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Día internacional de las niñas
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Lucía, Norma, Fátima y Susana son niñas, no madres

Las cuatro comparten una historia de violencia e infancias truncadas, en países que les fallaron y donde les obligaron a ser madres con menos de 14 años

Una joven y su bebé frente al Antiguo Palacio de Ayuntamiento, en Ciudad de México.
Una joven y su bebé frente al Antiguo Palacio de Ayuntamiento, en Ciudad de México.Andrea Murcia Monsivais/Cuartoscuro
Marianny Sánchez

El calvario de Lucía comenzó a los 13 años, cuando el sacerdote de la parroquia de la que era parte del coro, empezó a abusar sexualmente de ella. Luego vino el embarazo —resultado de las violaciones repetidas— seguido de la negativa al deseo de Lucía de interrumpir el proceso, en uno de los países de la región con prohibición total al aborto: Nicaragua. La historia no terminó en esa maternidad forzada. Un mal procedimiento durante el parto dejó a Lucía con secuelas físicas de por vida. Después, fue señalada en su comunidad por haber culpado a un “hombre de fe” cuando interpuso una denuncia formal contra su agresor.

Lucía no comparte con Norma, de Ecuador; Fátima, de Guatemala, y Susana, también de Nicaragua, su serie animada favorita, un juego predilecto o el sabor preferido del helado. No. Las cuatro comparten una historia de violencia sexual e infancias truncadas, en países que les fallaron, pues no solo no condenaron a sus agresores, sino que también les negaron cualquier opción: desde el acompañamiento psicosocial, hasta el acceso a servicios de salud reproductiva, que les permitieran recuperar el control de sus vidas, después de haber sobrevivido al infierno de la violación.

La historia de estas cuatro sobrevivientes, además de ser reflejo de una realidad que nos convoca urgentemente a la acción en América Latina y el Caribe — pues tenemos la segunda tasa más alta de embarazos y partos en niñas menores de 14 años (UNFPA, 2017)— es también el relato de la valentía de una generación de niñas que alza su voz para demandar justicia, reparación y para que ninguna otra niña deba vivir lo que ellas vivieron.

En la víspera de este 11 de octubre, Día internacional de las niñas, las organizaciones del movimiento Son Niñas, No Madres, representantes legales de estas valientes niñas convertidas ahora en jóvenes mujeres, que aún esperan justicia, vemos con esperanza el futuro a corto plazo y esperamos que el Comité de Derechos Humanos de Naciones Unidas, emita decisiones sin precedentes y ejemplarizantes sobre sus casos. La decisión de Naciones Unidas podría obligar en las próximas semanas a estos tres Estados y a los más de 170 países que forman parte del Pacto de Derechos Cívicos y Políticos a regular la interrupción voluntaria del embarazo a través del sistema de salud y no del sistema penal, tal y como lo establece la Organización Mundial de la Salud, en primer lugar.

Desde este espacio buscamos escuchar a las niñas, sus decisiones y garantizar que el personal de salud no enfrente ningún tipo de sanción por asegurarles sus derechos, ofrecer Educación Sexual integral en las escuelas, y adoptar medidas para erradicar los estereotipos de género y la violencia obstétrica en el acceso a los servicios de salud sexual y reproductiva. El atropello a los derechos de las niñas, su derecho fundamental a crecer libres de violencias y desarrollar su potencial no puede seguir siendo tolerado.

La violencia sexual contra niñas y adolescentes, así como el trauma que enfrentan al verse obligadas a llevar a término un embarazo no deseado y para el cual no están listas, es un drama que podría evitarse. Esta violencia no es casual, es el resultado directo de estereotipos machistas, decisiones negligentes y omisiones en la aplicación de leyes y políticas públicas que reflejan un menosprecio por la niñez y específicamente por las niñas. Estos prejuicios, agravados por factores como la edad, etnia, raza, ingresos u origen, refuerzan la desigualdad y dejan a las niñas y adolescentes en una situación de vulnerabilidad extrema, robándoles para siempre su infancia y exponiéndolas a un sufrimiento evitable.

El mundo que merecen nuestras niñas, en donde se les respete, empodere, resuene su voz, no pueden construirlo ellas solas. Necesitan personas aliadas que en distintos escenarios, desde el jurídico hasta el hogareño, las escuchen y satisfagan sus necesidades. Hoy más que nunca, tanto en una fecha marcada en el calendario, como en el día a día, seguiremos elevando las voces de Lucía, Fátima, Norma y Susana, esas voces que al unísono han hecho resonar la consigna que debe convertirse en una realidad: Son Niñas, No Madres.

* Marianny Sánchez es directora de Comunicaciones para América Latina de Planned Parenthood Global. (Una de las organizaciones fundadoras del movimiento regional Son Niñas, No Madres)

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