estados Unidos— y por esos viajes no vi preguntar por el combustible que se gastaba el avión; solo pasó en este caso porque era al continente africano, y acá hay un sesgo racial que no se puede ocultar”. Sobre Open Society, Márquez aclaró que la organización ofreció pagar los gastos de los miembros de la sociedad civil y algunos funcionarios porque el Gobierno no podía pagar todos los pasajes y estadías. Esas cifras, explica, las tienen ellos.

Por otro lado, no es fácil cuantificar todos los logros del viaje diplomático, explicó la vicepresidenta. “Sé que ya muchos esperarán cuántos fueron los negocios que se firmaron, pero no funciona así, funciona en que primero se establecen diálogos, mecanismos de cooperación”, dijo. Pero eso no quiere decir, de acuerdo a tres expertos consultados por EL PAÍS, que no hay un potencial económico, cultural y diplomático que ya se hizo evidente en esta primera gira.

Desde el sector empresarial, hay un potencial mercado de 1.400 millones de personas, explica Camilo Montes, director ejecutivo de la Cámara de la Industria de Alimentos de la ANDI (Asociación Nacional de Empresarios de Colombia) y quien estuvo en la delegación. “Los colombianos ya están en 31 de los 54 países de África, y Colombia ya exporta unos 58 millones de dólares allá al año; eso sin tener relaciones diplomáticas o comerciales continuas”, explica. “Para poner esa cifra en perspectiva, a Europa exportamos unos 110 millones de dólares anuales, pero con relaciones diplomáticas muy profundas. ¿Podrían multiplicarse las exportaciones a África si mejoramos las relaciones? Muchísimo”.

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Para eso no solo es importante la eficiencia consular, sino contactar a los empresarios con oportunidades. Montes conoció a colombianos que ya arrancaron exitosamente sus negocios en África. La empresa de dulces Aldor, por ejemplo, en Sudáfrica es uno de los grandes productores nacionales de chupetas Pin Pop y Yogueta. La empresa cafetera Penagos vende maquinaria a los empresarios del café en Kenia. “Me encontré en Kenia a un colombiano, trader de café, que me decía que la llegada del Gobierno colombiano ya generó mucho interés en el Gobierno keniano”, cuenta Montes. Por ejemplo: se habló de la posibilidad de que los colombianos exporten su conocimiento sobre cómo, genéticamente, se puede fortalecer al grano de café keniano frente las plagas y las sequías que ha traído el cambio climático.

Además, Márquez logró que se firmaran varios memorandos de entendimiento entre cámaras de comercio de Colombia y de los tres países (uno fue con la cámara de comercio de la región KwaZulu Natal, en Sudáfrica, una de las regiones más poderosas comercialmente al sur del continente). Y la vicepresidente tuvo una reunión con la aerolínea Ethiopian Airlines para que aumenten el número de vuelos de carga entre la capital etíope, Addis Ababa, y Bogotá, y creen rutas de pasajeros. Ethiopian es la compañía aérea más grande el continente africano y una de las mejor conectadas del mundo, que no solo podría llevar a los colombianos a casi todos los países de África, sino que podría servir de un puente para viajar a otros polos económicos como los países árabes.

Pero los nuevos puentes que se cruzan también son culturales. Salym Fayad es un periodista colombiano y gestor cultural que vive en Sudáfrica y que desde hace 15 años intenta fortalecer las colaboraciones culturales entre artistas colombianos y africanos— es fundador y director del festival de cine MUICA, que trae películas africanas a Colombia y lleva películas colombianas a varios países de África. “Parte de la dificultad de hacer estos proyectos era el tema de las embajadas”, explica Fayad, porque sin embajadas en Bogotá conseguir una visa se vuelve una epopeya. Si se consigue una, luego está el reto de los costos: desde que se cerraron vuelos desde Buenos Aires o Sao Paulo a Sudáfrica, hace varios años, ningún país Sudamericano ha vuelto a tener viajes directos hacia Johannesburgo (se espera que Latam vuelva a abrir una línea aérea este año).

