Por qué los simpáticos comen más
Las personas extrovertidas ingieren más dulces, carne y alimentos calóricos. Lo dice el último estudio que vincula personalidad y alimentación
No come lo mismo Woody Allen que Julia Roberts. Ni usted que su vecino del cuarto. Y no solo por guardar la linea. Las personas se alimentan de unas u otras cosas en función de su capacidad para abrirse a nuevas experiencias, su responsabilidad, extroversión, amabilidad o inestabilidad emocional (las cinco grandes personalidades que estudia la psicología). Es la conclusión de un estudio del Swiss Federal Institute of Technology, publicado el pasado enero en la revista de investigación Appetite.
Los autores del ensayo ponen los siguientes ejemplos. Las personas inestables emocionalmente o neuróticas tienden a comer alimentos poco saludables o a sobrealimentarse. Los responsables toman más fruta y rechazan los alimentos poco favorables para controlar la dieta. Los extrovertidos comen más dulce, carne y alimentos calóricos porque salen mucho a consecuencia de sus intensas relaciones sociales. La gente agradable come menos carne. Y a los abiertos a nuevas experiencias les gusta probar comidas con frutas, alimentos salados y verduras.
¿Es esto verdad? ¿Si no nos gusta la paella del domingo es algo que nos viene “de fábrica”? ”Es absolutamente cierto que el tipo de carácter o la personalidad influyen en la elección de los alimentos”, responde Javier Aranceta, profesor asociado de Nutrición de la Universidad de Navarra y presidente de la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria, organismo que está culminando una revisión de la Pirámide de la Alimentación Saludable para añadir una nueva base, que incluye una casilla específica con el equilibrio emocional como elemento determinante en nuestra dieta (las otras son la actividad física diaria, el balance energético, las técnicas culinarias saludables y la ingesta de entre cuatro y seis vasos de agua al día). El documento de consenso plantea recomendaciones alimentarias para los próximos cinco años.
“La elección de los alimentos está supeditada a los factores económicos, el nivel cultural y el nivel de conocimiento en nutrición, pero el factor psicológico y emocional tiene mucha importancia. Me atrevo a decir que podría suponer el 25% del peso de nuestra alimentación. Un buen ejemplo es el perfil de una persona mayor, viuda, que vive sola y tiene poca pensión. No tiene ánimo para seguir una alimentación equilibrada, excepto el día que viene la familia y prepara una comida espectacular. Por supuesto que sabría hacerla todos los días, pero no tiene ánimo”, añade Aranceta.
La elección de los alimentos está supeditada a los factores económicos, el nivel cultural y el nivel de conocimiento en nutrición, pero el factor psicológico y emocional tiene mucha importancia”, añade Javier Aranceta
El equilibrio emocional es importante en lo que nos apetece comer, en lo que compramos, en cómo lo cocinamos y en la manera en la que nos lo comemos. “Cuando estamos muy estresados buscamos esa sensación compensatoria en alimentos con determinados sabores y olores: chocolates, azúcares y también alimentos crunch, que son los que crujen. Pero los chocolateadictos deben saber que al tomarlo generan picos de glucemia que desaparecen a los 30 minutos, produciendo un efecto rebote”. Es decir, su consumo calma, "pero al poco rato te dan ganas de comer más".
Personalidad (y sabor) picante
Otro estudio del Institute of Food Technologists de Chicago constató que la preferencia por la comida picante o insípida es también un asunto de personalidad. A quienes no temen la búsqueda de sensaciones les gusta el chile mucho más que a los que tienen caracteres más calmados. “Estoy de acuerdo en que somos lo que comemos y cómo lo hacemos. Sin duda, podemos saber mucho de una persona por su manera de comer (la rapidez, por ejemplo), así como por el tipo de alimentos que toma. E incluso averiguar el momento emocional por el que está pasando. La alimentación es una de las formas de canalización de las emociones, de ahí que cuando no son adecuadamente controladas acaban generando un problema, como ocurre con la obesidad y los trastornos de conducta alimentaria”, apunta María del Mar González Muñoz, psicóloga clínica y directora del departamento clínico de USTA (Unidad de trastornos de conducta alimentaria en Salamanca).
Es un hecho que la comida está en todo evento social. Quedamos para celebrar alrededor de una mesa o para charlar en una barra del bar. Esto explica que aquellas personas más sociables y extrovertidas coman más y de más tipos de alimentos. “Y aquellas personas más rígidas, van a plasmar su firmeza en la alimentación, cuidando (en ocasiones, excesivamente) lo que toman, las calorías, la calidad de los alimentos, etc.”, añade González Muñoz.
Sin embargo, aunque parezca que la personalidad es determinante en lo que ingerimos, no se trata de algo inamovible. Estas conductas se pueden modificar con educación nutricional. Si no comemos bien, nuestra salud psicológica no será tan buena, y eso será un factor distorsionador que nos hará sentir peor (y alimentarnos en consecuencia). “Hay un aprendizaje que se acaba convirtiendo en un proceso automático en el que no nos cuestionamos lo que hacemos. Se trata de revertir algo que hacemos sin pensar: estoy deprimido y tomo chocolate; estoy aburrido y como galletas; estoy nervioso por un examen y me paso la tarde picoteando. Ninguna de estas emociones se resuelve comiendo, pero es lo que hemos visto y aprendido, y nos ha funcionado a corto plazo”, concluye la psicóloga.
Pautas para evitar un atracón emocional
A la mayoría le ha pasado. Un día de perros en el trabajo, vuelta a casa a última hora con gran agobio y… asalto a la nevera. Los expertos nos dan estas pautas para que no vuelva a ocurrir.
1. Retrase (más) la vuelta a casa. Aproveche para hacer algún recado, con el objetivo de postergar su fusión con la despensa. Llegue poco antes de la hora de la cena y cámbiese de ropa, planeando, mientras tanto, una cena saludable.
2. No almacene alimentos excesivamente calóricos. Intente no tener en casa todas esas cosas a las que nos lanzamos en el momento del atracón y que suelen ser bollos, patatas fritas, etc.
3. Tenga comida preparada. Incluso si le ha dejado su pareja y llega a casa con ansia de chocolate, tener un tupper con comida sana en la nevera le facilitará las cosas.
4. Haga ejercicio. Esto distraerá al cuerpo del motivo de su ansiedad. Hay que mantener bajo el nivel de cortisol, que es la hormona que se dispara como respuesta al estrés. Corra, vaya al gimnasio o, simplemente, pasee.
5. Elabore listas. Si lo de comer compulsivamente va con su personalidad, haga listas de lo que has comido a lo largo del día. Cuando le sorprenda la magna cantidad, quizás le sea más fácil replantearse el atracón.
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