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“Nunca le doy ‘like’ a gente con la bandera de España»: ¿cuánto importa la ideología a la hora de buscar pareja?

Las etiquetas políticas pueden no encapsular por completo los valores de una persona. ¿Demasiada selección de grupo elimina el matiz que la mayoría de la gente tiene o garantiza relaciones más armónicas?

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Hace unos meses, se presentó una app de citas online que no deja lugar a dudas del tipo de persona que se puede encontrar en ella. The Right Stuff está orientada a usuarios –de momento estadounidenses– de perfil muy conservador que quieran tener citas con semejantes, es decir, personas cisgénero heterosexuales. La noticia se convirtió en viral al momento, gracias sobre todo al cachondeo en las redes sociales pero no es ninguna broma. La ideóloga de esta fantasía endogámica es Ryann McEnany, la hermana de la antigua secretaria de prensa de Donald Trump Kayleigh McEnany, que cuenta con el apoyo económico de Peter Thiel, co-fundador y ex-director ejecutivo de Paypal. El magnate tecnológico, que algo sabe de negocios en el sector, ha invertido 1,5 millones de dólares en el proyecto.

Reducir tanto el número de personas con las interactuar quizá sea un poco excesivo, pero lo cierto es que el sesgo ideológico puede ser un factor importante a la hora de hacer ‘match’. La app de citas Bumble ha realizado un estudio a través de IPSOS DIGITAL para analizar qué es lo que buscan sus usuarios españoles y uno de los datos que se puede extraer es que: “entre los motivos para dejar de quedar con alguien destacan las creencias políticas y la igualdad de género”. Asimismo, especifica que un 47% de españolas han cortado con alguien por no estar de acuerdo con la igualdad de género.

“No puedes ser feminista y salir con alguien que vota a un grupo que niega la violencia de género”, dice Laura F. (38 años). “Vamos, yo al menos no podría tolerarlo, para mi los principios de cada uno sí son importantes. Las creencias de cada uno es lo que forma su persona”, remarca. Ella utilizaba Tinder pero después se pasó a OkCupid, porque para crear un perfil de usuario primero hay un test de personalidad exhaustivo que incluye preguntas sobre religión y política. Así, muestra el porcentaje de compatibilidad con los candidatos o candidatas, aunque hay un pero: responder es voluntario y el dato sobre afinidad puede mantenerse en privado. Para asegurarse de que no está perdiendo el tiempo, Laura saca temas que pueden resultar polémicos ya en la primera cita, aunque no por chat. “En persona es más fácil, porque hablando de actualidad puedes saber más o menos cómo piensa. Así ya voy descartando”.

Más o menos es la misma estrategia que sigue Carlota J. (37 años). Hace preguntas más o menos sutiles para recabar información sobre la otra persona, aunque ella no es tan tajante como Laura. Sí ha pasado de alguien porque tenía ideas muy opuestas a las suyas, pero también le ha sucedido lo contrario. “He llegado a llevarme bien e incluso he mantenido relaciones con gente con la que no conocía su ideología”, explica. “He entendido que hay gente que no la tiene tan interiorizada o tiene una idea que luego no es exactamente así”. Pese a todo, prefiere que una app tenga un filtro relacionado con el sesgo político porque “al final estás buscando una persona con la que compartir tu tiempo y quieres que sea de calidad”.

Marina L. (18 años) no le da ningún tipo de importancia a la tendencia política ya que «no tiene que afectar en si te va a gustar más o menos esa persona». Nunca pregunta por ese tema cuando conoce a alguien y de hecho, prefiere que la app no tenga ningún filtro relacionado con el sesgo ideológico o que los usuarios lo indiquen en su perfil. Remarca que: «una persona no es mejor o peor por su ideología y no te va a dejar de gustar por ese simple motivo». Por su lado, Nadia (21 años) no suele preguntar tampoco por ideologías políticas porque cree que «la contraria a mí (la derecha) se ve desde lejos, así que no suelo necesitar investigar mucho». Declara que ha roto con parejas e incluso con amistades por esta cuestión, aunque no tanto por las ideas como por «no saber respetar que cada uno tenga su opinión». Aún así, tampoco le interesa saber de antemano qué piensa sobre política la otra persona antes de hacer match. «Me gusta conocer gente que no piense como yo, debatir y saber que hay opiniones diferentes», afirma.

Verónica S. (39 años) sí le da mucha importancia a la ideología y prefiere las aplicaciones en las que se puede saber de entrada de qué pie cojea cada uno, aunque también descarta por los detalles que ve en las fotos. Ella es de izquierdas y “nunca le doy a gente con la bandera de España y cosas por el estilo. Siempre paso si el plumero va a la derecha”, afirma. También detalla que “muchos dicen que no entienden de feminismo. Y cuando les hago preguntas sobre si es necesaria mayor legislación y protección de la mujer dicen que no”. Sin embargo, ha comprobado que a muchos hombres el sesgo político no les importa el tema de la ideología y a algunos hasta les parece atractivo ser incompatibles en ese campo. “Te puedo decir lo mucho que les gusta a algunos hombres de derechas contactar conmigo cuando en mi perfil pone que soy antifascista, feminista y que paso de la gente de derechas”, dice.