“Pero el mayor obstáculo, si soy sincero, ha sido el desconocimiento mutuo, de acá y de allá”, dice Fayad. “Por ejemplo, ni los artistas ni los públicos consideran a África para ir de gira, para mostrar sus películas o sus obras de arte, a pesar de que algunos de los festivales de música más internacionales, o los grandes coleccionistas de arte, están en África”, añade. En este viaje, algunos músicos de la delegación colombiana —como la cantante Nidia Góngora o miembros del grupo palenquero Kombilesa Mi— estuvieron conociendo y grabando en estudios de música sudafricanos. Entre los acuerdos culturales que logró Márquez en Sudáfrica fue que hubiera una nueva alianza entre dos grandes festivales de música: el Festival de Música del Pacífico Petronio Álvarez, y el Festival Mundial de la Música, las Artes y las Danzas (WOMAD).

“Me gusta lo que está pasando”, dice Fayad sobre la iniciativa diplomática de Márquez. “Y lo importante es que el Gobierno colombiano abone en lo que ya existe, porque ya existimos un grupo de colombianos que hemos impulsado esas colaboraciones sur-sur de las que habla la vicepresidenta. Hay colegas que han trabajado en traer la ciclovía de Bogotá a Ciudad del Cabo (Sudáfrica), por ejemplo, o en enseñar literatura del Caribe en Sudáfrica. Acá estamos nosotros para ayudar”.

Jerónimo Delgado, profesor e investigador de Estudios Africanos en la Universidad Externado, dice que no hay que medir este primer viaje a África solo por el número de acuerdos firmados, aerolíneas visitadas, o reuniones organizadas. “Todo eso está bien, pero hay que recordar que sobre todo allá llegó una delegación de un país que también les es nuevo, llegó Colombia, y este fue el primer paso para que tengan una relación funcional: se conocieron los viceministros de educación, o los que dirigen las agencias de aviación, y eso es un logro enorme”, dice Delgado.

Márquez también conoció a los presidentes y vicepresidentes de los tres países, además de jueces y otros dirigentes . El profesor recuerda que durante el gobierno de Juan Manuel Santos (2010-2018) hubo algunas iniciativas de cooperación para mejorar las relaciones con Egipto y Sudáfrica, pero resalta que nunca “ha habido un empujón tan grande desde el Gobierno nacional como ahora, y todo se fortalecerá poco a poco, porque la agenda África apenas se está construyendo”.

La última parada de Márquez en África fue en Etiopía, donde se encuentra la sede de la Unión Africana (UA), “uno de los organismos de integración más avanzados”, explica Delgado. Más que Unasur, en todo caso. La UA ha incidido desde hace un poco más de dos décadas en que los países del continente bajen sus índices de pobreza y se reduzca el número de conflictos armados de unos 30 a 6. La organización, que tiene 55 miembros, se divide en cinco zonas geográficas e incluyó una sexta que no está en el continente: la de la diáspora africana. Después de Estados Unidos y Brasil, según varios cálculos, Colombia es el tercer país no africano con mayor número de afrodescendientes: unos 10 millones de personas. ¿El objetivo de Márquez? Que Colombia tenga un mayor liderazgo en la Unión Africana como parte de la sexta región.

En su gira en África, la vicepresidenta no tuvo que responder por cuánto le costó la gasolina, según explicó en su rueda de prensa. Más bien, cuando llegó al primer destino, “me recibieron diciendo ‘bienvenida a casa, hermana’”, contó emocionada. “Eso para mí, en lo personal, no solo como vicepresidenta, sino viniendo de la historia que represento, del pueblo que represento, es muy importante para nuestro país”. La agenda colombo-africana, dejó claro, apenas empieza.

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Sobre la firma

Camila Osorio
Corresponsal de cultura en EL PAÍS América y escribe desde Bogotá. Ha trabajado en el diario 'La Silla Vacía' (Bogotá) y la revista 'The New Yorker', y ha sido freelancer en Colombia, Sudáfrica y Estados Unidos.

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