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“Estas son las jóvenes a las que nadie les pregunta qué quieren ser cuando grandes”

‘Alis’, un documental que retrata a la amiga imaginaria de 20 adolescentes marginadas socialmente en Bogotá, ha ganado 22 premios internacionales y se presenta este mes en Colombia. EL PAÍS entrevistó a sus dos directores

Una de 20 adolescentes colombianas que inventaron una amiga imaginaria para la película Alis
Una de los 20 adolescentes colombianas que inventaron una amiga imaginaria para la película 'Alis'.Cortesía
Camila Osorio

Alis es personaje de ficción que, de acuerdo a sus creadoras, sí existe. Alis es la amiga imaginaria que crearon 20 adolescentes colombianas que viven en un instituto de Bogotá, ya que sus familias no pudieron hacerse cargo de ellas. Dos directores de cine, Nicolás van Hemelryck y Clare Weiskopf —una pareja de colombianos con apellidos extranjeros que fueron directores de un premiado largometraje llamado Amazona en 2016— pidieron a las 20 chicas crear a esta amiga imaginaria para un documental que está este mes en las salas de cine en Colombia: Alis.

“En ellas encontramos resiliencia, humor, inocencia, y sentimos mucha admiración por ellas”, dice Van Hemelryck. “Es un documental para mirarlas de frente, verlas no solo con sus historias tristes sino como unas personas completas, con grises”, añade Weiskopf. En La Arcadia, el instituto donde están, estas adolescentes reciben apoyo psicológico y también talleres de cine en los que conocieron a los dos documentalistas. Allí nació Alis.

Detrás de cámaras del documental 'Alis'.
Detrás de cámaras del documental 'Alis'.Cortesía

Alis, de 15 años, para algunas chicas tiene pelo largo, para otras es bajita y para otra tiene piercings - como ella, que tiene uno en la nariz. A Alis le gusta bailar, cantar en la ducha, escuchar a sus amigas del internado y se ha enamorado tanto de chicos como de chicas. A Alis le cuesta hablar de lo que le duele. “Es feliz, pero tiene mucho dolor por dentro”, dice un chico trans del internado que la quiso mucho. “Ella lloraba mucho”, cuenta otra chica. Alis en unos casos vivió en la calle, en otros consumió drogas, en más de uno fue abusada sexualmente. En una versión su papá fue asesinado, en otra la golpeaba.

“Lo que le pasó a ella casi no la deja pensar, ni progresar”, cuenta una chica con lágrimas en los ojos sobre lo que le ocurrió a Alis. Este documental retrata a 20 mujeres jóvenes que intentan progresar sin que sepamos del todo si lo que narran le pasó a ellas, o a sus amigas, o a sus madres, o a sus hermanas. Cuando les preguntan si Alis realmente existe dicen que sí, porque Alis son todas. EL PAÍS habló con los dos directores de este documental que ha ganado premios en festivales en Berlín, Biarritz, Chicago, Lima y Guadalajara, entre otros.

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Pregunta. ¿Cómo llegaron a este internado en Bogotá?

Nicolás van Hemelryck. En 2016 la Cinemateca de Bogotá nos invitó a dar un taller de cine documental. Cuando nos contaron para quién nosotros ya teníamos una hija, y el primer sentimiento que tuvimos hacia ellas fue de lástima: pobrecitas esas niñas que no están con su familia. Pero cuando llegamos allá nos dieron una cachetada, nos retaron. Ellas están acostumbradas a que la gente que va nunca vuelve, y si no les interesa pues se salen, o se ponen a hablar o a bailar. Eventualmente la cosa empezó a fluir y en ellas encontramos todo menos lástima. Encontramos resiliencia, humor, incluso inocencia, y sentimos mucha admiración. Buscamos apoyos para seguir dando talleres y en los años siguientes, en un punto, dijimos que definitivamente había una película en la que queríamos explorar precisamente los prejuicios. Si uno se da la oportunidad de conocerlas, va a tener una percepción totalmente distinta de ellas.

P. La película hace un retrato de ellas, pero ¿Por qué deciden pedirles que se imaginen una chica falsa, Alis, en vez de entrevistarlas sobre su vida real?

Clare Weiskopf. En un momento planteamos un seguimiento a una persona, uno de los jóvenes que era trans, pero cuando volvimos ya no estaba. También hicimos muchos ejercicios con ellas grabando el lugar. Hubo mucha exploración. Queríamos encontrar la forma para que las viéramos como nosotros las habíamos visto, y que también las protegiera porque son menores de edad en estado de vulnerabilidad.

En uno de esos talleres les dijimos que trajeran una historia narrativa. A la siguiente clase llegaron con historias que empezaban en unos mundos muy distantes, muy lejos de su realidad, pero rápidamente volvían a lo que conocían. Eso nos llamó mucho la atención. Nos dimos cuenta de que la imaginación es una forma muy potente de retratar a estas jóvenes, porque no solo las protege sino que también les da herramientas para soñar y proyectarse: imaginar qué querían ser. Ellas son las jóvenes a las que nadie les pregunta qué quieren ser cuando grandes. El desarrollo fue muy largo pero el rodaje fue de solo dos semanas. Creían que venían a una entrevista normal, les planteamos el personaje, así que fue muy espontáneo. Pero ellas tenían el control de la historia, contaban lo que ellas querían contar.

