Caminar, acampar o cenar con desconocidos: las nuevas formas de encontrar el amor o hacer amigos en Bogotá
Desde clases de cocina hasta un encuentro con cinco desconocidos organizado por un algoritmo. En medio del hastío por las aplicaciones de citas, surgen nuevas formas de interacción social
![caminata solteros en bogota](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/2XBOLDICJJGBJOTT4XP7EEDXPI.jpg?auth=19009dc5738224c4387fd677731aeca7a7a611e617f0fa3650c5d6ce114edc54&width=414)
![Emma Jaramillo Bernat](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2Fc349a01b-9bd2-4b81-bb30-6da686100e65.png?auth=1f5f0c6f11b8d584402c65b92fff7b4c2087c60e4a230084a964d65bba02b43c&width=100&height=100&smart=true)
“Érase una vez un mundo en el que todos estaban solteros, pero ninguno quería emparejarse. Entonces se iban todos juntos a una montaña, a caminar”, bromea una de las caminantes sobre los libros que leerán sus nietas, en contraposición a los cuentos de hadas con los que creció ella. Se ríe con las amigas que la acompañan mientras repasan sus rupturas amorosas y las lecciones aprendidas. La próxima vez, se prometen, sí harán caso a las “banderas rojas”, aquellas señales de alerta detectadas en sus parejas anteriores y que, en medio de la ilusión, decidieron pasar por alto. Las ronda otra certeza: quieren alejarse de las aplicaciones de citas.
Aquella mañana no hay filtros, ni demasiado maquillaje ni la opción de “deslizar a la derecha”. La luz de la sabana cundiboyacense se refleja en sus caras, protegidas con bloqueador solar. Un grupo de aproximadamente cincuenta personas, la mayoría mujeres, bordea las montañas de Ubaté, un pueblo a dos horas de Bogotá. Casi todos son desconocidos que, animados por una publicación en redes sociales, ese sábado decidieron hacer una actividad diferente: asistir a una caminata de solteros.
“Hay algo que pasa en la montaña, cuando estamos caminando por ella, que es mágico”, asegura Andrés Beltrán, creador de Fuerza Natural, la empresa que se dedica a hacer estas expediciones en la capital colombiana y sus alrededores. Espera que esa magia contribuya a que los asistentes logren conectar. Y a futuro quiere organizar campamentos para quienes aún no tienen pareja. La idea es que los recorridos terminen con acampada y observación estelar.
El objetivo es algo tan sencillo y tan humano como la búsqueda de conexión y de comunidad, teniendo en cuenta que en 2022 el 67,2% de los colombianos de 25 a 35 años trabajaban desde sus casas, de acuerdo con el Sexto estudio de percepción y penetración del teletrabajo. Es el mismo rango de edad de los solteros de la caminata. En un mundo pospandémico, con las múltiples opciones de interacción que ofrece la tecnología, paradójicamente es cada vez es más difícil establecer vínculos, tanto románticos como de amigos, y hasta de negocios.
Además de los clubes de runners, considerados globalmente como el reemplazo a las aplicaciones de citas, en los últimos meses Bogotá ha experimentado un auge de las actividades para solteros: clases de cocina, de cerámica, ‘solteros al cine’, o el tradicional speed dating, un modelo de citas rápidas que nació en los círculos judíos de Estados Unidos en los años noventa, y que ahora renace en bares y restaurantes. También está Time left, una aplicación que, basada en unas preguntas a los usuarios, cada miércoles reúne por afinidades a cinco desconocidos en un restaurante secreto, desvelado ese mismo día. Al final de la noche, la aplicación sugiere a los asistentes de todas las cenas simultáneas acudir a un mismo bar, donde decenas de desconocidos son unidos por ese destino matemático llamado algoritmo.
![La caminata en Ubaté, Colombia.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/XEVS6ANQUJABJK6IVGSZT2O3UM.jpg?auth=2f61ea2ed2ca46d0cc968b828812461c2ea8988c108ccc15638224f3253f560f&width=414)
Los grupos de personas que se reúnen para correr siguen llevando la delantera. El pasado mes de septiembre se realizó la cuarta edición de la carrera ‘Runners para runners’, versión Amor y amistad, que reunió a cerca de 2.000 personas. Los solteros debían ir vestidos de negro, y de colores quienes estuvieran comprometidos. Bajo el sol bogotano, los cuatro kilómetros fueron transitados a un ritmo tranquilo, para poder hablar. Alejandro Sarmiento, un creador de contenido especializado en actividades deportivas, comenta que ese día hubo “un par de declaraciones amorosas y hasta una petición de matrimonio. Terminaron en una fiesta, con muchísimas conexiones personales valiosas”.
