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No eres tú, es Tinder: el hastío de ligar en una ‘app’ y sentir que “estás comprando en Amazon”

Las plataformas digitales para encontrar pareja están sufriendo un descenso progresivo y constante tanto en suscriptores como en descargas en todo el mundo. Una pérdida de relevancia que expertos y usuarios contextualizan en primera persona

Apps para ligar Tinder
Una escena de 'Nadie quiere esto', la serie de Netflix, donde los protagonistas no necesitan 'apps' para enamorarse.HOPPER STONE/NETFLIX

“¿Por qué la gente se ha desenamorado de las aplicaciones de citas?”. Esa es la pregunta vertida por el influyente semanario británico The Economist, que analiza en un artículo la progresiva decadencia de la fórmula digital de búsqueda de pareja que ha dominado la última década. Los datos hablan por sí solos: en el segundo trimestre de este año las apps de citas cuentan con 137 millones de usuarios activos en el mundo, 17 millones menos de los que las usaban al menos una vez al mes en 2021. También han bajado casi un 20% las descargas en los últimos cuatro años y el número de clientes que deciden pagar por la versión premium de las aplicaciones. Tinder, por ejemplo, cuenta actualmente con 9,6 millones de suscriptores, la cifra más baja para la empresa desde la primavera de 2021. También se ha desplomado el valor de una acción de su compañía matriz (Match Group) —de 160 dólares a los 37 actuales— y el precio de las de la competencia: Bumble, dueña de marcas como Badoo, ha pasado de 75 a poco más de 6 dólares.

La psicóloga y sexóloga Silvia Sanz enumera varias desventajas que, en su opinión, pueden haber influido en esta pérdida de relevancia cada vez más acentuada. La repetición de perfiles en diferentes apps, el auge de otras redes sociales en las que también se puede iniciar un coqueteo —TikTok e Instagram son las favoritas— o la sensación de insatisfacción constante al pensar que siempre se puede encontrar a alguien mejor en la siguiente pantalla son algunas de ellas, pero Sanz se detiene en la simpleza de una fórmula basada únicamente en un par de fotos y una escueta descripción. “Cuando se inicia el coqueteo es bastante frecuente que se produzca un ghosting o ‘bomba de humo’ en los chats, sobre todo si no se despliega todo el ingenio y la conversación no es amena. El modo de paliarlo que suelen utilizar algunas personas es tener varios chats abiertos en formato conquista y esto puede provocar una sensación impersonal para el que lo recibe”.

Laura, profesora de 32 años, dice sentirse rotundamente decepcionada por este auge del ghosting en las plataformas: “Quedar con gente de Tinder te hace vivir nuevas experiencias que contribuyen a tu vida de manera positiva, pero el hecho de encontrarte personas sin responsabilidad emocional, que te bloquean o te hacen bomba de humo a la mínima produce el efecto contrario. Te cansas, te sientes frustrada y te planteas si de verdad merece la pena dedicar tu tiempo en esto”. Claudia, técnico en recursos humanos de 36 años, admite que las apps siguen siendo la forma más sencilla de conocer a alguien, pero no por ello su confianza en la efectividad de estas opciones sigue intacta. “Me siento cansada porque un gran porcentaje de personas solo te quieren sexualmente y, como yo no busco eso, noto que acaba afectando a mi autoestima. En todo mi entorno existe ese mismo sentimiento de cansancio”. El coach Carlos García, especialista en terapia de pareja, corrobora a esta publicación que por su consulta han pasado varias mujeres jóvenes afectadas por las propuestas indiscriminadas de contenido sexual. Una problemática abordada en 2023 por la actual ministra de Sanidad, Mónica García, en un tuit convertido en Trending Topic: “El 57% de las mujeres en Tinder se han sentido presionadas para tener sexo. Proponemos una ley contra la violencia digital, una app pública para denunciar el ciberacoso y protocolos contra la violencia machista en apps de citas”. De los cuatro millones de españoles que recurren a estos servicios periódicamente —según datos de la medidora de audiencias digitales GfK—, los hombres suponen hasta dos tercios de los usuarios y también invierten más tiempo: las utilizan durante 4 horas y 33 minutos al mes mientras que ellas invierten unas 2 horas y media.

Para Carlos García, el principal motivo de la frustración de los usuarios de estas plataformas de dating es la búsqueda incansable de la perfección: “En psicología clínica se llama ‘insatisfacción continuada o permanente’ y viene a decir que, a mayor número de alternativas para elegir algo, mayor dificultad para tomar una decisión. Es como cuando quieres ver una película en Netflix: hay tantas que a veces te entra sueño sin haberte decidido”, explica. Los diferentes ideales de pareja —que tenga un físico determinado, trabajo o estudios, que fume o se alimente de manera saludable— también juegan un papel importante. “Algunos de mis coachees me han explicado que se citan con gente que reúne varios de estos ‘irrenunciables’, pero a la semana siguiente se citan con el siguiente perfil porque piensan que pueden encontrar a alguien aún mejor. Al final se convierte en una huida a ninguna parte y terminamos coleccionando contactos superficiales que no llegan a nada”.