P. Ustedes hacen documentales. Es paradójico que la película es sobre el poder de la ficción

C.W. Creemos que los documentales son como ficciones, no sentimos que haya una diferencia entre la ficción y el documental, porque al final estamos contando historias y eso siempre es subjetivo. Nos gusta desafiar esa línea entre la ficción y el documental.

N.H. En todos estos años metidos en este mundo del documental hemos reflexionado mucho sobre qué es el cine, qué es el cine documental, qué es la verdad, qué la objetividad. En esta película queremos un poco cuestionar todas esas palabras. No creemos que exista una verdad. La gente concibe el documental como un retrato de la realidad y creemos que eso es imposible, porque en el momento en que yo retrato la realidad, la única verdad que hay es la de mi mirada. Acá queríamos usar la imaginación y la fantasía para llegar a una verdad mucho más profunda.

P. ¿Por qué escogieron el nombre de Alis?

N.H. Ensayamos muchos nombres y este se ganó su espacio. Alicia, un hombre que nos pareció sugestivo, era un nombre que era difícil que existiera entre ellas, no hace parte de ese universo. Se terminó convirtiendo en Alis, viendo la ortografía de ellas y su universo. Si buscas en Google Maps, vas a encontrar negocios como peluquerías llamadas Alis. Era un nombre que podía existir entre ellas pero al mismo tiempo era poco probable; eso era bueno porque no limitaba la imaginación en caso de que conocieran a alguien con ese nombre. Era un nombre raro para que ellas pudieran volar más libremente.

Nicolás van Hemelryck y Clare Weiskopf, codirectores del documental 'Alis'.
Nicolás van Hemelryck y Clare Weiskopf, codirectores del documental 'Alis'.Cortesía

P. ¿Fue un ejercicio interesante para ellas después de grabar la película?

C.W. Algunas dicen que ha sido enriquecedor, que les les permitió hablar de cosas que tenían guardadas. No de sus propias historias, pero sí de esas verdades que le pasaban a la familia o a las amigas. Durante el rodaje tuvimos asesoría psicológica, pasamos todas las preguntas por un grupo de expertos en trauma para saber que estábamos haciendo las cosas bien, porque también era un poco jugar de psicólogos. Luego de grabar y de hablar sobre Alis individualmente, ellas hablaron de ella en colectivo, lo que fue muy bonito porque son muy rudas entre sí. Vienen de la calle, donde les toca ser rudas, y muchas veces se dan muy duro. Y salió esa Alis colectiva y esa vulnerabilidad que todas llevaban. Se dieron cuenta que todas eran iguales, que venían de lo mismo, y de que eran unas berracas. Luego, al final del rodaje, hubo un taller para despedir a Alis y darle un regalo, para que ellas pudieran exorcizar a la Alis que carga cada una. Unas le regalaron una pulsera, otra un yogurt y decían qué querían para Alis en el futuro.

P. ¿En qué consiste la campaña de impacto en la que están trabajando después de Alis?

C.W. En el rodaje nos dimos cuenta de que el momento más duro para ellas es cuando dejan la institución, ya sea porque se vuelan, porque cumplen la mayoría de edad o porque terminan el colegio. En el internado sus necesidades están cubiertas pero cuando salen se encuentran con las dinámicas de las que venían y no están preparadas para enfrentarlas. Hace como un año empezamos a trabajar con con Tiempo de Juego, una fundación que lleva muchos años trabajando con jóvenes en estado de vulnerabilidad de todo el país. Los jóvenes con los que ellos trabajan conectan muy rápido con lo que pasa en la película. La campaña busca crear un lugar físico que sea un punto de encuentro, donde haya ayuda psicológica o para crear una hoja de vida, donde pueden encontrar oportunidades de estudio o laborales. Un lugar al que puedan ir voluntariamente y donde ojalá reciban un incentivo económico, porque muchas veces no tienen para el bus o el almuerzo. Es un proyecto más grande que la película. La campaña se llama Alis Existe.

P. ¿Y ustedes cómo describirían a Alis?

N.H. Alis las representa a todas, aunque Alis no es solo ellas. Alis está en todas partes, no solo en Bogotá, no solo en Colombia, hay muchas Alis en todo el mundo. Alis es una joven que ha tenido muchos retos en la vida, muchos dolores, pero también mucha luz. Para nosotros Alis es el rostro luminoso de un mundo oscuro, y esa es la paradoja.

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Sobre la firma

Camila Osorio
Corresponsal de cultura en EL PAÍS América y escribe desde Bogotá. Ha trabajado en el diario 'La Silla Vacía' (Bogotá) y la revista 'The New Yorker', y ha sido freelancer en Colombia, Sudáfrica y Estados Unidos.

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