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11 cosas que pueden estar provocándole alergia (y ninguna es un parque)

Nos hemos plantado en el verano con los estornudos a cuestas. El enemigo está en casa

Moqueo, ojos llorosos, picor en la nariz, estornudos, asma… Son los clásicos síntomas de la rinoconjuntivitis alérgica por pólenes, una afección muy común y típica de la primavera que coincide con la floración de gramíneas, cuyas células reproductivas son, según los expertos, el principal foco aeroalérgeno en España, junto con los ácaros. La concentración de estos aumenta en primavera, debido a las temperaturas templadas y a la humedad relativa elevada, como expone un informe de la Sociedad Gallega de Alergia e Inmunología Clínica. Sin embargo, los cambios en el clima han provocado que este año se siga padeciendo esta molestia bien entrado junio. Los alérgicos tienden a evitar espacios abiertos de floración, pero el polen y los ácaros se esconden en lugares no siempre evidentes. Identifíquelos.

Zapatos y ropa

Los gametos de las flores viajan por el aire, caen al suelo y vuelven a volar antes o después, y durante su travesía, pueden quedarse prendidos de nuestra indumentaria. “La ropa puede ser un elemento de transmisión de alérgenos”, explica del doctor Alfonso Malet Casajuana, director médico en Al.lergo Centre (Barcelona). “Si se convive con personas alérgicas, es recomendable cambiarse a menudo o cepillarla antes de entrar en casa”, añade. En determinados países se tiene la costumbre de dejar los zapatos fuera de la vivienda, tradición que puede ser una buena idea en estos casos.

Ropa tendida

Esa imagen de limpieza propia de los anuncios de detergente no conviene en absoluto a las personas que padecen este mal. De hecho, “se recomienda no colgar la ropa al sol en el horario de la polinización (las primeras horas de la mañana y las últimas de la tarde)”, añade Malet. Lo mejor es “estar pendiente del periodo de floración a través de las redes de información aerobiogica facilitados por la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica”, para así evitar tender los momentos en los que el índice es mayor.

El coche

El buen tiempo es una invitación a bajar las ventanillas y experimentar la caricia de la brisa en la cara…, pero es un modo infalible de que los síntomas de su alergia se agraven. “Ventanillas siempre cerradas a la hora de viajar y aparatos de aire acondicionado dotados de filtros que no permitan el paso del polen”, aconseja el experto. De lo contrario, las partículas culpables de sus síntomas se quedarán dentro del vehículo, provocándolos incluso con las ventanas subidas. La contaminación de los conductos de ventilación de los propios coches, además, daña las vías respiratorias y precipita la rinitis y el asma, según un estudio del Departamento de Neumología y Alergología del Hospital A. Cardarelli (Italia).

Los peluches

Esos animalitos tan tiernos de las habitaciones infantiles son los eternos olvidados de la limpieza y, al tiempo, uno de los nidos favoritos del polvo y los ácaros. En el caso de los alérgicos, “los peluches se deben lavar dos veces a la semana a temperaturas altas, al igual que la ropa de cama”, indica Malet Casajuana.

Salas de cine y teatro 

Ir al cine y que la alergia se cebe con usted no es raro, y puede tener relación con las personas que se han sentado allí antes. Las partículas maliciosas “se transfieren de una ropa a otra y permanecen en el mobiliario de los lugares públicos”, afirma el doctor Javier Subiza, especialista en alergología e inmunología y director de la Clínica Subiza (Madrid). También puede pasar, lógicamente, en otros sitios concurridos como aviones, autobuses o aulas de estudio.

Cortinas y colchón

Cuidado al ventilar una habitación en época de alergias: el polen se cuela por las ventanas abiertas de par en par y las cortinas terminan impregnadas de estas partículas que nos hacen estornudar. Y en cuanto al colchón, es el hogar de los arácnidos microscópicos, de donde no hay manera de echarlos, “ni siquiera pasando la aspiradora varias veces al día”, señala Subiza. Por ello, lo más que podemos hacer es lavar frecuentemente la ropa de cama (las almohadas, especialmente) en agua muy caliente, y utilizar fundas de colchón que permitan transpirar pero sean impermeables a estos pequeños visitantes.

Ventiladores y filtros de aire acondicionado

Quitarán el calor, pero tienen la capacidad de capturar todo tipo de parásitos. La solución está en limpiar los ventiladores con frecuencia y, en el caso de los aparatos de aire acondicionado, cambiar el filtro con regularidad. En la misma línea estarían los purificadores de aire, que pueden pasar de higienizar a contaminar. ¿Una solución? Usar solo los que dispongan de filtros de alta eficiencia (HEPA), que retiran la mayoría de elementos perjudiciales.

Alfombras

Muy útiles en invierno, pero con la llegada del buen tiempo hay que plantearse quitarlas de en medio (junto con los ácaros que anidan en ellas). Si prefiere mantenerla o su suelo está recubierto de moqueta, deberá pasar el aspirador frecuentemente. Mucho cuidado con las vaporetas: la humedad que provocan podría ser favorable para la vida de los microorganismos que causan alergia.

Las mascotas

En las agradables mañanas de sol podemos disfrutar viendo cómo nuestros perros retozan en la hierba, rebozándose de polen que luego transportan a casa. Los expertos consultados recomiendan pasarles una toalla húmeda al acabar el paseo y evitar que se suban al sofá o a nuestra cama.

La propia nariz

Los pelillos de la nariz actúan como filtro para evitar el paso de pequeñas partículas, pero en el caso que nos ocupa, también podrían retenerlas. Conseguirá evitarlo lavándola con soluciones salinas, como aconseja Malet Casajuana, según las investigaciones de la Clínica Subiza.

Viajar a zonas costeras

Los alérgenos típicos del hogar o indoor, como puedan ser los ácaros, se ven favorecidos por la humedad relativa del aire, especialmente "si esta supera el 55%", como indica el doctor Javier Subiza, director de la Clínica Subiza (Madrid). Esto significa que cuando nos vamos de vacaciones a Asturias, por ejemplo, podremos tener una crisis alérgica únicamente por esta razón: "En las zonas húmedas a pie de costa podemos encontrar muchos ácaros; algo que ocurre menos en Madrid, donde la humedad es inferior al 30%", añade. Explicaría por qué muchos alérgicos tienen ataques de asma cuando viajan.

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