Marina, periodista de 30 años, se siente identificada con este último supuesto. “A raíz de la existencia de estas apps estamos perdiendo el interés por conocer bien a alguien porque, de alguna forma, seguimos teniendo todo un catálogo disponible. Pensamos, ‘vale, esta persona no está mal, me encaja bastante, pero voy a seguir mirando por si encuentro otra mejor’. Al final parece que estamos comprando en Amazon: metemos objetos en nuestro carrito, pero nunca finalizamos la compra”, reflexiona, añadiendo que su percepción reciente respecto a estas webs es la de “perder el tiempo” y de tener la certeza de que “nunca encontrará algo serio” usándolas.

Desde los emergentes clubs de runners al viralísimo supermarket dating (léase, ligar en Mercadona), el catálogo para entablar potenciales relaciones afectivas se ha visto revitalizado con opciones más heterogéneas en los últimos tiempos. Nuevas tendencias que, según Silvia Sanz, son una clara señal social del cansancio de ligar a través de la pantalla: “Se pierde mucho encanto del lenguaje no verbal, las sonrisas, las miradas… todo ese conjunto de gestos que juegan un papel importante en la seducción junto a la conversación”. En su opinión, toda la vida es circular y quizá esta sea nuestra forma de revelarnos contra la pérdida de efectividad de estas apps y abrazar un modo más convencional de conocer personas. Su recomendación es la de “buscar actividades que te gusten y que se puedan practicar una vez se inicia una relación o que muestran una parte de ti. Clubs de runners, clases de cocina o de escritura, el gimnasio o cualquier otro lugar donde uno se muestre auténtico, sin la presión de mostrar una imagen ideal y jugárselo todo a una cita”.

Francisco, médico de 33 años, se desinstaló Tinder de su móvil hace un par de años y asegura no echar de menos la sensación de deslizar su dedo entre cientos de perfiles. “Me cansé de que todas tuvieran sus fotos retocadas y de que las conversaciones fueran siempre tan monótonas e impersonales. En cuanto te haces las preguntas básicas, las charlas suelen entrar en un punto muerto del que no ya no suelen salir. Además, Tinder se ha convertido en una app en la que hay que pagar para poder sacarle algo de partido. En cuanto la usas cuatro o cinco minutos te piden un desembolso”. Raúl, técnico teatral de 26, confirma que los usuarios de estas apps están “quemados” tras haber pasado una década tratando de buscar pareja. “Para mí, Tinder o Grindr son el cansancio y el hastío más absoluto. Después de utilizarlas durante tanto tiempo hay un momento en el que, incluso en una ciudad como Madrid, tienes la sensación de que te vuelves a encontrar con las mismas personas todo el rato. Además, conforme vas cumpliendo años ya sabes lo que quieres y buscas en una pareja, por lo que tus requisitos aumentan. Y en estas apps nadie tiene paciencia”. En su caso, corrobora, ha empezado a priorizar a la gente que conoce en entornos físicos respecto a los digitales: “Con el cara a cara al menos ya sabes que existe cierta química”. No está solo: una encuesta realizada por la consultora de mercados británica Savanta reveló que el 90% de los miembros de la generación Z se sienten frustrados con estas apps.

Es como comprar en Amazon: metemos objetos en nuestro carrito, pero nunca finalizamos la compra

Por atípico que parezca en estos días, llegar a la fase del cara a cara también contiene sus riesgos. “Verse en persona también implica cierta presión por mostrar la mejor versión de uno mismo, impidiendo estar de un modo relajado y auténtico. Muchas veces en una sola cita se juega el final del encuentro. Sobre todo, si la persona no cumple los requisitos adecuados para el objetivo en cuestión”. Para Carlos García, no es raro que cualquier lugar de cercanía sea ahora un buen lugar para coquetear en un mundo cada vez más digital e individual. “El teletrabajo, las compras online, la banca a distancia… nos aíslan cada día más. El contacto con otras personas, especialmente personas que no conocemos, es más raro. Y no podemos olvidar que el juego de la seducción comienza siempre con las miradas”.

Expertos y usuarios coinciden a la hora de descartar una desaparición a corto y medio plazo de la fórmula digital y también en su propuesta de mejora, reclamando una optimización del filtro para encontrar pareja. “Una fotografía o una descripción de unas pocas palabras no basta, las personas somos complejas. Sería ideal que incluyeran un test de compatibilidad de distintas áreas de la relación para poder filtrar de un modo más adecuado y que se perdiera menos tiempo, en el que se indique lo que realmente se desea, el estilo de amor, la filosofía de vida, áreas en las que pueden ser más o menos compatibles…”, concluye Sanz. El algoritmo tiene mucho cortejo por delante.

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