De acuerdo con el Centro Nacional de Consultoría, el 52% de los colombianos ha utilizado internet o aplicaciones de citas para encontrar a su próxima pareja, y su uso se incrementa en fechas como San Valentín. Pero esos usuarios en ocasiones se sienten inseguros, temen ser estafados o extorsionados. A nivel global, el uso de esas aplicaciones está en retirada; se han reducido sus usuarios de pago y sus acciones en la bolsa han caído hasta un 70% en los últimos cinco años. La generación Z parece harta del modelo y prefiere buscar grupos por gustos compartidos. Si asisten a una actividad y no logran hacer nuevos amigos ni conocer a su próxima pareja, al menos se llevarán la experiencia.
En 2023, la antropóloga brasileña Anna Beatriz Zanine Koslinski participó en una investigación de tendencias para una consultora de innovación que buscaba establecer cómo iba a socializar la gente en el 2030. La investigación de mercado encontró algunos patrones. Detectaron varios perfiles de socialización, entre ellos el de los ‘experiencers’, personas que tienden a buscar nuevas vivencias para socializar. “Más importante que la compañía era lo que iban a hacer. Nuestra previsión es que habría muchos grupos o aplicaciones, como Meet up, que en Europa es muy popular, donde la gente se encuentra por intereses”, cuenta Zanine por videoconferencia.
Sin embargo, “no es seguro que esto se preste para una amistad, y percibo que la gente es muy fluctuante. Tienen un momento para compartir, pero luego cada quien vuelve a su vida”, comenta. Otro perfil que encontraron, y que se sale del patrón anterior, es el de los gamers —aficionados a los videojuegos—. “Descubrimos que ellos sí tienen una interacción muy fuerte porque mientras están jugando empiezan a hablar de cosas de su vida, y así se construye una red de apoyo muy fuerte. Es una reunión genuina de amistad aunque nunca se hayan visto”. La antropóloga aclara que las experiencias también pueden ser “algo profundo, pero no significa que sea a largo plazo. Por ejemplo, los nómadas digitales hablan con mucha gente en una ciudad, pero una vez que se van, es difícil que sigan con la amistad. Es muy efímero”.
![Jóvenes en el restaurante El mono bandido, en Bogotá, el 30 de noviembre de 2024.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/VKMYI3B5RZFFZCV27T4QHT75WU.jpg?auth=fe3981ddb093c6b7c591851a4b0175b10e991ebd06f1c31484340c31da18270d&width=414)
De los asistentes a la caminata, ninguno entiende en qué momento se volvió tan complicado conectar; si se debe a la falta de compromiso, al hastío o a que precisamente la abundancia de posibilidades hace que sea más duro elegir. “Las relaciones están muy difíciles”, comenta Laura Basante, mientras Diana Preciado insiste en que las plataformas de citas requieren de “demasiada energía”. Para los hombres también tienen su grado de dificultad: “Uno entra a una fila de espera donde puede haber cien hombres más”, dice uno de los asistentes. “De esta manera, en persona, hay más posibilidades de tener algo con alguien. Hay una cercanía. Es una forma de garantizar una conversación, que en las aplicaciones muere muy fácil”, añade Carlos Arturo Galvis.
De regreso a la capital, la caminata no terminará en un after party, sino en un after hike. Los solteros llegan a uno de los bares más emblemáticos para ‘levantar’ de la ciudad, el Mono Bandido, que ofrece un juego entre lo analógico y lo tecnológico. Las servilletas están pensadas para que, como en los viejos tiempos, los asistentes al bar se envíen mensajes, mientras los camareros hacen las veces de cupidos. Bajo una luz tenue, los caminantes pierden la vergüenza, ríen e intercambian miradas. Aquellos que iban en búsqueda de un nuevo amor sabrán que triunfaron cuando uno de esos cupidos regrese con una servilleta que contenga, escrita en lápiz y papel, una cuenta de Instagram.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Sobre la firma
![Emma Jaramillo Bernat](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2Fc349a01b-9bd2-4b81-bb30-6da686100e65.png?auth=1f5f0c6f11b8d584402c65b92fff7b4c2087c60e4a230084a964d65bba02b43c&width=100&height=100&smart=true)