El año pasado, el Centro Murciano de Opinión Pública hizo lo que se considera el primer estudio realizado a nivel nacional sobre la polarización política y una de las conclusiones extraídas es que «los electores observan un nivel de enfrentamiento y distanciamiento mayor del que realmente existente y la polarización ideológica es percibida como mayor por los electores de todos los partidos, en especial por los del PSOE (0,73) y por los de UP (0,78), frente a los electores del bloque ideológico de la derecha (Vox y PP, 0,66 y 0,67, respectivamente)». Sin embargo, son los electores de Vox y Unidas Podemos los más reacios a que sus hijos tengan una pareja de ideología abiertamente contraria a la suya, a contratar a una persona de ideas distintas o a tener amigos con una ideología abiertamente diferente, es decir, que supuestamente, según este estudio, ellos discriminan más personalmente por razones políticas.

“Una cosa que me parece llamativa de España y que no pasa en otros países es que parece que la política (de partidos) nos tiene que definir. Impregna absolutamente todo y definimos a las personas por a quién votan”, observa María P. (41 años). Ella vive desde hace tiempo en una ciudad extranjera y conoció a su pareja actual por Bumble. Aunque dicha aplicación sí permite conocer la tendencia política de los usuarios, ella le da prioridad a otras cuestiones como, por ejemplo, el tema de los hijos. “Es importantísimo saber si quiere tenerlos, si ya tiene y desea o no tener más. Yo no quiero, así que por mucho que compartamos ideología política ya sé que no va a funcionar si el tío de entrada aspira a tenerlos, por ejemplo”, comenta. También necesita conocer qué es lo que está buscando la otra persona –una relación seria, algo esporádico o no lo tiene claro– antes de atreverse a contactar.

Pone como ejemplo de pareja incompatible de entrada pero dichosa a la larga a Diane Lockhart y a su marido, de la serie The Good Fight. Viven en Estados Unidos y ella es una demócrata convencida que vota a Hillary Clinton mientras que su pareja es un republicano que no le hace ascos a las ideas de Donald Trump y está a favor de las armas. Por supuesto, María sabe que habla de una ficción pero considera que ese matrimonio “es sanísimo, hay respeto, admiración, se apoyan en su vida profesional, se quieren y están ahí por el otro. Eso es lo que yo quiero y si tiene que ser con un conservador, pues habrá que elegir mejor los temas de conversación, pero no me parece una locura”, afirma.

¿Hasta qué punto es importante el sesgo político en una pareja?

Raquel Mascaraque, especializada en psicología emocional, sostiene que todo depende de los límites que establezca cada persona. “Puede que encajes a la perfección con alguien que no piensa como tú y aún así puedas debatir y conversar desde el respeto y la curiosidad”, dice. Pero señala que es posible que las fricciones en el tema de la política “sean tan grandes que no puedas mantener una relación sana con esa persona”. Para ella, una relación es como una cama que se sostiene en cuatro patas: “la confianza, el respeto, la sinceridad y la comunicación”. Si alguna falla, la cama se queda coja, da igual “que sea por ideología política o moda. Si no fluye alguno de estos cuatro factores es más complicado tener una relación sana”, afirma.

La psicóloga Ainhoa Plata, especialista en terapia sexual y de pareja, señala que todo depende de cómo de profunda sea la brecha ideológica que separa a las dos personas. “Detrás de las políticas hay valores, y hay partidos en los que son totalmente incompatibles con otros, lo mires por donde lo mires”, defiende y pone un ejemplo muy claro: “Veo muy difícil, por no decir inviable, una pareja en la que un miembro sea de Unidas Podemos y el otro de VOX, al igual que sería improbable que estos dos partidos gobernaran juntos”.

Esa incompatibilidad de valores se vería reflejada a la hora de tomar decisiones cruciales, sobre todo respecto a la crianza de los hijos. “Se darían grandes desacuerdos en montones de aspectos: qué colegio elegir, límites y valores principales, estrategias de resolución de problemas, roles en la familia, etc.”, señala. Aún así, su consejo a la hora de conocer a alguien a través de una app de citas es que “en lugar de etiquetar con el nombre de un partido, explore bien los valores de la otra persona, y decida si son compatibles con los suyos o no”.

Si alguien conoce bien los entresijos de las apps de citas y relaciones en internet es la doctora Jess Carbino, ex socióloga de Tinder y Bumble. Fue una de las primeras empleadas de la primera empresa y conoció a su marido haciendo ‘match’ en la aplicación para la que trabajaba. Ella responde que, actualmente, “es muy importante conocer la ideología de una pareja potencial debido a la cada vez más creciente polarización política”. Pero si las posturas no son demasiado marcadas o radicales, recomienda ser un poco flexibles, aunque los ideales no sean compatibles de entrada. “Las etiquetas políticas pueden no encapsular por completo los valores de una persona. Demasiada selección de grupo elimina el matiz que la mayoría de la gente tiene con respecto a varios temas”, explica.

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